El informe no crea ninguna sorpresa, ni resuelve el misterio del origen del virus. Por el contrario, subraya la necesidad de realizar estudios en países distintos a China. Sin duda, suscitará críticas sobre la complacencia hacia las autoridades chinas que se reprocha hace tiempo a la OMS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) entregó por fin el esperado informe sobre los orígenes de la covid-19 en China. Su conclusión es que un animal intermedio, contaminado por un murciélago, transmitió el virus al hombre. Descartó la tesis de que la pandemia se originara en un laboratorio.
El informe, hecho en conjunto por expertos chinos y de la OMS se produce 15 meses después de la aparición de los primeros casos en Wuhan, en el centro de China. También después de la muerte de al menos 2,7 millones de vidas en todo el mundo y de la destrucción de la economía planetaria.
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En este momento, el número de contagios mundiales supera los 126 millones. Y sigue aumentando debido a variantes más contagiosas, que obligan a los países a tomar severas medidas de restricción, especialmente en Europa y Latinoamérica.
El informe difundido este lunes 29 de marzo, no crea ninguna sorpresa. Tampoco resuelve el misterio del origen del virus. Por el contrario, subraya la necesidad de realizar estudios en países distintos a China.
Su publicación suscitará, sin dudas, críticas sobre la complacencia hacia las autoridades chinas que se reprocha hace tiempo a la OMS.
Para los expertos de la OMS y chinos, la transmisión del virus de covid-19 vía un animal intermedio es una hipótesis «entre probable y muy probable».
Concretamente se inclinan por la teoría de que el virus se transmitió probablemente de un murciélago al hombre vía otro animal que aún no ha sido identificado.
No obstante, la posibilidad de una transmisión directa entre el animal inicial (o sea el murciélago) y el hombre es todavía considerada entre «posible y probable».
El informe concluye, como ya adelantaron los expertos antes de terminar su misión en China en febrero, que es «extremadamente improbable» que el coronavirus se deba a un accidente o un escape de patógenos desde un laboratorio.
El gobierno del expresidente estadounidense Donald Trump había acusado al Instituto de virología de Wuhan, que investiga coronavirus muy peligrosos, de haber dejado escapar el virus, de manera voluntaria o involuntaria.
Los expertos admitieron que no estudiaron la posibilidad de un acto deliberado de este tipo.
Según los funcionarios de la OMS, los estudios en el mercado de Huanan de Wuhan y en otros de la ciudad, «no sirvieron para encontrar elementos que confirman la presencia de animales infectados».
«Debe haber investigaciones en zonas más amplias y en un mayor número de países«, concluye el informe.
Por ello, la OMS pide paciencia porque las respuestas tardarán en llegar.
Las relaciones entre la OMS y China se encuentran bajo la lupa desde el primer día de la pandemia, pero la atención se ha multiplicado con la publicación del informe sobre los orígenes de la enfermedad.
Los críticos estiman que Pekín, muy preocupado en combatir cualquier reproche a su gestión de la pandemia, dio largas a la agencia de la ONU durante toda la crisis. También se mostró reticente a compartir los datos que permitirían aclarar los orígenes de una enfermedad tan mortal.
La OMS vio cómo se la acusaba de mostrarse demasiado indulgente con China casi desde los primeros días de lo que iba a convertirse en la peor pandemia en un siglo.
Pero la situación de la OMS no es simple. Para poder investigar en un país, la organización está obligada a contar con su cooperación.
Fue recién en enero de 2021, más de un año después del inicio de la crisis, que los expertos internacionales nombrados por la OMS pudieron investigar en la ciudad de Wuhan, considerada como el epicentro de la crisis.
Si muchos se preguntan por la falta de transparencia de las autoridades chinas, otros subrayan que la investigación sobre el modo en el que el virus pasó del animal al hombre se hizo en plena colaboración con los científicos chinos.
Entre los críticos se encuentra Kenneth Roth, el director de la oenegé de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch, que acusa a la OMS de «complicidad institucional».
«La OMS rechazó por completo pronunciar cualquier tipo de crítica sobre la forma en que China ocultó la transmisión de persona a persona, o sobre el hecho de que continúa negándose a brindar pruebas», declaró Roth a la prensa el mes pasado.
«Lo que necesitamos es una investigación honesta y vigorosa, en vez de continuar cediendo a los esfuerzos de China de ocultar la realidad«, subrayó.
Por su parte, una persona acostumbrada a frecuentar los círculos diplomáticos en Ginebra destacó que la OMS dejó a los chinos la tarea de realizar solos las labores preparatorias, así como el control de la forma en que se llevó a cabo la investigación en el terreno.
Donald Trump le cerró la puerta a la OMS y Joe Biden la volvió a abrir pero no completamente. Aunque sin el mismo ímpetu de su antecesor, manifestó reticencias sobre el manejo de la pandemia que hizo la OMS.
Mark Cassayre, el diplomático estadounidense de más alto rango en Ginebra, explicó la semana pasada que Washington estaba «consternado» por el largo plazo que se necesitó hasta que los expertos pudieron ir a Wuhan.
Cassayre manifestó sus dudas sobre la libertad que tuvieron para trabajar una vez que se encontraron en el terreno.
«Será la vara con la que juzgaremos la relación» entre la OMS y China, estima.
Chen Xu, el embajador de China ante la ONU en Ginebra, calificó de «infundadas» esas acusaciones.
«La cooperación entre China y la OMS fue muy buena estos últimos años», declaró.
Por su lado, David Heymann, que preside el comité científico y técnico de la OMS sobre los riesgos infecciosos, saludó la cooperación con China.
La información «brindada de manera voluntaria por China» temprano cuando surgió la crisis permitió «entender rápidamente el mecanismo de transmisión», explicó a la AFP.
El embajador de la Unión Europea ante la ONU en Ginebra, Walter Stevens, subraya que cuando China se siente «presionada», «no facilita forzosamente las cosas».
Pero, a su entender, se trata de un problema de peso en la OMS, más que de actitud china. «No estoy para nada de acuerdo con la idea de que China controla la OMS», dice.
Peter Ben Embarek, el director de la OMS de la misión en China, estima que no hubiese servido de gran cosa ir antes, especialmente porque los trabajos preparatorios realizados por los chinos no habrían estado listos.
Pero otro miembro del equipo, Marion Koopmans, apunta algo interesante. Recomienda que ese tipo de misiones sean automática, para evitar que se las perciba como una búsqueda de culpables.
«Si queremos superar esas sensibilidades, hagamos de esas investigaciones una rutina, una norma», propone.
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