Venezuela

¿Por qué Leones no va a la Serie del Caribe desde hace 11 años? ¿Qué dice eso del país?

Leones del Caracas solo ha salido campeón dos veces desde que hay chavismo. En el mismo período, Venezuela solo ha ganado dos veces la Serie del Caribe. No, la Serie del Caribe no es un gran torneo, pero el hecho es: el beisbol venezolano ya no es lo que era y todo apunta a que el líder histórico de la Liga no ha podido adaptarse a un nuevo ecosistema

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Leones del Caracas

Repasar el último equipo de los Leones de Caracas que salió campeón (temporada 2009-2010) es encontrarse con otro país. El manager es un gringo (Dave Hudgens) que vino a Venezuela sin un alerta terminante de su Departamento de Estado: no viaje a ese destino debido a crimen, desórdenes civiles, pobre infraestructura de salud, secuestros, detenciones arbitrarias de ciudadanos estadounidenses y COVD-19. Hay una base de bateadores como José Castillo, Jesús Guzmán, Josh Kroeger, Jackson Melián, Gregorio Petit y Carlos Maldonado, con cinco refuerzos de lujo tomados de los equipos eliminados: Gregor Blanco, Wilson Ramos, Celestino López, Luis Maza y René Reyes. No destaca algún pitcher abridor extraordinario, pero el cuerpo de relevistas cuenta con nasty boys conocidos de la casa como Guillermo Moscoso, Orber Moreno, Juan Carlos Gutiérrez, Víctor Gárate, Darwin Cubillán, José Ortegano… Igual les dan una pela en la Serie del Caribe (1-5).

El domingo 31 de enero de 2021 comenzó la Serie del Caribe de la pandemia en Mazatlán (México) con Caribes de Anzoátegui como representante de Venezuela. Leones de Caracas no ha sumado más títulos desde aquel 2010, para una sequía de 11 años en los que ha quedado eliminado cuatro veces en la primera ronda (como acaba de ocurrir). Apenas ha ganado dos coronas en chavismo, que coincide más o menos con el período en que el club pasó a manos de miembros de la familia Cisneros, cuyo patriarca, Gustavo, también rodó en 2020 del club los 2.000 seres humanos más ricos del mundo.

No sé si esto es ya una rutina anual como la Navidad, pero sentémonos a reflexionar sobre el presente del líder histórico del beisbol profesional venezolano: 20 títulos, con una ventaja todavía relativamente holgada sobre los 12 de Magallanes. ¿Qué coño le pasa al Caracas?

Aquí puedo ponerme media hora con una paja nihilista del espíritu del deporte. En todo torneo del beisbol venezolano participan ocho equipos, solo gana uno y los otros siete se sienten miserable e inconsolablemente decepcionados, incluso el subcampeón. Uno se prepara siempre para hacer lo mejor que puede, pero las demás novenas tampoco son mochas. En el beisbol todos tienen bates y la bola es redonda. Siempre hay un factor suerte. A veces hay malas rachas que se prolongan durante años. No es fácil enfrentar un relevo generacional: le está pasando por ejemplo, en el fútbol, al Real Madrid (cuán original es el que escribe estas líneas: caraquista y madridista). Etcétera. Igual la fanaticada dura de los Leones me va a pintar un dedo medio. El Caracas tiene que ganar siempre. ¿Por qué ya no gana ni nunca, parafraseando a las mantarrayas de Horacio Quiroga

¿Qué dicen los fríos números? Si sumamos todas las victorias de temporada regular (sin contar postemporada) desde el torneo 2010-2011, hay un claro papaúpa, Caribes (357 triunfos, es decir, 55% de juegos ganados), y un pigmeo, Bravos de Margarita (275, para 43%). Leones ocupa un cuarto lugar nada desdeñable entre la restante clase media (327 para 50%), por debajo de Lara (344) y Magallanes (340), pero encima de Zulia (323), La Guaira (312) y Aragua (311). Por ese lado, quizás Caracas ha tenido un pelo de mala suerte. Llegó a la final en la campaña 2018-2019 (y luego Cardenales le pasó por encima). Quedó fuera de la final en la rayita en el round robin 2010-2011. Se despidió en la semifinal 2017-2018. Algo pudo haber caído por ahí si un pitcher no hubiera lanzando una curva en vez de una recta, o si un batazo no hubiera sido atrapado por el un guante de un jardinero enemigo, etc. De nuevo me hacen la señal de costumbre.

Pero en las dos últimas temporadas no hay excusa posible. Incluso más allá de los triunfos y derrotas (un espantoso 15-25), Caracas ha sido un equipo terrible en todos los apartados no tan evidentes. En la campaña corta que acaba de terminar, séptimo en carreras anotadas menos carreras permitidas (-56), séptimo en porcentaje de ponerse en base más slugging u OPS, una medida más fiel a la calidad real que el promedio de bateo (754), sexto en hits y boletos concedidos por sus pitchers en cada inning (1,60), etc. Por cierto, al menos en la temporada 2020-2021, Bravos de Margarita (20-20) tuvo bastante mala fortuna, al menos una vez en la vida. Con el mejor bateo en la primera ronda, debió haber sido uno de los semifinalistas en vez de los lechudos Tigres (17-20), favorecidos por el formato de dos grupos de cuatro.

Bueno, Bravos jamás ha ganado una corona ni siquiera desde que la franquicia se llamaba Petroleros o Pastora (apareció junto a Caribes en la expansión a ocho equipos de 1991). Tiburones tampoco tiene títulos desde 1986 (35 años). Hay otros dos peor que el Caracas. Y una vez más los fanáticos de los Leones me pintan una paloma.

El beisbol venezolano cambió, y no solo por la pandemia. La temporada 2019-20 ya estuvo a punto de no efectuarse y también empezó tarde y chucuta, debido a las sanciones de EEUU contra Venezuela. La Serie del Caribe no es que es el torneo más atractivo del mundo, pero sí sirve de referencia: los equipos criollos —que nunca fueron tampoco una potencia en el pasado— solo la han ganado dos veces en 20 años: los Leones “milagrosos” de Carlos Subero en 2006 (el momento más glorioso de la era Cisneros) y los Tigres en 2009.

En un torneo corto cualquier cosa puede pasar: es un lugar común, pero en ese sentido, es cierto que el fútbol es un deporte de campeones menos predecibles que el futbol. Como las caderas de Shakira, el largo plazo de la Serie del Caribe no miente: 20 coronas para Dominicana, 16 para Puerto Rico, países insulares con poblaciones mucho más pequeñas que la de Venezuela. Por supuesto, aquí también se juega futbol, sobre todo en las décadas más recientes, y no todos los chamos aspiran a ser peloteros, pero igual: hay una decadencia. Las academias estadounidenses se fueron del país. El talento infantil —disminuido por la desnutrición y la migración— que brote de lugares como Cagua o Güiria buscará la manera de irse al Norte, donde el futuro a largo plazo del beisbol también es una incógnita, debido a la pérdida de audiencias. Este año. La mayoría de los venezolanos que debutaron en Grandes Ligas jamás jugaron en la LVBP, y probablemente tampoco lo harán. Algunos tendrán hijos que también serán deportistas, y quizás ya no vendrán a Venezuela ni optarán a nuestra nacionalidad.

El ecosistema del beisbol que se juega dentro de Venezuela se ha vuelto mucho más mediocre, y otros han sabido adaptarse mejor que el Caracas. Los Leones fueron adquiridos por un consorcio privado justo en el momento en que los empresarios que no están enchufadísimos con el chavismo iniciaron una prolongada agonía que se ha llevado por el medio miles de negocios. Tigres y Magallanes están afectados por las sanciones de USA debido a sus vínculos con el régimen, pero igual se metieron en semifinales. El ex grandeliga Magglio Ordóñez, que hoy es un alcalde chavista, está entre los principales accionistas de Caribes, el jefe de estos últimos 20 años (cuatro coronas) junto a Tigres (siete).

¿Es un proceso irreversible? No lo sé. A corto plazo, parece muy poco probable que un proceso tan destructivo como el chavismo —cuyo principal proyecto político es aferrarse al poder como un alien— salga del poder. El beisbol, y nuestro deporte y espectáculos en general, seguirá en decadencia (sin haber sido antes una potencia), más allá de talentos individuales también disminuidos. ¿A usted le importó la temporada de beisbol que acaba de terminar? ¿Dejó de ver Netflix para seguir uno de los cuatro Caracas-Magallanes que se jugaron?

Quizás los Leones tendrán que adaptarse o perecer. Lo que parece fundamental es contratar o formar una base criolla de peloteros que no dependan ya de Estados Unidos para asegurar su futuro. Caracas solo hizo una transacción con otro equipo en 2020 y el único beisbolista que adquirió (un pitcher novato, Wilkel Hernández) no tiró ni un lanzamiento. Los Tigres emprendieron hasta ocho movimientos. Y eso es solo un ejemplo de un beisbol precario y “caribe” en donde no es de extrañar que ganen… los Caribes. 

No me considero un experto en beisbol. Solo soy un aficionado que saca estadísticas por hobbie. Veamos lo que dicen tres periodistas que están en los estadios un día sí y otro también:

Carlos Valmore Rodríguez: “No es la caída del Imperio Romano. Roma cayó y más nunca se levantó: solo quedan ruinas. Sería aventurado decir que la caída de los Leones es irreversible. No se puede asegurar que es un equipo que va camino a la extinción. Lo que es indiscutible es que ha tenido un proceso de decadencia tras un esplendor anterior. ¿Mala suerte? Se puede decir eso en una temporada, pero no en diez. La crisis del Caracas es prolongada y sistémica. Se pueden hacer mejor varias cosas. Por ejemplo, hay un tema de inversión económica que no se ha hecho”.

César Sequera: “Se puede hablar de decadencia, mala racha y muchas cosas más, pero los resultados están ahí. Y cuando no salen los resultados, yo prefiero no verlo como consecuencia de un solo factor. José Gregorio Rondón (infielder) llegó en 2018, este año jugó todo el tiempo y puede ser aquel que lidere al equipo, pero de resto están Wilfredo Tovar (otro infielder) y pocos más. El novato del año, Jhonny Pereda, necesita dos o tres años más de desarrollo. La situación económica ha cambiado y ya Leones no puede traer aquellos importados impresionantes de otras épocas. Cardenales o Caribes han armado grupos con peloteros que constantemente juegan aquí en Venezuela. Caracas se quedó con puros beisbolistas de vidriera: los tiene firmados, pero solo juegan en Estados Unidos”.  

Ángel Cuevas: “La liga venezolana ha cambiado mucho a medida que el país empeoró en lo político, lo social, lo económico y en la seguridad personal. Ir a jugar en nuestro país se volvió un riesgo. Todos los equipos están afectados, pero quizás Caracas más, porque cuenta con menos veteranos probados en la LVBP, de los que siempre están jugando en Venezuela. Pensar que seguimos en aquellos tiempos en que Caracas y Magallanes armaban un trabuco y lo demás era ‘monte y culebra’ sería un grave error. Novenas como Cardenales y Caribes supieron leer qué peloteros podían rendirles aquí. Para mí sería antiético opinar que Leones ha fallado en la gerencia o en la inversión económica, hay muchas cosas en un equipo que no se ven desde afuera. No es una organización fácil. Habrá que hacer reingeniería y cambio generacional. Dentro de todo lo malo, en la temporada 2020-2021 aparecieron chamos como Jhonny Pereda y Romer Cuadrado”.       

  

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