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Para el chavismo disidente Maduro es la “revolución traicionada”

Mientras los principales estudios de opinión reflejan que Nicolás Maduro tiene 82,6% de evaluación negativa en su gestión y más de la mitad de los venezolanos lo culpan del desastre, se vuelven cada vez más frecuentes las expresiones de figuras del chavismo "original", que han roto con el madurismo e identifican al heredero como traidor de la revolución revolución de Hugo Chávez.

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Ex ministros, defensores de derechos humanos, ex funcionarios del poder judicial, ex parlamentarios, militares, líderes sociales, sindicalistas y hasta comunistas ortodoxos e intelectuales del chavismo señalan a Maduro como el hombre que entregó la revolución al gran capital, destruyó la economía y enterró el socialismo venezolano.

Atreverse a disentir con el camino de la revolución les ha costado el exilio, la prisión y el ostracismo.

Esta nueva disidencia no es homogénea; refleja distintas posturas y orígenes. Sus reflexiones sobre el rumbo de la patria a manos del binomio Maduro-Cabello proviene de distintos contextos. Unos desde el exilio europeo, como Andrés Izarrra y Rafael Ramírez Carreño reivindican el chavismo originario; otros desde Colombia como la ex fiscal Luis Ortega Díaz, quienes se apuntan a la reconstrucción de la democracia.

También están quienes permanecen en el país como el ex ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas, que se distancia del comunismo ortodoxo y reivindica un socialismo democrático con instituciones independientes y alternabilidad en el poder.

Pero también están quienes se han decepcionado de la falsa promesa del paraíso socialista que construyó una cúpula privilegiada y ahora forman parte del bloque opositor democrático.

Chávez favorito en las encuestas

Un dato que sorprende del último estudio de Datanálisis en su “encuesta ómnibus” del febrero de 2021 es que a la pregunta: ¿Cómo evalúa usted la labor de Hugo Chávez Frías por el bienestar del país mientras fue presidente? 58% la evalúa como positiva. Este estudio sostiene tener 4% de margen de error y fue consultado en una muestra de 500 hogares.

De acuerdo con resultados de mediciones hechas por la encuestadora Delphos en este enero de 2021, el 15% de venezolanos está conforme con el gobierno de Nicolás Maduro; pero a otro 15% le gustaría un cambio político, siempre dentro del chavismo.

Populismo como candidato

La cifra, si bien es menor a la que ofrece Datanálisis, refleja que al menos 30% de la población se sigue identificando con el chavismo. Esa proporción no estaría de acuerdo con el regreso al poder de actores políticos de la democracia “puntofijista”.

Esos datos podrían reflejar que ese gran porcentaje de la población que indudablemente fue seguidora de Hugo Chávez, aún permanece anclada en los beneficios económicos que ofrece el populismo y el recuerdo del boom petrolero de los que en una etapa disfrutó gran parte del país hasta 2010.

Activistas durante campaña electoral del chavismo para las elecciones del 6 de diciembre de 2020.

Ese importante sector de venezolanos diferencian la gestión de Chávez de la de Nicolás Maduro; a pesar de que las bases del modelo centralista fue implantado por Chávez y la corrupción y destrucción institucional comenzó con la misma revolución. Pero por otra parte se observa que la mayoría del país no ha reconocido como causa de la crisis el mensaje reiterativo del gobierno que lo atribuye a las sanciones económicas.

Only you

Estos dos escenarios que atribuyen a Maduro la responsabilidad de la crisis por su mala gestión, la corrupción y un sistema policial y militar que derribó las libertades democráticas y las instituciones; más la evocación de cierto nivel de bienestar en el período de Chávez, son los principales elementos que empujan a chavistas disidentes a intentar crear una corriente pro “socialismo democrático”. Con ella reivindican su figura olvidada en el “Cuartel de la Montaña”.

A estos escenarios se agrega que la cúpula que acompaña a Nicolás Maduro también tiene altos niveles de desaprobación sobre 80% (Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez, Iris Varela y Diosdado Cabello). Lo cual indica que en una situación de cierto equilibrio en un proceso electoral, ni Maduro, ni los más importantes factores del poder tendrían posibilidades de ser electos en unas elecciones libres y tampoco cuentan con el apoyo de sus propias bases.

Una disidencia diversificada

Es de resaltar que ese chavismo disidente en todas sus variantes carece de estructura organizacional; no cuenta con fuerzas en las bases; no refleja objetivos comunes y gran parte de ellos, como Izarra y Ramírez, viven una vida segura en el exilio al lado de sus familias y tienen poca conexión con la realdad que vive el chavismo interno. Además son vistos desde las filas chavistas como figuras que se beneficiaron desde los cargos que ostentaron durante los primeros 12 años del chavismo.

Otro punto en común que los motivas a intentar ocupar un posible escenario político futuro es que las principales figuras de la oposición como Juan Guaidó, Henrique Capriles, Leopoldo López, María Corina Machado y Henry Falcón, quienes representan distintas corrientes del espectro opositor, comparten también una evaluación negativa, por encima de 70% en sus gestiones como alternativa política.

Ese gran espectro o vacío de liderazgo deja un gran espacio para que cualquiera de estas corrientes chavistas disidentes, incluida la del “chavismo ortodoxo” repunte como una opción política para un cambio en el país. Pero, según estos últimos estudios de opinión, ni disidentes chavistas, opositores radicales, opositores de centro o los llamados colaboracionistas, logran calar en un gran sector del electorado.

Crisis interna

El temor a una crisis interna en el PSUV es una realidad que se ha reflejado en las propias actuaciones y pronunciamientos de Maduro, Rodríguez y Cabello en los últimos meses.

El pasado 4 de febrero, en un evento para celebrar el fallido golpe de Estado que lideró Hugo Chávez en 1992, Maduro lanzó un ataque sorpresivo en contra de supuestos enemigos internos del chavismo y la revolución. Maduro alertó a sus seguidores de que existen “traidores y divisionistas” dentro de las filas de la revolución. También respaldó la descalificación que propinó Jorge Rodríguez, uno de los principales actores de la cúpula gobernante, al dirigente del Partido Comunista de Venezuela, Oscar Figuera, en el Parlamento madurista.

Ese mismo tono lo han reproducido dirigentes como Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez e Iris Varela.

Una historia de intolerancia

En el PSUV el debate, la libertad de opinión y la libertad de tendencias ha desaparecido. La frase militar implantada en las Fuerzas Armadas de la Revolución: “Leales siempre, traidores nunca” parece ser el mantra que rige en todo el chavismo de hoy con Maduro a la cabeza.

La Organización no Gubernamental, Provea, en un estudio presentado en 2019, llamado “Persiguiendo al chavismo”, señaló que, de acuerdo a las dimensiones del antipluralismo que caracterizan a los populismos del siglo XXI, del cual forma parte Nicolás Maduro, en su gobierno se ha impedido, mediante diferentes mecanismos, las expresiones de disentimiento y el ejercicio de sus derechos políticos a personalidades que apoyaron a Hugo Chávez o que forman parte de la identidad política “izquierda”, acusándoles de ser parte, o cómplices, de la élite a la cual hipotéticamente estaría enfrentada su gestión gubernamental.

Un prontuario doloroso

Hasta 2018 la investigación pudo documentar 76 casos de violaciones de derechos humanos. De ellos, 78,5% eran  vulneraciones a derechos civiles y políticos, con 44 víctimas individuales y 8 organizaciones políticas y medios de comunicación.

Las mayores violaciones ocurrieron en el derecho a la libertad personal (30,2% del total), seguido por el derecho a la libertad de asociación y reunión (28,8%), derecho a la integridad personal (6,5% del total). Este tipo de persecución ratifica la naturaleza no democrática del régimen de Maduro. También la naturaleza estructural de la discriminación por razones políticas para su modelo de gobernabilidad, indica el estudio.

Voces disidentes

“La virulencia con la que el madurismo ataca a la disidencia chavista; la brutalidad como la castiga, deja la sensación de que ella es su verdadero miedo como poder alternativo” expresa el ex ministro Andrés Izarra desde el exilio.

El ideólogo del exitoso modelo conocido como “Hegemonía comunicacional” hoy plantea que “enfrentar el transformismo madurista es la tarea fundamental que se le impone a la izquierda democrática del país. Es la tarea política fundamental de los chavistas”.

Plantea “la necesidad de reconstruir un aparato político para el pueblo. Esto significa re-andar el camino que Chávez allanara cuando llamó a la creación del Polo Patriótico, una amplia alianza de factores que, conservando su independencia, deciden andar juntos en aras de un objetivo político común, desplazar al madurismo del poder”.

Una revolución traicionada

Rafael Ramírez rescata el concepto que en su tiempo utilizó León Trotsky, el principal disidente de la URSS bajo la conducción de Stalin: “La Revolución Traicionada”, para identificar lo que significa el madurismo en Venezuela, y lo antepone al chavismo.

Así señala que “de la Revolución Bolivariana no queda nada: ni sus instituciones, ni sus leyes revolucionarias, ni su Constitución y garantías, ni de los Derechos Humanos, ni de su democracia participativa y protagónica; no queda nada del Plan de la Patria, ni de la Plena Soberanía Petrolera. Ni de la PDVSA del Pueblo, ni de su economía, ni de sus empresas estatales; no queda nada de sus conquistas sociales, ni de sus Misiones o Grandes Misiones, ni del Poder Popular, ni de las conquistas laborales, ni de su «vivir bien» y mucho menos del Socialismo”.

Pax a sangre y fuego

Refiere que “el madurismo se ha repartido el país, su economía y empresas entre su nueva oligarquía y «agentes». Esto ha revertido -afirma-  las conquistas políticas y sociales de la revolución, entregando así un país “pacificado” a sangre y fuego por el las fuerzas policiales FAES (Fuerza de Acciones Especiales de la Policía Nacional), DGCIM (Dirección General de Inteligencia Militar) y SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia, la policía política),.

De modo que el país sea despojado de sus riquezas petroleras y minerales por el capital trasnacional, «el cual dispondrá para su explotación de la absoluta impunidad que le da la llamada ‘Ley Antibloqueo’, y de una mano de obra semiesclava, empobrecida y sin ningún tipo de derechos, cuyo salario mínimo es de 0,6 dólares al mes, el más bajo del hemisferio”.

Por ello sentencia el ex ministro de Petróleo y ex presidente de PDVSA que “la actuación de este gobierno no se puede calificar ni socialista, ni chavista. Esto es otra cosa. No solo ha sido el peor gobierno de nuestra historia, el más impopular y destructor, sino que le ha hecho un daño tremendo a la causa del socialismo, al presidente Chávez y al chavismo como opción política”.

Una nueva élite política

El ex ministro de Finanzas de Hugo Chávez, Rodrigo Cabezas, en un dramático texto dirigido a la izquierda mundial expresa: “Mi patria amada está sumergida en un drama humano que ha socavado los derechos más elementales de la vida en dignidad. En 100 años no conocimos tal nivel de devastación de lo económico-social, así como el eclipse de nuestra democracia y libertad. Ha sido vulnerado el acceso pleno de nuestra población a los alimentos, la salud, la educación, el salario justo, la cultura y el derecho político a elegir gobernantes sin ser perseguidos por pensar diferente”.

Asimismo denuncia que “una nueva élite política enriquecida, que no pasa la prueba de la honestidad y de la modestia de vida, está a salvo porque el poder judicial es parte de la degradación moral. Y sustenta el fortalecimiento de la impunidad descarada: el poder judicial perdió su imparcialidad, probidad e idoneidad. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de mi país es una simple sucursal del Poder Ejecutivo”.

Asimismo refiere que “La amplia mayoría popular que derrotó en las elecciones parlamentarias 2015 al Partido Socialista de Venezuela provocó la deriva autocrática de la revolución bolivariana. Para cumplir la decisión cupular de quedarse en el poder como fuera y a costa de lo que fuera, convirtió a ese proyecto político en intolerante con las ideas distintas e incapaz de aceptar democráticamente la soberanía popular que les abandonó”.

Totalitarismo gradual

“La única manera de usurpar el poder era eliminando el Estado de derecho; el totalitarismo puso a sus pies al poder judicial y electoral, a las fuerzas armadas y a la policía política para amenazar, perseguir, hostigar, detener y torturar al liderazgo social y político que les adversaba para así permitirse elecciones absolutamente fraudulentas”, precisa el ex ministro.

“Nadie que haya asumido el ideal socialista democrático puede avalar, ser indiferente, guardar silencio o atreverse a justificar el sufrimiento humano que origina una política de terror de Estado”, reflexiona.

“El proyecto del socialismo del siglo XXI en Venezuela fracasó aunque conserve el poder fáctico. Fracasó porque una nación a pesar de sus víctimas y sufrimientos se opone a la élite que la gobierna desde la usurpación y reclama un cambio político en democracia que aquellos les niegan. Esto será inevitable, un pueblo no puede ser encarcelado para siempre”, y concluye afirmando: “Eso no es socialismo democrático, no es de izquierda, no es progresista, no es humanismo”.

El peor hombre nuevo

Con ese título, el portal 14ymedio que dirige la periodista cubana Yoani Sánchez, describe el perfil de la nueva élite cubana que lleva una vida ostentosa a partir de la miseria del resto de los ciudadanos y se pregunta: «¿Todo lo que nos quitaron fue para criar estos seres arrogantes, que ni siquiera han usado su riqueza para cultivarse?».

Con esa interrogante aborda el caso del nieto de Fidel Castro: Sandro Castro, cuyo video ostentando un lujoso Mercedes Benz, se volvieron virales en las redes sociales.

“Cada frase que pronuncia lo muestra como un ser volcado en el consumo, fascinado por lo material, con muy poca cultura, escaso vocabulario y mucha necesidad de mostrarse adinerado. ¿Es este el ‘hombre nuevo’ incubado en el mismo clan familiar que nos envió a escuelas en el campo, nos trató como sobrios soldados y nos obligó a renunciar a nuestra individualidad? ¿Es hijo del hijo de aquel que siempre nos quiso humildes y obedientes?”.

“¿Los nietos de aquellos que bajaron de la Sierra Maestra siguen siendo como aquel bisabuelo y campesino de Birán -despótico y engreído- pero ahora con mansiones en La Habana, impunidad absoluta y privilegios inalcanzables para otros cubanos? . ¿Han gastado parte de los recursos del país en mantener a estos caprichosos y groseros chiquillos? ¿Todo fue para esto?” Se pregunta la reseña de 14ymedio.

El mito socialista

El mito socialista de la igualdad ha mostrado su apetencia hacia la acumulación de riqueza de sus líderes, no solo en los nuevos proyectos socialistas del siglo XXI, sino que es algo que se venía produciendo desde los principales modelos asiáticos. Comenzando por China en donde los principales líderes del Partido Comunista y altos jefes militares son los principales propietarios y accionistas de las grandes empresas y proyectos económicos.

Ocurrió en países pequeños como Vietnam, Camboya y Laos. En Corea del Norte el poder heredado de la élite, encabezada por Kim Jong Un, es la dueña de la economía impuesta sobre reiteradas hambrunas que dejan cientos de miles de muertos, con mano de obra esclava a la que se le impide emigrar. Rusia abandonó el comunismo; pero, los principales líderes de la desaparecida URSS se convirtieron en los principales propietarios de las industrias y los nuevos negocios.

La nueva disidencia chavista venezolana no rompe con el socialismo; mantiene aún la simpatía por el modelo cubano y los restos ideológicos de “socialismo e igualdad”.

En la teoría ese socialismo renace con nuevos actores montados en el llamado globalismo.

Mirar para otro lado

Dejan de lado las experiencias recientes vividas en América Latina con los casos de la demostrada corrupción y ostentosa vida que llevó Luis Inacio Lula Da Silva. También ignoran a la millonaria pareja Kirchner y sus oscuros negocios; las prebendas de las que disfrutaron Evo Morales y Rafael Correa y la autocracia socialista de Ortega en Nicaragua.

Este sector disidente aún percibe a todas las corrientes opositoras democráticas liberales como “proimperialista” y ambos bandos siguen mirándose como enemigos. Sin embargo, la extrema polarización no solo es un caso venezolano; sino que es el signo que está imperando en todos los países del bloque occidental, especialmente en los países desarrollados.

La Venezuela de Maduro se encamina a construir una nueva élite económica que busca dominar la política y la economía.

No es una apertura económica clásica sino la creación de un nuevo modelo inspirado en la evolución de los estados neocomunistas. Esos modelos encontraron a su mejor aliado en el gran capital manejado sin normas y regulaciones internacionales. De allí la alianza con las principales autocracias mundiales. Este es el nuevo escenario en el que conviven el gran capital y la autocracia cívico-militar. Es allí en donde tratan de abrirse paso en Venezuela tanto el chavismo disidente como quienes se identifican con un estado democrático y liberal.

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