Deportes

Para la FVF, fumar cura el cáncer de pulmón

Nada de lo que escriba puede sorprender al lector. Ni usted ni yo hemos perdido la capacidad de asombro, pero la decisión de un campeonato de primera división con 20 equipos no es más que la confirmación de la mayor de las aberraciones que nuestra dirigencia ha ideado: darle cigarrillos al enfermo de cáncer.

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(radiofeyalegrianoticias.net)

Comencemos por el nombre de este disparate: Torneo de Adecuación. ¿Adecuarse a qué? ¿Acomodarse a qué? Uno, que aún es libre de escribir y expresar lo que siente y cree, no puede sino darse cuenta que acá lo que hay es una clara intención de que todos los que hacemos vida en este deporte, nos acomodemos a la mediocridad y demos por sentado que cada esperpento que se apruebe en las oficinas de la FVF debe ser aceptado, y hasta celebrado, como si esas innovaciones fuesen tal cosa y no tristes copias de modelos externos fracasados. Hemos sucumbido ante otro de nuestros deportes nacionales: copiar y pegar; el contexto que se vaya al carajo viejo.

Pero vayamos al fondo de la cuestión: un fútbol que apenas da su primer paso en la valoración de los procesos formativos ahora se da el lujo no de fiscalizar esas etapas del aprendizaje, sino que con la aprobación de un torneo de 20 equipos le exige a quienes tengan la buena intención de cumplir con los plazos que exige la enseñanza y la pedagogía, que se apuren, porque acá hay que sumar juveniles en primera división para callarle la boca a los pendejos como Benedetti, esos que se quejan y nunca ven nada bueno.

Sea usted mismo quien saque sus propias conclusiones: ¿De qué sirvió la expansión de 2007? Todas las cifras son negativas: hay más deudas; mayor influencia del estado en un deporte PROFESIONAL; menor difusión y promoción; menor asistencia; peores resultados internacionales; más atropellos a jugadores y entrenadores, y hasta el momento, la selección nacional, quien idealmente debería nutrirse y beneficiarse del estado del campeonato doméstico, aún no tiene un recambio natural para la posición de lateral izquierdo. No quiero pensar qué pasará cuando Juan Arango se despida…

Aquel aumento de equipos de 2007 fue únicamente sostenido por la emoción que generó la Copa América en nuestro país. Tal cual escribe Jován Pulgarín en su columna de esta semana, en nuestro país “se felicitan los comentaristas y narradores, los articulistas, analistas, espectadores, jugadores, técnicos, los delegados de campo y hasta los vendedores de cerveza”, porque lo importante es aparecer en la foto, saltar, gritar y vender emociones tan superficiales como el progreso al que hacen referencia.

El periodista Humberto Perozo recordaba en sus cuentas de redes sociales como queda nuestro torneo de primera división en comparación con sus vecinos:

– Argentina: 30 equipos.

– Bolivia: 12 equipos.

– Brasil: 20 equipos.

– Colombia: 20 equipos.

– Chile: 18 equipos

– Ecuador: 12 equipos.

– Paraguay: 12 equipos.

– Perú: 17 equipos.

– Uruguay: 16 equipos

– Venezuela: 20 equipos

¿Es casualidad que los dos torneos con mayores sospechas y acusaciones de corrupción (Argentina y Venezuela) hagan modificaciones similares? No lo creo.

Pero además, en los datos de Perozo -que están al alcance de quienes tengan la más mínima curiosidad- se puede observar que salvo el caso de los argentinos, los países de mayor competitividad en los últimos tiempos (Brasil, Uruguay, Colombia, Paraguay, Ecuador y Chile) mantienen aquello de que a la élite sólo llegan unos pocos.

Pero nosotros no; los venezolanos somos más papistas que el Papa y en vez de combatir nuestras miserias preferimos darle de comer a estos monstruos para que crezcan hasta ser tan fuertes que nos devoren sin mayor contemplación.

20 equipos. No hay error de redacción o interpretación. 20 equipos por el pecho, porque nosotros somos arrechos y hacemos lo que nos da la gana. ¿No le parece que así tomaron la decisión en Sabana Grande? Y digo Sabana Grande porque allí se reúnen las mentes más brillantes del fútbol criollo, aquellas capaces de idear este salto al vacío.

Hace unos días estuve en la Universidad Católica Andrés Bello compartiendo con algunos jóvenes sobre el fútbol venezolano, la censura y los medios alternativos. Alguno de ellos, visto mi pesimismo en cuanto a nuestro balompié y sus actores, me cuestionaba las razones por las que me mantenía haciendo mi trabajo. Sólo atiné a responderle que no sabía hacer nada más y que lo mío era un simple acto egoísta. Su pregunta volvió a aparecer hace un par de días, cuando almorzando con Martí Perarnau, le pregunté si realmente pensaba que la batalla estaba perdida, y él, con la sabiduría y paciencia que lo caracterizan, me decía que sí, que los grandes medios y la ausencia de curiosidad nos convertían a los que creíamos que había algo más allá del pensamiento convencional en perdedores de una guerra que jamás protagonizaremos.

Sostengo que me quejo porque no soy lo que estos dirigentes deciden que sea el fútbol venezolano y porque, como decía Dante Panzeri, “Yo no pretendo arreglar el fútbol ni el país ni el mundo. Sólo pretendo que los que mandan y están para eso, intenten arreglarlos. Y si no quieren arreglarlo, o no saben, o no pueden, me conformo con que sepan que yo no estoy desarreglado ni doy mi conformismo ni resignación a ese desarreglo. En fin: sólo pido que me dejen tirar la bronca, que tirando la bronca fue que se hicieron las cosas por las que todavía no la tiramos. Y merced a quienes tiran la bronca hay quienes se pueden lucir arreglando lo que la hace tirar”.

En fin, que yo me niego a repartir cigarrillos.

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