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Perfil: Raúl Castro el hombre del deshielo entre Cuba y EEUU

Artífice del deshielo con Estados Unidos, el presidente cubano, Raúl Castro, fue más pragmático que su hermano Fidel y logró lo impensable: reconciliarse con el enemigo sin hacerle grandes concesiones políticas. Raúl salió de la sombra en julio de 2006, cuando un repentino problema de salud forzó a Fidel a cederle el poder. A partir de ahí el discreto ministro de las Fuerzas Armadas (de 1959 a 2008) se fue imponiendo como el hombre fuerte de la isla de gobierno comunista con el apoyo de los militares.

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Una vez consolidó su control, este hombre de 84 años, que oculta su aguda mirada detrás de unas finas gafas, comenzó una tímida apertura a la economía de mercado tras décadas de vigencia de un modelo de inspiración soviética, que cayó en crisis.

Paralelamente alcanzó una serie de éxitos diplomáticos que le permitieron conquistar nuevos amigos, mientras que la situación en Venezuela, principal aliado político y económico de la isla, empezó a deteriorarse día a día.

Cuando Fidel Castro dejó la presidencia, “Venezuela y (su expresidente Hugo) Chávez parecían poder proporcionar a Cuba una tabla de salvación por largos años. Pero eso cambió, al igual que la actitud del gobierno norteamericano de (Barack) Obama”, señala Paul Webster, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Boston, en Estados Unidos.

En los dos últimos años, el general Castro no escatimó esfuerzos en el terreno diplomático: reforzó los agrietados lazos con Moscú y Pekín y renovó relaciones con la Unión Europea. Supo, además, responder al discreto llamado de la administración Obama para iniciar a finales de 2014 un acercamiento espectacular con el antiguo enemigo de la Guerra Fría.

Tan reservado y paciente como Fidel, pero sin el carisma de éste, Raúl centró su estrategia en diversificar alianzas para atraer inversión extranjera, sin depender de un solo socio, en un país donde el Estado todavía controla el 80% de la actividad económica y escasean las divisas.

Y mientras despliega esta nueva política, no hace ninguna concesión importante en asuntos internos como de derechos humanos, salvo por la excarcelación de 53 disidentes en la antesala de la reconciliación con Estados Unidos.

“El pueblo cubano no renunciará a los principios e ideales por los que generaciones de cubanos han luchado durante medio siglo”, afirmó en diciembre pasado Raúl Castro.

Desde que llegó al poder “hubo pocos cambios sustanciales en el seno del partido único o en materia de tolerancia con la diversidad de opinión o los grupos de la oposición” ilegal, asegura Jorge Duany, del Instituto de Investigaciones sobre Cuba de la Universidad de Florida.

¿Fidel tras bambalinas? ​

La mayoría de observadores sostiene que el acercamiento con Washington no hubiera sido posible bajo el gobierno de Fidel, pero todos coinciden en que el patriarca de la revolución dio su visto bueno. A los 89 años, Fidel sigue vigente, tras bambalinas, pese a los recurrentes rumores que circulan sobre el deterioro de su estado de salud.

“Es muy difícil imaginarse a Fidel Castro recibiendo a un presidente norteamericano en Cuba, pero hay que subrayar que Raúl y Fidel trabajan juntos, y que Fidel reconoce la necesidad de un acercamiento a Estados Unidos”, opina Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano.

De hecho, Fidel no se opuso a la reanudación de las relaciones diplomáticas entre los dos países en julio pasado, ni a la visita del secretario de Estado, John Kerry, para izar la bandera de Estados Unidos en La Habana.

Junto a su hermano, Raúl organizó y tejió pacientemente una red de fidelidades y lealtades. Para muchos historiadores, es esta red la que le permitió al régimen sobrevivir, no solo a los ataques del “enemigo imperialista” norteamericano, como le llaman, sino también a la caída del “gran hermano soviético” que agonizó a finales de los 80.

Pero en un momento en que las empresas europeas y norteamericanas están listas para saltar a un mercado casi virgen de 11 millones de personas, Cuba empieza a proyectar el futuro sin los hermanos Castro. Raúl ya anunció su retiro del poder en 2018.

“Raúl está contento de observar un aumento del turismo estadounidense (visitantes) y de los envíos de dinero de los cubanoamericanos”, sostiene Webster, exembajador británico en Cuba.

La diáspora cubana envió en 2015 unos 1.500 millones de dólares a la isla, según cálculos independientes. Webster cree que Raúl todavía tiene margen para seguir poniendo condiciones en la relación con Estados Unidos tendientes a mejorar la situación económica de la isla, sin “tocar los fundamentos de la revolución cubana”, como el de la igualdad social. “El sabe que la revolución no sobrevivirá por mucho tiempo si ese fuera el caso”, enfatiza.

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