Opinión

Vinotinto de Pékerman: no es el 10 ni el 3-4-3, es la intensidad

¿Depende Venezuela de un jugador para conseguir lo que hasta ahora no ha podido? Los partidos contra Islandia y Emiratos Árabes Unidos muestran dos realidades diferentes que pueden llevar a conclusiones populistas. Pero no nos engañemos, la solución de los problemas de la Vinotinto requiere de un trabajo complejo

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Venezuela

Empezaré con el peor gancho para una columna: con una aclaratoria. Esta no es una respuesta a los ensayos que alaban la labor de Juan Pablo Añor en la selección; tampoco a los que creen fervientemente que Venezuela se arreglará con la presencia de un volante creativo neto. No dudo: de fútbol todos sabemos un poco y hay razones para apoyar esta última idea. Sin embargo, creo que se trata de una discusión que tapa el árbol.

Es comprensible que después de una triste presentación como la vista ante Islandia, la goleada ante Emiratos Árabes Unidos genere esa gran discusión por el 10. Sin embargo, si se detalla el 4-0 ante el equipo petrolero, más que la presencia de Añor, resalta la efectividad. Venezuela no ha sido un país que se caracterice por convertir en gol las pocas oportunidades que genera. No en balde, comparte la estadística de ser el menos goleador y el más goleado de su confederación.

Tres goles en 16 minutos: del 18 al 34. Uno a balón parado, el tercero, luego de tiro de esquina que aprovecha Jhon Chancellor. El primer tanto es un desmarque de Yeferson Soteldo («desmarque» es un decir, el defensa rival está a casi medio metro antes del pase) y el segundo es pura potencia de Salomón Rondón, que separa con el cuerpo a una marca muy débil, tras una asistencia de José Martínez.

Pueden ver el resumen aquí:

No se trata de restarle mérito a la selección. Cuando se enfrenta a un rival débil, es importante marcar esas diferencias y Venezuela lo hizo. Pero la holgada victoria ha generado la idea de que fue producto del juego asociativo que regularmente se vincula a volantes generadores. La labor de los creativos se centra en detectar los espacios disponibles y a los compañeros mejores perfilados. Marcar no es lo primordial, por eso le ponen escoltas (los mediocampistas de contención).

Decir que Añor liberó al los interiores o que permitió la subida de los laterales, es una aseveración bastante arriesgada. En general, Venezuela se vio mejor porque Emiratos Árabes Unidos no presionó, ni con el primer gol en contra ni en el cuarto. Si se observa el partido con detenimiento, cada jugador venezolano recibe con cierta comodidad y el encuentro se siente en cámara lenta. Es más un entrenamiento que un choque de alta competencia.

Creo entender que el suspiro por un jugador de buen pie como Añor es por el recuerdo del fútbol que dejó Richard Páez y su mediocampo. Sin embargo, esos tiempos no volverán. El mejor ejemplo de esto es Colombia, que motivados por la nostalgia, insisten en un 10 cuando el presente les indica otra cosa: la fuerza del acompañamiento de los laterales con sus interiores. La remontada ante México, luego de ir perdiendo 2-0 con su vieja guardia, lo certifica.

El fútbol de hoy requiere de muchas cosas que suceden cuando la cámara no está enfocando a los protagonistas, sin embargo el análisis se centra en la ejecución final de las jugadas. Realmente para que sucedan cosas, deben existir condiciones que son producto del plan inicial y luego, de la respuesta del rival. No hay fútbol sin oposición, no hay decisiones sin obligaciones no planificadas.

Hasta Pep Guardiola ha echado mano de Erling Halland cuando su propia propuesta se ha quedado atascada. «Lo trajimos para este tipo de partidos», dijo el entrenador español tras una épico regreso ante el Crystal Palace resuelto con triplete del goleador. Obviamente no fue solo un jugador, es todo lo que hay detrás lo que permite a un equipo concluir que el resultado adverso puede ser modificable con la entrada en la ecuación de la calidad extra. Y eso tiene que ver con la intensidad en el juego.

Pero, ¿qué es la intensidad? Cada quien tiene una definición para ese concepto. Sin embargo me gusta mucho, a manera de explicación lúdica, lo que leemos en Acadef: «En líneas generales, la intensidad en el fútbol puede definirse como la realización de una acción determinada durante un periodo de tiempo determinado y de forma correcta, con una fuerza determinada, una concentración y una actitud correcta».

La mayoría de veces se confunde intensidad con agresividad. Incluso con actitud. La actitud es necesaria, pero solo es una parte de la intensidad. Si bien la energía física también es necesaria -después de todo, estamos hablando de una actividad deportiva- se requiere de una adaptabilidad sicológica a cada momento que plantea un partido. Porque he aquí otro problema: dentro de un partido, hay miles de partidos. Por ejemplo, si te expulsan un jugador (ganando o perdiendo); si te marcan al primer minuto o al final de segundo tiempo, etc.

Un ejemplo de cómo la intensidad en determinados momentos te puede llevar a equiparar diferencias técnicas sucedió en la Champions League que recién ganó el Real Madrid. Hubo una adaptabilidad a cada situación, independientemente de si el rival era el PSG o el Manchester City. Mientras el fanático teoriza «si hubiera marcado tal o cual, Madrid no habría pasado», el equipo de Carlo Ancelotti se aprovecha de ese fallo gracias a la calidad individual, potencia física, memoria competitiva y fortaleza sicológica del equipo.

De manera que, independientemente del rival y el resultado, lo que la Vinotinto necesita configurar es cómo resolver las dificultades que se presentan durante el trámite, no antes de él. No creo que sea un tema de esquemas, que los hemos visto de todos los colores desde que terminó el ciclo de César Farías. Si se juega con dos volantes de corte y un enganche o tres defensas en el fondo es irrelevante mientras los propios jugadores no sean capaces de resolver en el campo las situaciones que el propio juego les plantea.

¿Y dónde queda el entrenador? Pues precisamente es el encargado de concluir cuáles son los nombres que mejor pueden responder a las dinámicas del juego. Decía Carlos Domingues, analizando este mismo tema, «un dato no menor: fueron pocos los muy jóvenes en ese ensayo del once inicial contra Emiratos Árabes». ¿Que nos dice esto? Que el universo de jugadores venezolanos que realmente pueden responder para los partidos importantes no es tan grande como anhelamos. Y ese es un gran handicap con respecto al resto de rivales del sur. Conocer tus limitaciones es una ventaja si las virtudes se potencian. Ese es el verdadero desafío de Pékerman.

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