Opinión

Estar en el 5,5 % no me hace feliz

Venezuela es y será un país pobre, allí está el legado del chavismo. Ser parte del 5,5% no me hace feliz, es como tener un salvavidas en medio de un naufragio, eres parte del desastre, aunque logres mantenerte a flote

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Vivo una vida sin lujos, en otro contexto social sería solamente una persona profesional clase media, nada más. Puedo ir al mercado y pagar mis compras, mis hijos acuden a un colegio privado, he podido pagar un seguro médico y mi principal desvelo no está asociado a qué voy a comer hoy o mañana. Todo esto, en una Venezuela rota, atravesada por una pobreza generalizada, me hace ser parte del 5,5% no pobre.

Ser parte de ese 5,5%, viviendo en un país donde el otro 94,5% padece distintos niveles de penurias, no me hace precisamente feliz.

El chavismo hizo de la pobreza su bandera política para conquistar el poder. Pasamos años de bonanza económica que aliviaron la situación de los pobres sin cambiarles genuinamente su vida, y ahora estamos en la fase terminal de la Revolución Bolivariana, en la cual someter y controlar a una mayoría de pobres es una forma de mantenerse en el poder.

La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) en Venezuela de este 2021 ha retratado la cruda realidad. No solamente hay más pobres en el país, sino que ha crecido el volumen de la pobreza extrema, así como la desigualdad social. Y esto ha ocurrido bajo los largos años de dominio de un sistema político, económico y social que prometía la redención nacional.

La situación social, alimentaria y educativa en este país gobernado por el chavismo es sencillamente catastrófica. No ha ocurrido ninguna catástrofe natural o una guerra, pero la sociedad padece unas condiciones que parecen derivar de estos fenómenos.

El estudio, liderado por la Universidad Católica Andrés Bello, tiene cifras de este calibre: apenas 5,5 por ciento de la población no está afectada por algún grado de pobreza.

“La pobreza extrema sigue creciendo y abarca dos tercios de los hogares del país, con un 76,6%, un alza de 8,9 puntos, desde los 67,7% en que se ubicaba el año pasado”, comparan los investigadores.

Junto a la pobreza, otras fotografías de la extendida crisis venezolana: el empleo formal se redujo en 1,3 millones de puestos de trabajo y la cobertura educativa cayó 5%.

También aumentó la dependencia de la población de bonos (subsidios oficiales) y remesas (de familiares que migraron a otros países).

“La pobreza extrema, que ha crecido de forma significativa en un año, se trata de hogares que no tienen ni siquiera cómo cubrir la alimentación. Es terrible que dos terceras partes de la sociedad no pueda costear su comida básica”, me comentó la investigadora María Gabriela Ponce, quien es una de las expertas responsables de la encuesta.

Para los académicos venezolanos, la pobreza general, que ronda el 95% parece haber tocado techo, ya que el restante 5% de la población “parece haber indexado sus ingresos para hacer frente a la inflación”. No pasaremos más allá del 95%, pero ese 95% de seguir las cosas como van se profundizará en su pobreza y carencias.

De acuerdo con el coeficiente de Gini y el resultado de la encuesta de hogares, Venezuela es el país más desigual de América, con un indicador de 56.7.

En 2020, Brasil tenía un coeficiente de Gini de 53.4 y Colombia de 51.2 -los indicadores más altos de ese período- mientras que para Venezuela era de 49.5 el año pasado. El salto ha sido también relevante.

La desigualdad se ha incrementado de manera muy significativa, pues 10% de las personas con mejores ingresos concentran 40% de todo el ingreso nacional. Este es un dato que no comentarán los admiradores del chavismo que viven en otras latitudes.

El problema principal para Venezuela en la actualidad es el empobrecimiento general que se vive: si se distribuyera equitativamente entre cada uno de los venezolanos todo el Producto Interno Bruto del país, el promedio per cápita sería de apenas 30 dólares al mes, es decir un 1 dólar por persona al día.

Bajo un escenario imaginario de igualdad absoluta, todos los venezolanos vivirían por debajo de la línea internacional de pobreza, situada en ingresos de 1,9 dólares al día. Esto lo explica Luis Pedro España, un experto en la materia y parte del estudio de la UCAB.

No hay perspectivas, ni soluciones mágicas, ante un problema de tal magnitud, ante un desastre tan instalado en la vida nacional. Sin cambio político, además, se hace más lejana la posibilidad de comenzar a revertir la situación.

Venezuela es y será un país pobre, allí está el legado del chavismo. Ser parte del 5,5% no me hace feliz, es como tener un salvavidas en medio de un naufragio, eres parte del desastre, aunque logres mantenerte a flote.

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