Venezuela

Paramédicos de la Cruz Verde llevan a la OEA las peores heridas de las protestas

Paramédicos de la Cruz Verde presentaron ante la OEA pruebas de los traumatismos craneales, las heridas por arma de fuego y los casos de asfixia que atendieron durante más de tres meses de protestas producto de la represión de las fuerzas de seguridad del Estado venezolano

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FOTO: Juan Barreto / AFP

Los paramédicos de la Cruz Verde asistieron a la última audiencia de la Organización de Estados Americanos en la que se decidirá si se llevará el caso de Venezuela a la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. Ante un panel de expertos, Federica Dávila, directora de la asociación de primeros auxilios, y George Simon, médico cirujano, presentaron los incidentes que presenciaron en 60 manifestaciones entre abril y julio de 2017 en las que atendieron a 5.000 pacientes.
Fracturas craneales, heridas por perdigones y objetos metálicos, asfixiados y el fallecimiento de uno de sus voluntarios nutrieron la exposición que apoyaron con fotografías y videos.
En las estadísticas que presentaron ante la OEA, los representantes de la Cruz Verde explicaron la evolución de las lesiones que sufrieron las víctimas de la represión de las fuerzas de orden público del gobierno de Nicolás Maduro: al inicio del ciclo de manifestaciones los asfixiados constituían la mayoría de casos atendidos pero, a medida que avanzaban las semanas, la violencia se incrementaba y tenían ante sí pacientes con fracturas y heridas por armas de fuego.
«Atendimos a muchos heridos por elementos contundentes. Otros lesionados por metras o cabillas. Estabilizábamos en el sitio y luego los trasladábamos inmediatamente. Tuvimos que improvisar camionetas pick up con voluntarios, con equipos y personal médico», explicó Simon.
Dávila aclaró que los insumos y equipos médicos que utilizaban los obtenían de donaciones que recibían del exterior pues en Venezuela, con escasez de 90% según la Federación Farmacéutica de Venezuela, no están disponibles.
La propia estrategia de los paramédicos tuvo que adaptarse a la escalada de la violencia. Los voluntarios y equipos que solían entrar a pie a socorrer a manifestantes debieron optar por andar en motos o camionetas, «ya no era seguro tener personas que no pudieran ser extraídas en cuestión de segundos del conflicto», dijo la joven, estudiante de cuarto año de Medicina.
A la audiencia llevaron exámenes médicos que apoyaban los casos que relataban. Presentaron radiografías de traumatismos craneoencefálicos por impacto de bombas lacrimógenas, fotografías de proyectiles de plástico y acero extraídos del cuerpo de manifestantes heridos, y un traumatismo de tórax de un paciente que falleció (como el caso de Juan Pablo Pernalete, asesinado en Altamira).
«Cuando comenzamos la labor de formar a los voluntarios en abril les hablábamos de lesiones anecdóticas, yo como cirujano con 30 años de ejercicio no había visto muchas de esas heridas. Al final de los 4 meses, tuvimos la desafortunada oportunidad todas las lesiones que se mencionaban en el curso como propias de zonas con conflictos armados)», apuntó Simon.
También las agresiones en contra del propio equipo de la Cruz Verde fueron expuestas. Dávila comentó las ocasiones en las que los voluntarios fueron asediados por contingentes enteros de la Policía Nacional Bolivariana y asfixiados con lacrimógenas -a pesar de estar plenamente identificados como grupo de primeros auxilios-, el momento en el que uno de los voluntarios fue herido en una pierna con perdigones disparados por un funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana, y la muerte de Paúl Moreno, paramédico atropellado en una manifestación en Maracaibo.
El panel de expertos se limitó a escuchar. Al finalizar la exposición, preguntaron varias veces si en algún momento el Estado había solicitado a la Cruz Verde información sobre las incidencias y si se habían disculpado con los paramédicos por las agresiones que sufrieron violando el derecho internacional. «Nadie ha rendido cuentas de manera pública», dijo Simon.
El Estímulo reportó algunos de los daños que la represión ocasionó a los manifestantes.
El 19 de abril, Andrés Guinand saltó al río Guaire, en Caracas, para huir de las bombas lacrimógenas que lanzaban los cuerpos de seguridad contra la marcha opositora en la autopista en Caracas. Cuando salía del río, una bomba le pegó en la frente y lo tumbó.
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El incumplimiento de los reglamentos nacionales e internacionales de control de orden público le costaron un riñón y la vesícula a Manuel Melo Beroes, luego de haber recibido, hasta tres veces, el impacto directo al cuerpo de la ballena de la GNB.
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El 3 de junio, la Policía Nacional Bolivariana le vació el ojo derecho a Alfredo Duque de un perdigonazo. La represión de una protesta en la cual no participaba destrozó sus vasos oculares y redujo su visión a la mitad.
15062017 Alfredo Duque Andrea Hernandez/EL ESTIMULO
Y, justo durante una “marcha contra la represión”, las fuerzas del Estado se lucieron: el impacto en el pecho de una lacrimógena disparada a muy corta distancia paralizó el corazón de Óscar Navarrete durante media hora y lo sumió en un estado vegetativo del que salió casi un mes después.
Oscar Navarrete, Venezuela, Portestas]]>

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