Venezuela

Julio Borges: "Este no es momento de candidatos sino de líderes"

De una forma u otra, Julio Borges se convirtió en un tipo incómodo: el gobierno lo ve como un enemigo al que hay que poner tras las rejas y en sectores de la oposición sus cuestionamientos no caen precisamente bien. Pero sigue siendo figura fundamental de Primero Justicia, uno de los partidos más fuertes de la coalición y desde el exilio no deja de analizar la realidad política y social venezolana

Borges
Raul ARBOLEDA / AFP / Archivo
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Sacar a Julio Borges de la revisión constante del drama venezolano es casi imposible. Es apenas un segundo o dos dentro de una prolongada conversación. Y él acepta que es así: desde su exilio –ahora mismo impreciso- no para de darle vueltas al asunto hasta recalentarse la cabeza.

Cofundador y coordinador del partido Primero Justicia, el de Borges es el nombre que más se repite en los señalamientos de voceros gubernamentales referidos a conspiraciones políticas, especialmente desde el atentado frustrado de 2018 que prácticamente ocurrió en cadena nacional. Desde entonces vive en el exilio –Colombia le otorgó estatus de refugiado- con su esposa y sus hijos y sobre él pesa una orden de captura.

Durante los años del chavismo en el poder, Julio Borges ha sido uno de los protagonistas principales en el bando de la oposición tanto por su posición en PJ como por su condición de diputado en la Asamblea Nacional. Bien o mal, apoyado o rechazado, a rostro lavado o ensangrentado -literalmente- por ataques del chavismo, siempre ha estado ahí. Y no tiene intenciones de hacerse a un lado ni de quedarse tranquilo.   

-¿Llevas la cuenta de en cuántas supuestas conspiraciones ha dicho gente del gobierno que estás implicado?

-En este momento estoy en cuatro juicios distintos que están abiertos por todo lo relacionado con conspiraciones militares y temas de tumbar al gobierno, etcétera, etcétera… Lo que conozco ahorita son esos cuatro, pero estoy seguro de que hay otros más subterráneos que no los he podido conocer.

-¿Eres como una especie de pagapeos para el gobierno? ¿Por qué apareces en todo?

Pagapeos no, pero sí quisieran ellos buscar la forma de neutralizarme. Yo mismo me pregunto por qué el ensañamiento y la conclusión a la que llego es que quizás la persona que más daño les ha hecho a ellos he sido yo. Eso desde el punto de vista de las cosas que han tenido grandes consecuencias para ellos. Por ejemplo, por no haber firmado la negociación en Dominicana se les cayó el mundo literalmente porque a partir de allí las elecciones presidenciales del 2018 fueron desconocidas por casi todos los países; todo lo que fue el proceso de giras internacionales en las cuales logramos legitimar a la Asamblea Nacional y buscar el apoyo internacional; el haberle quitado a Maduro el financiamiento internacional fue algo que comenzó cuando yo era presidente de la Asamblea Nacional; así como todo el tema relacionado con las protestas, las más largas quizás de América latina; y luego todo el tema de las sanciones que se han aplicado a Venezuela, las personales y las no personales, fueron medidas que nosotros gestionamos. También está el hecho de que hemos logrado penetrar todos sus círculos militares y sus núcleos de poder y creo que ellos saben que al final vamos a seguir haciéndolo. De allí el ensañamiento que tienen contra mi persona.

-Te iba a preguntar si eres un conspirador frustrado, pero con lo que acabas de decir hay suficiente como para que quieran ponerte la mano encima…

-Creo que hay que hacer lo que hay que hacer, en el sentido de que lo que está viviendo Venezuela, sin exageraciones, es el momento más grave que ha vivido el país, mucho más grave que la guerra de Independencia. Parto de una premisa clara: Venezuela es un país ocupado por otras naciones, fundamentalmente por Cuba, Irán, Rusia. Venezuela dejó de ser un país soberano. Los venezolanos tenemos que entender cuál es la dimensión de esa batalla que hay que dar. Creo que a veces no hay claridad sobre el problema que tiene Venezuela encima.

-¿Alguna vez has operado un dron?

-Sí, claro. He operado dron. Le he comprado drones a mis hijos, les encanta jugar con drones… Y me han puesto en todas las modalidades del uso del dron: autoría intelectual, financiador del dron… Es una etiqueta con la cual la dictadura me ha querido también hacer daño.

-¿Cuáles son las pruebas en tu contra en el caso del atentado con el dron?

-Lo desconozco, honestamente. He tratado de buscar en ese juicio y en otros cuáles son las pruebas en mi contra. Lamentablemente, no hay acceso a la información y hasta donde sé, se trata de testimonios forjados, de una especie de combo de acusaciones que en todos los expedientes es igual: terrorismo, financiamiento del terrorismo, lavado de capitales, conspiración militar… Es un recorte y pega que se repite en todos los casos.

Cuando pusieron preso a mi amigo Fernando Albán y logró después hablar con su abogado, lo que relató es que las torturas eran para que me relacionara a mí con conspiraciones militares. Y otros militares que han estado presos me han dado el testimonio de que los han torturado para implicarme en otros expedientes.

Pruebas no tienen porque no existen. Yo sí me siento comprometido con el hecho de que tenemos que lograr un cambio en el país y tenemos que recuperar la democracia. Quien está recuperando la democracia no está dando un golpe de Estado sino que está salvando al país de quienes todos los días dan un golpe de Estado contra la Constitución. Son dos cosas muy diferentes.

-¿Esa especie de silogismo incluye conspirar?

-Conspirar es una palabra cuya etimología en latín significa “inspirarnos juntos”, conspirar es “vamos a inspirarnos todos”. Y yo sí creo que esto aplica muy bien al caso venezolano. Todos los venezolanos tenemos que inspirarnos juntos para ver cómo logramos el cambio político en el país. No hay que dejar que te pongan a ti la etiqueta de que estás siendo violento o que estás fabricando un golpe de Estado, sino todo lo contrario: lo que estás es dando una lucha para recuperar una Constitución a la que violan todos los días, para recuperar una democracia a la que han destruido y para lograr un sistema digno de derechos humanos. Tenemos que rechazar que nos pongan la etiqueta de conspiradores simplemente por querer un cambio democrático en el país.

-¿Tienes tantos contactos entre militares como dicen las acusaciones en tu contra? Uno las lee y parece que tuvieras una oficina de reclutamiento…

-Me he tardado muchos años en construir relaciones de confianza, relaciones del más alto grado y de la más alta calidad dentro de las fuerzas armadas, y lo que me he conseguido es una Fuerza Armada que no quiere a Maduro, que también quiere un cambio. Pero lamentablemente, es una Fuerza Armada que está tan perseguida y tan reprimida como el resto de la sociedad. Y te doy un dato claro: más de 80% de los presos políticos en Venezuela son militares.

Quizás uno de los peores errores que ha cometido la oposición venezolana es que en todos estos años no ha sabido construir una narrativa, un discurso y una acción, que permita enamorar a las fuerzas armadas, hacerlos parte del cambio político. Esa es una tarea pendiente y muy importante.

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Julio Borges al recoger el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia que concede el Parlamento Europeo en nombre de la oposición democrática de Venezuela durante una ceremonia en el PE, en Estrasburgo, Francia, el 13 de diciembre de 2017. (EFE/ Ian Langsdo)

-Desde el lado del público opositor, especialmente el que se expresa en las redes sociales, también llevas palo con frecuencia. ¿No es muy ingrato el ejercicio de la política en Venezuela?

-La política siempre es ingrata en cualquier parte del mundo, porque la política y los políticos al final siempre vamos a ser los responsables de todo. Fundamentalmente de lo malo. En el caso venezolano en este momento es mucho más duro porque había una expectativa cierta, real, de que estaban dadas las condiciones para un cambio político y el país se siente muy frustrado porque eso no se logró. El país siente que se ha hecho mucho, que se ha sacrificado mucho, que se ha volcado muchísima energía en eso y al final no se ha logrado. Eso crea un sentimiento de frustración en mucha gente que la dictadura aprovecha para buscar que haya esa especie de fuego cruzado contra la dirigencia política. Es algo que entiendo perfectamente porque después de 20 años de lucha la gente se pregunta “¿y nosotros cuándo vamos a salir de esto?”. En este momento, cuando hay la mayor crisis de liderazgo, la gente tiene una visión muy dura contra la política porque siente que es un instrumento que no le va a servir para el cambio. Es como si tuvieras un carro que no tiene motor: no te sirve. Eso es lo que siente la gente sobre la política en este momento y particularmente sobre el liderazgo opositor.

-Pero además se siente algo como “vamos a dejar esto así, ya no hay nada qué hacer…”.

-Ese es el peor sentimiento. Es como que se tiró la toalla y hay una especie de acomodo porque no se ganó el juego: si no puedes contra ellos, únete. Eso lo hay, pero siento que es absolutamente transitorio. Creo también que eso se reduce a unos pequeños sectores dentro de la sociedad. Y creo que en el pueblo la gente está a la expectativa, esperando un mejor momento para poner lo que haya que poner para que haya un cambio democrático. Ahorita vimos una serie de manifestaciones a nivel magisterial que demuestran que la gente está dispuesta a seguir luchando con o sin políticos, con o sin medios. Eso está latente y en su momento va a florecer. Pero sí ha habido algunos acomodos peligrosos en ciertos niveles de la sociedad venezolana que están pensando en cómo salvarse más que salvar al país.

-Esos ciertos niveles que mencionas incluyen a parte de la dirigencia empresarial…

-Habría que ver qué es dirigencia empresarial. Creo que hay todo un grupo de empresarios que están luchando y tratando de sobrevivir, pero así como existen los alacranes de la política también existen empresarios alacranes que son fabricados por el régimen para mostrar esa fachada de que tiene a empresarios de la oposición y a partidos de la oposición. Se ha creado esa especie de pantano en el cual está conviviendo mucha gente. Eso es algo que hay que combatir y hay que lograr que sea clara la lucha en Venezuela: por la democracia, por una economía sana, una lucha por derechos humanos y no este pantano que tenemos ahorita en el que todo el mundo está viendo cómo sobrevive.

-Existe la creencia de que vives a todo lujo fuera de Venezuela… ¿Qué haces para mantenerte, para generar ingresos, donde estás?

-Eso es parte de la narrativa que permanentemente utiliza la dictadura… A mí me ha tocado hacer lo que tiene que hacer cualquier persona: buscar cómo mantenerse afuera. Soy miembro de un escritorio de abogados estadounidense; tengo también una pequeña consultora con la que genero mensualmente informes sobre Venezuela a los que están suscritas empresas, gobiernos y personas preocupadas por el tema venezolano. Al mismo tiempo, mi esposa Daniela, que es periodista, trabaja en temas de redes sociales. Con eso hemos logrado vivir como corresponde, en el sentido de que no tenemos lujos. Tuve una oficina prestada en Bogotá, pero demolieron el edificio. Eso es lo que nos toca a quienes estamos viviendo afuera, son cuatro años ya y lo que nos toca es reinventarnos. Yo estoy orgulloso de lo que estoy haciendo, también estoy orgulloso de estar estudiando: estoy terminando mi doctorado en filosofía en la Universidad Santo Tomás, en Bogotá, me falta solamente la tesis. Lo que he hecho es eso: seguir trabajando en política, seguir trabajando para generar ingresos y seguir estudiando para formarme mejor y continuar en la lucha para cambiar a Venezuela.

-¿Qué haces para distraerte y parar un rato de pensar en este juego trancado que es Venezuela?

-Yo estoy todo el día pensando en cómo entrarle a esto… Si eres fanático de la Guerra de las galaxias recordarás que la Estrella de la Muerte que parecía tan poderosa tenía esa especie de hueco, muy pequeño, que podía implosionarla completa: yo estoy todo el día pensando en dónde es esa grieta por donde podremos implosionar a esta dictadura. Pero la manera de no recalentarme el coco es el doctorado en filosofía, que me permite enfriar y ver las cosas a distancia. Estoy haciendo mi tesis sobre la posmodernidad y la democracia, así consigo esos oasis para pensar las cosas de una manera diferente. Y, por supuesto, compartir con mi familia y ver cómo puedo ayudar a que mis chamos crezcan con una visión clara como ciudadanos y como venezolanos aunque estén lejos de nuestro país. Es algo que me atormenta mucho también.

-Dices que no vives con lujos, pero tienes ocupaciones, estudios… parece que estás bien. ¿Si pudieras hacerlo, te devolverías ahora mismo a Venezuela?

-En este momento sería ver qué significa volver a Venezuela. Eso para mí está impedido porque tengo orden de aprehensión judicial, pongo un pie en el país y voy a la cárcel…

-Por eso digo que si pudieras… Si te garantizan que puedes venir tranquilo…

-Creo que si eso pasa es porque hay un vuelco en el país de tolerancia a una apertura democrática o electoral, que no está planteada. He demostrado que en este momento se puede hacer mucho más daño a la dictadura desde afuera, pero me encantaría volver a mi país. Es lo que más quisiera porque ahí está mi gente, mi familia, están mis compañeros de lucha de Primero Justicia y siento que puedo también hacer mucho dentro de Venezuela.

-En diciembre de 2021 renunciaste a tu cargo como Comisionado de Relaciones Exteriores del gobierno interino y dijiste: “No hay ruta, no hay unidad y no hay estrategia”. En este momento qué hay, porque nada de eso parece haber…

-Todo el proceso del año 2019 del gobierno interino no nació de un momento para otro, tardó muchos años en construirse. Y costó mucha gente en la calle, costó mucha gente asesinada en la calle o asesinada como Fernando Albán o el capitán Acosta Arévalo. Eso logró nada más y nada menos que el apoyo más importante que occidente le ha dado a un país que vive bajo dictadura. Desde la Segunda Guerra Mundial no se veía algo así. Eso costó mucho. Y fuimos de los que más ayudamos a que eso se construyera: el triunfo en la Asamblea Nacional en 2015 que fue liderado fundamentalmente por Primero Justicia, las manifestaciones de calle, lograr el reconocimiento internacional, no haber firmado en Dominicana, lo que llevó a que el mundo deslegitimara a Maduro… Eso fue la construcción de una presión interna y externa como nunca se había logrado.

En el año 2019 se cometieron errores importantísimos, como el tema de Cúcuta, del 30 de abril, como el diálogo en Barbados, que desinflaron esa presión. Y lo que quiero responder de manera concreta es que en lugar de reinventarse, de redefinir, de saber cómo adaptarte a algo que ha cambiado alrededor –América Latina, el propio país, Estados Unidos- se quiere seguir pegado como si estuviéramos en enero de 2019. Y eso es otro error. Desde que yo renuncié hace un año ese vacío de estrategia, esa crisis en la unidad, ese no saber cuál es el camino, lamentablemente, sigue vigente. Es urgente que dentro y fuera del país se sienta que hay un solo plan de vuelo, que hay un liderazgo claro y que hay una ruta política clara para transformar al país.

Seguimos paralizados en el tiempo y por eso hay esa sensación de vacío tan grande, no solo en nuestro pueblo sino también en los aliados internacionales.

-¿La comunidad internacional no está harta ya de Venezuela? Algo así como “ahí vienen los venezolanos otra vez con el mismo cuento”.

-La comunidad internacional, con la que uno trata de hablar permanentemente, está muy preocupada por Venezuela. Les preocupa el drama de la migración, les preocupa muchísimo la penetración de países que tienen agenda antioccidente, como el caso de los iraníes, los rusos. Esa preocupación existe. Y si a eso le añades la vinculación con el crimen organizado, la preocupación sobre Venezuela es máxima. Lo que pasa es que tenemos que entender que el mundo no nos va a salvar, el mundo nos puede ayudar, apoyar, acompañar, pero la solución tiene que ser venezolana. No es que están hartos de nosotros en la comunidad internacional, sino que están ávidos, ansiosos, de saber cuál es el plan de los venezolanos para seguir luchando por el cambio político, porque no lo ven. Esa es claramente la mayor preocupación de los aliados internacionales.

-¿Y quién está trabajando en ese plan? Ahora todos parecen estar enfocados en las primarias y en las futuras presidenciales

-Esa no debería ser nuestra discusión. Este no es un momento de candidatos, sino de líderes. Me preocupa mucho que la discusión del 2022 y del 2023 se vaya en el tema de las primarias, en las candidaturas presidenciales. Hace unos meses logramos una reunión en Panamá con los líderes de todos los partidos de la Asamblea, nos fijamos un plan de trabajo importante que se ha ido cumpliendo, pero falta más. Y falta en este momento que haya una especie de sacudida y mayor desprendimiento para entender que lo que hay que crear es un gran movimiento de resistencia democrática y social que reconecte con el país en los temas que importan –salarios, derechos humanos, temas sociales- y no pensar que estamos en un país democrático que va a unas primarias y después a unas elecciones, como si no estuviera pasando nada. Eso es un gran error y es también la atmósfera de normalidad que Maduro quiere transmitir.

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En la calle, en otros tiempos (FEDERICO PARRA / AFP)

-Ya que hablamos de las primarias… ¿Por qué tanta gente rara cree que puede ser presidente en este país? ¿Qué es lo que buscan en realidad esos que no tienen el más mínimo chance de nada y sin embargo anotan sus nombres?

-Esa es una gran pregunta. Siempre recuerdo a Rómulo Betancourt cuando decía que desde que Aristóteles dijo que el hombre era un animal político, todos los venezolanos quieren ser Presidente de la República. Creo que hay algo de eso. Por otro lado, el vacío de liderazgo es tan grande y la pizarra se puso otra vez en cero, que entonces todo el mundo cree que da igual si se lanzan a candidatos o no. Es decir, no hay ni siquiera autocrítica o el sentido histórico para saber si verdaderamente en este momento, que es el más difícil de la historia de Venezuela, de verdad alguien tiene la posibilidad o no, o las condiciones o no, para ser candidato presidencial. Es algo que llama mucho la atención. Por eso digo que este no es momento de candidatos sino de líderes.

-Habrá unos cuantos buscando figurar para negociar algo en el futuro, cosa que es tremendamente irresponsable dadas las condiciones…

-Allí hay muchas agendas. Algunos seguramente están motivados para poner sus nombres y después negociar cosas más adelante. Otros están lanzados para dividir y han sido lanzados con los incentivos de la dictadura. Otros pensarán que el campo está abierto y puede haber una carambola porque todo el mundo está en el mismo nivel.

Hay diferentes motivaciones, pero no siento que en este momento haya la conciencia política para decir cómo creamos de nuevo un movimiento político y social fuerte para que, reconectando con el país, luchando por condiciones electorales y para que luego ganemos legitimidad dentro y fuera de Venezuela, por último nos planteemos el tema de una candidatura presidencial. Creo que estamos cometiendo el error de querer construir primero el techo y después la casa monopolizando el discurso político en el tema de las primarias, que hoy es muy lejano para la mayoría del país. Hay que meterle más conciencia a la dirigencia política porque el orden de las cosas, en mi opinión, debe ser totalmente diferente a lo que estamos haciendo ahora.

-¿Primero Justicia ya está evaluando cómo será su participación en las primarias?

-La verdad es que no. Todavía no nos hemos reunido para eso. Hay que dar esa respuesta, pero queremos privilegiar el tema social. Y de allí, por ejemplo, lo que hicimos sobre el Metro de Caracas, por lo que salió Maduro a caernos encima y a insultarnos, pero obligó a que ellos tuvieran que meterse por lo menos a maquillar al Metro. En PJ estamos muy claros en que lo que nos toca en este momento es reconectar con lo social y no convertir a las primarias en la única conversación política.

-Sin mencionar a nadie en particular, ¿cómo debería ser, qué debería tener el candidato o candidata de la oposición para ir de verdad con fuerza a unas presidenciales?

-La cualidad más importante que debe tener esa persona es la capacidad de unir al país. El país está fragmentado, desperdigado, atomizado… Es un país que perdió el cemento. Esa persona tiene que tener una gran capacidad para unir al país y hacerlo de modo tal que quede claro que lo único que sobra son Maduro y su gente.

-¿Cuál es la lección más importante que se aprende haciendo política desde el exilio?

-Más que la lección es el hecho de que uno puede saber que cada cual tiene un rol que debe cumplir y que estar en exilio –como estoy yo- no significa desconectarte de la política, sino que en el mundo de hoy puedes hacer actividad política con una enorme incidencia en lo que está pasando en tu país. El problema venezolano hoy está más internacionalizado que nunca. Una de las cosas que he aprendido es que tú puedes estar en Júpiter, pero puedes tener los pies más en la Tierra sobre lo que está pasando que mucha gente que vive en Venezuela. Aquí también nos tratan de dividir, como se hizo en Cuba, entre los que están adentro y los que están afuera, y aceptar eso es un gran error. Quienes estamos afuera jugamos un papel y los que están adentro juegan otro, pero tiene que haber un solo equipo. Y eso hay que lograr sincronizarlo.

-¿Entre tantas posibles cuál es la lección más importante que ha debido aprender la oposición en esta lucha contra el chavismo y que parece que no ha terminado de captar todavía?

-Son varias. Creo que las jugadas unilaterales le han hecho mucho daño a la oposición. El hecho de no tener una narrativa clara, confiable y atractiva para la Fuerza Armada, me parece que también es otra lección por aprender. El hecho de no tener un testimonio claro de que puedes lograr gobernar mejor el país y de manera más transparente que Maduro, me parece otro error. También me parece que se ha abandonado la agenda “de carne y hueso” de nuestro pueblo, la agenda social, y solamente se logran comunicar cosas políticas que hoy son muy ajenas a la gente. Y le añado a eso que hay que quitarse de la cabeza que nos van a venir a salvar de afuera. De afuera lo que pueden hacer es ayudarnos, pero solo los venezolanos pueden salvar a Venezuela. Eso es algo que debemos tener absolutamente claro. Y creo que también es fundamental que tiene que convivir toda la unidad posible con toda la diversidad posible. Es decir, unidad no es uniformidad, unidad es que todo el mundo esté trabajando por el mismo propósito, con sus características, con sus discursos, con sus estilos.

-La unidad es una idea que manoseamos desde hace tanto tiempo que vale preguntarse: ¿no será que no se puede dar y esa no es realmente la vía?

-Cuando quieres construir una solución política y democrática no hay otra ruta que no sea la unidad. Veamos un escenario claro: ¿qué es lo más efectivo que puede hacer Maduro para robarse las elecciones del 2024? Crear tantos candidatos como sea posible –y lo están haciendo-, crear tantos partidos políticos como sea posible –lo están haciendo-, inhabilitar y perseguir a cualquier líder que pueda emerger, cosa que han hecho y lo van a seguir haciendo. Entonces, si no hay una verdadera creencia en la unidad, es muy fácil que frente a esas trampas pierdas la oportunidad de lograr un cambio en el 2024. Es un requisito indispensable que logres unir no solo a los partidos sino a la nación entera.

-Hablando de unidad, ¿cómo es tu relación con Juan Guaidó y Leopoldo López? ¿Se comunican, solo se hablan por cosas muy específicas y formales?

-Hemos tenido comunicaciones relacionadas a cosas como la reunión que se dio en Panamá, que fue una iniciativa mía y de PJ. El propio Leopoldo estuvo allá. Hay una comunicación en términos de trabajo. Ahora, con todos los episodios que han pasado, errores que se han cometido y el estilo con el que se ha llevado el gobierno interino, la comunicación está bastante dañada tanto con Juan Guaidó como con Leopoldo. Pero sí existe la madurez para saber que a pesar de que hay enormes diferencias y reclamos muy concretos, hay que reconstruir un plan de trabajo que comprenda a todo el movimiento político.

-¿Lo que queda del gobierno interno debería desmontarse ya?

-Uno de los grandes errores del gobierno interino fue la unilateralidad, en lugar de alentar un movimiento unitario hicieron una cantidad de cosas unilaterales que fracturaron la unidad política. Y otro es la incapacidad para reinventarse: ya tenemos 2019, 2020, 2021 y 2022 y como decía Arturo Uslar, uno no sabe cómo va a entrar al escenario público, pero sí hay que tener la inteligencia necesaria para saber cómo salir. Creo que esa incapacidad de renovarse ha puesto al gobierno interino en el peor cuadrante, que es una especie de agonía lenta, de muerte por inanición. Ha perdido la oportunidad de salir por la puerta grande y de permitir construir otro capítulo y lo que está es desintegrándose de la peor manera.

-Te voy a hacer una pregunta delicada y una de ficción. Esta es la de ficción: vas caminando por una ciudad y ves que viene de frente Diosdado por la misma acera. ¿Qué haces? ¿Le dirías algo o te cambias de acera?

-Sin lugar a dudas lo emplazaría y buscaría confrontarlo y sacudirle la conciencia en nombre de lo que ha sido la destrucción de la vida de tantos venezolanos.

-La delicada es la siguiente: habiendo pasado tiempo viviendo en Colombia, ¿tienes respuesta para la interrogante sobre el origen definitivo de la arepa? ¿Es colombiana o es venezolana?

-Por supuesto que la arepa es venezolana, por más que ahorita los colombianos quieran pelearse la propiedad. Y para orgullo de nosotros, dentro de esta tragedia tan grande que da tanto dolor ver tanto talento regado por el mundo, adonde vayas vas a ver tu paquete de harina PAN desde la bodega más humilde hasta el supermercado más grande. Esa conquista de la arepa es un logro venezolano, sin lugar a dudas.

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