Deportes

Nuevos y viejos: la misma salchicha disfrazada de chorizo

Lo que a continuación voy a relatar es una historia de la vida real. Sucedió en Margarita, durante la presentación de la memoria y cuenta de Rafael Esquivel, y retrata a la perfección el accionar de aquellos que se autodenominan "nuevos", muy a su pesar, son igual de viejos que el viento. La Federación Venezolana de Fútbol presentó su Memoria y Cuenta anual frente a los directivos de los equipos de primera división y los presidentes de las asociaciones regionales. El acto es mucho menos que un evento protocolar ya que en contadas ocasiones aparece alguna señal que contraríe la exposición del ente directivo. Durante el evento que se llevo a cabo en el Centro Nacional de Alto Rendimiento los días 26 y 27 de febrero, el país futbolero pudo conocer el accionar de este grupo de oposición a Esquivel. Para hacerles una concesión, llamémoslos “los nuevos”, al fin al cabo, ya en algún momento fueron “neo-bielsistas” y “neo-mourinhistas”. Ahora, como buenos hijos y fanáticos de la novedad, podríamos decir que son "neo-esquivelistas".

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Berardineli
(Iván García Marrero/El fortín de Guayana)

Volvamos a la fiesta en la isla. Antes de aquel fin de semana, «los nuevos» sostuvieron varios encuentros para, llegado el momento, hacer una demostración de fuerza que le moviera el piso a Rafael Esquivel, y los pusiera en el mapa futbolístico por algo más que el humo o las groserías de toda la vida. Antes del viaje, lograron que alguno de sus acompañantes no se presentara al guateque y otros se mostraran rebeldes ante el jefe que siempre se supo invencible, pero que a raíz de estas manifestaciones empezó a preocuparse.

Lo que nadie supo y vale la pena ventilar es que «los nuevos» no sólo lograron esto que aquí comento, sino que mostraron de qué son capaces.

Durante la larga presidencia de Esquivel son incontables los oportunistas que han vivido de los favores del jefe; tipos que sin el arte del jalabolismo no hubiesen pisado los escenarios que hoy recorren con tanta naturalidad. Estos individuos acumularon poderes que los «facultaban» a nombrar entrenadores de clubes profesionales o amenazar a quienes no apoyaran sus gustos -la amenaza no es cosa novedosa, aunque estos, «los nuevos«, crean que sí.

Uno de estos señores -el que más favores le debe a Esquivel- mantuvo ese poder aún cuando abandonó el país en una fracasada aventura por el norte, y a su vuelta, se encontró con que ya no tenía ni un anexo en las oficinas de la FVF ¿La razón? Esquivel, como gran político que es, había olfateado las intenciones de este pintoresco personaje y prefirió sacarse de encima, elegantemente y sin una palabra de más, a quien ahora trabajaba para su rival político. Un traidor, pues.

El hecho es que durante el evento margariteño, el hombre al que hago referencia se acercó a varios dirigentes regionales para intentar ganar su simpatía -vaya usted a saber con que herramientas pretendió seducirlos- pero se estrelló con un inmenso rechazo a sus propuestas y regalos. Es que este individuo, así como su «nuevo» jefe, fueron, cuando menos, unos déspotas durante el tiempo que ostentaron el poder; desde negar saludos hasta usar fuerzas de seguridad para echarlos de hoteles y campos de entrenamiento caracterizaron a esa gestión, y ahora, lejos del poder, y en la obligación de pedir cacao para cumplir sus aspiraciones personales, se han dado cuenta que tanto desprecio y tanta grosería se paga, y no se borra sólo con dinero.

«Los nuevos» han elaborado una operación de prensa que le limpie la cara a un pasado que los condena como alérgicos a la gente y a las ideas contrarias, pero, más allá de las labores de sus empleados, no han podido disimular ni ocultar sus maneras: actúan igual que los viejos, utilizando y magnificando sus mismos métodos, modificando únicamente la fachada y las promesas. Quien sabe si logren el éxito que están buscando -en este país todo, absolutamente todo, es posible-, lo que jamás conseguirán es el respeto de los ciudadanos de bien, porque a esos no se les convence con gritos, regalos o golpes, sino con acciones, y «los nuevos«, al igual que los viejos, no tienen nada que mostrar, salvo la suciedad de sus intenciones.

Por más que nos quieran engañar, la mugre, aún con maquillaje y perfume, siempre será lo que realmente es…

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