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Opinión | Coronavirus y cisnes negros

En 2007, el estadístico y analista de riesgo estadounidense de origen libanés Nassim Nicholas Taleb se hizo mundialmente conocido por su best seller “El Cisne Negro” (El impacto de lo altamente improbable). En el libro, desmenuza toda su teoría sobre los eventos que no percibimos y nos sorprenden a pesar de tener en frente muchas evidencias que indican que van a suceder

OMS llama a África a prepararse para lo peor por coronavirus. AFP
Archivo El Estímulo
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Muertes, cierre de negocios, de calles, de fronteras, confinamientos, suspensión de clases, de vuelos, perspectivas económicas catastróficas. Nadie imaginaba, al inicio del año 2020, que se iba a vivir algo similar a lo que mostraba cualquier producción hollywoodense o novela de ficción sobre pandemias. Entonces, cabe preguntarse: ¿es este brote de coronavirus un cisne negro?

En 2007, el estadístico y analista de riesgo estadounidense de origen libanés Nassim Nicholas Taleb se hizo mundialmente conocido con su best sellerEl Cisne Negro” (El impacto de lo altamente improbable). En el libro, desmenuza toda su teoría sobre los eventos que no percibimos y nos sorprenden a pesar de tener en frente muchas evidencias que indican que van a suceder.

Imagine que usted, todos los días, se sienta al atardecer enfrente de un lago. Todos los días, pasan por delante de sus ojos cisnes blancos. Si alguien le preguntase: ¿de que color serán los cisnes que nadaran en el lago mañana al atardecer? Seguramente usted responderá: ¡blancos! Pero ¿qué sucedería, si al día siguiente apareciese un cisne negro? Ese hecho descalabraría sus predicciones, sus estimaciones, incluso su sistema de creencias.

Según Taleb, estamos en presencia de un cisne negro cuando: el suceso es inesperado, tiene un gran impacto y puede ser racionalizado retrospectivamente para confirmar que iba a suceder.

Lo inesperado

En el fondo, lo que el autor trata de decirnos es que somos ciegos ante los elementos aleatorios, ante las grandes desviaciones que nos desenfocan. Lo inesperado, lo muy inesperado, en la mayoría de los casos no es tal: es un mal cálculo de todas las variables que estaban en juego, de sus combinaciones y de los resultados que iban a producir.

Esto genera lo que Taleb llama la «distorsión retrospectiva». Una vez que aparece el cisne negro, es fácil determinar que iba a aparecer si se concatenan los hechos hacia el pasado para explicar su aparición. Siempre tratamos de explicar y hacer predecibles los hechos cuando ya ocurrieron, pero ¿por qué nos cuesta tanto hacerlo antes de que ocurran?

Por ejemplo, un par de días antes que estallaran los casos de coronavirus en Madrid tuvo lugar una multitudinaria marcha en la Gran Vía conmemorando el Día Internacional de la Mujer. ¿Se podía obviar ese hecho como una futura causal del incremento de casos de coronavirus en Madrid?

Taleb se pregunta: “¿Por qué seguimos centrándonos en las minucias y no en los posibles sucesos grandes e importantes, pese a las evidentes pruebas de lo muchísimo que influyen? ¿Por qué, de hecho, la lectura del periódico disminuye nuestro conocimiento del mundo?”.

Ejemplos de cisnes negros hay muchos, incluso en nuestra vida personal. Desde las guerras mundiales, sobre todo la primera, hasta los sucesos de las torres gemelas, pasando por la repentina enfermedad mortal de un presidente, o la pareja impecable y amorosa que sorpresivamente se va un día a vivir con otra persona.

¿Cuándo llega un cisne negro?

Los problemas que, según Taleb, nos impiden calcular cuando llegará un cisne negro son: la ilusión de creer comprende perfectamente toda la situación que estamos analizando; la valoración exagerada de los hechos, y no de lo que ellos implican o trascienden; y la confianza “ciega” en las opiniones de los expertos, aunque estas son necesarias.

Ahora bien, ¿es este brote de coronavirus un verdadero cisne negro? No soy médico, ni experto en la materia, pero leí que hubo uno importante y repentino en 2002 en el sureste de China, que se extendió a Hong Kong y 32 países en tres meses, y que después fue controlado. También hubo otro brote que apareció en 2012, en Arabia Saudita. Es decir, el coronavirus estaba perfectamente identificado y estudiado.

Recientemente, el 30 de diciembre de 2019, el médico chino Li Wenliang advirtió a las autoridades de su país sobre un caso sospechoso de coronavirus, y poco tiempo después informó de siete casos más. El Dr. Wenliang fue censurado y amenazado con cárcel si seguía insistiendo en el asunto. Poco tiempo después, murió a causa de una infección por el coronavirus.

Negligencia de por medio

Pareciera que el caso cisne negro sería aplicable al primer brote en 2002, y no a este último, que suma muchos hechos evidentes  y predecibles, agrupados en la falta de vigilancia e incompetencia de las autoridades sanitarias de varios países.

Lo que en mi opinión sí constituye un verdadero cisne negro, es que la propagación del coronavirus en pleno siglo XXI se les fuera a escapar de las manos, de esta forma, a las autoridades sanitarias de varios países, generando efectos tan devastadores en la economía mundial. Todavía es un cisne negro mayor el que nosotros, simples mortales, confiábamos ciegamente en que una situación como esta era solo cosa de novelas y películas.

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