Venezuela

Por Venezuela Triunfar

Mirando por el retrovisor de tiempo, aquellos que nacimos en las décadas de los 50 e inicios de los  60, con nostalgia, podemos disfrutar del recuerdo de aquella Venezuela en la que crecimos. Una sociedad hermanada en la solidaridad del desarrollo que se gestaba de manera normal, sencilla y austera, en todos sus ámbitos.

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Texto: Alfonso Rangel López | Foto: Ora Chapellín/Archivo

En Caracas, el crecimiento acelerado dio paso a las urbanizaciones donde convergieron la clase media conformada por maestros, profesores, doctores, ingenieros arquitectos, abogados, sociólogos, odontólogos, militares y profesionales en general, al igual que en el resto de las principales ciudades de la nación. En el centro del país, así como en el sur, se forjaron los polos de desarrollo industrial, los cuales darían sustento a una dinamizada economía  productiva que soportaría el crecimiento demográfico apuntando a la modernidad e independencia soberana.
Las discusiones políticas se conducían con vehemencia  en un clima “normal”, la necesidad de consolidar el sistema democrático, era tarea imperativa. Las diferencias entre adversarios,  por decir lo menos, era llevadera. El espejismo del comunismo siempre presente, pero decididamente alejado por los factores políticos y militares de la época, fue una tarea emprendida con decisión.  Las F.F.A.A., fueron las encargadas de permitir que la democracia permeará a toda la sociedad, para ello la lucha sin cuartel contra aquellos disidentes fue un sacrificio de muchos de sus miembros.
Mirando por el parabrisas, aparece el futuro oscuro, incierto e indeseado, inclusive por esos jóvenes que no tuvieron oportunidad de conocer esa Venezuela poderosa y dinámica, pero que fueron capaces de luchar con sus vidas para alcanzarla. Otros permanecen en el combate contra la pretendida maniobra que induce a ese tenebroso futuro,  producto de  la manera desquiciada en que se desarrollan los eventos sociopolíticos, ante la irresponsabilidad extrema de la insensatez reinante, que sin dudas presagia un desenlace impropio del gentilicio de nuestra  nación.
El pensamiento regresa al pasado y evoca tiempos muy distantes: mi madre y mi padre, siempre allí testigos de excepción ante el desarrollo de la construcción de esa nación moderna. Mi padre, oficial de la F.F.A.A., Gral. Div. Luis Enrique Rangel Bourgoin, ejemplo de esos oficiales de la era de la construcción de la democracia; quien me recordaba hace unos meses la historia difícil de esas décadas turbulentas, la lucha contra la guerrilla, la consolidación de la democracia y la adecuación de una organización poderosa para la defensa de la patria, fueron sin dudas objetivos alcanzados por hombres de su época: una generación de oficiales comprometidos con el sentir nacional. Con amargura extrema, al examinar el curso que ha tomado la nación hoy día, no dudó en manifestar su malestar absoluto ante la  subordinación de los componentes armados  a los designios de potencias extranjeras.
Hoy, la tristeza embarga mí ser. Confieso que en lo profundo de mi, se mezclan sentimientos encontrados. La amargura ante la partida física de mí padre, se compensa con el agradecimiento de haber sido bendecido con ese gran formador de hombres de bien, quien fue guía y luz en la construcción de mí familia,  rindo tributo a su memoria, su obra subyace en el interior de mí  alma y permea hacia mí descendencia, por siempre su farol iluminará el camino del triunfo a construir, su recuerdo  permanente  obligará a tener presente el lema que nos legó, “POR  VENEZUELA  TRIUNFAR”. Paz a su alma.]]>

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