Espectáculos

Otra comparación más de libro y película (ya sabe cuál)

En el sexo, nosotros tenemos que contenernos porque nuestros recursos son limitados. Ellas son generosas y expansivas. Nosotros somos básicos.

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Foto: EFE

El cuento corto: la aventura de universitaria virgen y normalita que conoce a joven empresario increíblemente guapo, rico y misterioso, pero que, como hombre no es gente, tiene un “lado oscuro”. Para llegar ahí pasé por 470 páginas, 19 orgasmos (no míos) y hacer click en la única butaca botada que quedaba disponible para el fin de semana en todos los cines de Caracas (el domingo a las 2:30 pm por donde el diablo perdió la cola en Manzanares).

El cuento largo: a propósito del videoclip “Amazing” de Aerosmith, una vez acudí a una ponencia filosófica titulada “La asimetría de las economías sexuales”. ¿De qué trataba? Pues de eso: de que las economías sexuales de hombres y mujeres son asimétricas.

En el sexo, nosotros tenemos que contenernos porque nuestros recursos son limitados. Ellas son generosas y expansivas. Nosotros somos básicos. Ellas, multiorgásmiscas, multidimensionales y con infinitas terminaciones nerviosas erógenas. Los hombres no aman a las mujeres, las necesitan. Ellas desean establecer compromisos.

Los hombres presumen de juguetes. Los hombres aman para que les abran las piernas, las mujeres abren las piernas para que las amen. Ellas desean ser amadas, protegidas, comprendidas y escuchadas, nosotros queremos entradas para el Caracas-Magallanes. Podría extenderme hasta el infinito. Mucho de lo dicho tiene un componente hiperbólico, pero por ahí vamos, y por ahí va también 50 sombras de Grey. El libro y su adaptación.

Hagamos algunas comparaciones:

1) En la película hay menos sexo. Según el punto de vista, eso puede resultar “elegante” o “decepcionante”. Es más o menos la misma discusión de las groserías y los ranchos en el cine venezolano. Hay contenidos que para muchas personas siguen siendo poco cómodos, al menos en público. Olvídese de felaciones, desnudos frontales masculinos (solo hay rascacielos como símbolos fálicos), bolitas de plata o eyaculaciones con el mismo tiempo de reposición que se exige a los gerentes de Farmatodo. Usted tampoco verá El imperio de los sentidos de Oshima. The Huffington Post ha notado que la película es mezquina en cuanto a la representación de orgasmos femeninos

(link: http://www.huffingtonpost.com/2015/02/12/fifty-shades-of-grey-ana-orgasm_n_6656162.html), a diferencia del libro: “Los músculos de mi parte más profunda y oscura se tensan con infinito placer” (p.112)

2) El casting es asimétrico. Le hago este símil: ella es como la agente Scully, pero él NO es como el agente Mulder (y por tanto, tampoco esa tensión sexual latente que siempre había entre ambos). Si le piden la opinión a la parte más subjetiva de mi ser, la elección del protagonista masculino fue una equivocación colosal. No me parece guapo, ni con clase (los hombres tenemos derecho también a decir esas cosas de otros hombres). La parte más objetiva de mí está abierta a escuchar, comprender y matizar.

3) Cascadia. La costa noroeste del Pacífico, lo que es como decir, “una de esas partes de Estados Unidos que no parecen Estados Unidos”. Se ha puesto de moda gracias también a otra saga a la que se le atribuye escaso valor literario (Crepúsculo). En la película, se puede apreciar mejor el húmedo temple de sus paisajes (la escritora se detiene más en los orgasmos). En Seattle, el rey es Félix Hernández, aunque los Marineros siempre han distado de ser un contendor serio, al menos antes de 2015.

4) Llegó la era de los zapatos bajitos. Películas como 50 sombras de Grey son de las que marcan estilos, y ésta contribuirá a un canon más natural de belleza femenina. Para algunos de nosotros, eso implica toda una reeducación: los tacones altos no son tan saludables, y por lo tanto, no son tan sexy.

5) Ni Amy Fowler ni Diosa Canales. El libro cuenta con el recurso manoseado (pero efectivo) del contrapunteo de la narradora en primera persona con sus otros dos yo, la “Diosa que lleva dentro” y su parte más cerebrito y moralista. En la película, todo lo tiene que decir la protagonista con los ojos, básicamente.

6) La nueva nevera. En los años ochenta, Mickey Rourke y Kim Basinger hicieron una famosa escena con uvas, pepinillos, huevos, gelatina, miel y un pocotón de cochinaditas ricas al lado de un refrigerador. Ahora se pondrá de moda el hielito en la boca y las panquecas sexy preparadas con camisa blanca de ejecutivo y más nada debajo.

7) Efectos especiales. Cuando usted lee un libro (o un PDF, en mi caso), no tiene una chama atrás que le pega patadas al asiento, grita “¡Dios!” y estornuda de los nervios durante las escenas de sexo, o que llora con hipo en el momento culminante en que él muestra lo retorcido que puede ser (traducción: unos buenos correazos).

La banda sonora NO incluye “Sadeness (Part I)” del grupo Enigma. Enla película, la chama se tira un bailecito que no estaba en el libreto. En el libro, los personajes secundarios parecen eso que los gringos llaman “moron”, o idiotas. En la película también. En Venezuela, el único helicóptero que despega es el de Traffic Center. Allá no. Ni en la película ni el libro sentiremos el olor de Christian, el que ningún hombre desprende en Venezuela (“ropa recién lavada y gel caro”). El libro no es una gran cosa y me aniquiló todo deseo sexual mientras lo leía, pero me dejó con ganas de ir a la segunda parte. La película también. ¿Y qué más se puede pedir en este negocio?

Para terminar, algunas de mis frases selectas del libro:

• “Es duro y blando a la vez, como acero recubierto de terciopelo, y sorprendentemente sabroso, salado y suave” (¿a qué se referirá?)

• “… Dejándome como una masa temblorosa de embravecidas hormonas femeninas”

• “¡Cielo santo, todo eso para jugar yo solita! De pronto es como si fuera Navidad”

• “Reconozco en mi interior un deseo incontrolable y profundamente arraigado de ser amada y protegida”

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