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Presente y futuro vinotinto en Barranquilla

El duelo del próximo jueves 1 de septiembre ante los colombianos se presenta como una inmejorable oportunidad de retomar el camino competitivo en las eliminatorias mundialistas. El rival es el idóneo para cimentar el retorno a la competitividad y, reafirmar que el Mundial de Catar 2022 no es una quimera ni una excusa más.

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Foto: AP

La construcción del futuro comenzó durante la preparación de la Copa América Centenario. Rafael Dudamel, que fue cocinero antes que fraile, inició su recorrido exigiendo máxima entrega a sus dirigidos; sabe el hoy seleccionador nacional que es imposible recoger frutos si antes no se ha sembrado y tratado la tierra, lo que en fútbol se traduce en competir para aumentar la competitividad.

La selección del discurso no es casual. Las dos frases que acompañan a esta etapa son “Unidos somos mundialistas” y “Comienza una nueva eliminatoria”. Anteriormente he explicado que más allá de no tirar la presente eliminatoria, el reto de este cuerpo técnico es generar y potenciar todos los recursos posibles de cara al siguiente ciclo, pero eso no se puede lograr postergando ni fomentando la relajación. Los números son contundentes (apenas un punto de dieciocho posibles), pero quien ante esta situación se sienta con licencia para reducir la intensidad seguramente será postergado y alejado del combinado nacional.

Ahora bien, teniendo en cuenta que esto que comenzó con el viaje dominical a Barranquilla es, por logística y tiempos, muy distinto a lo vivido en el torneo continental, vale repasar algunos aspectos por los que el enfrentamiento ante el conjunto colombiano puede impulsar aún más el proceso criollo.

1) En la Eliminatoria Sudamericana al Mundial Brasil 2014 el combinado venezolano sacó un empate a un tanto ante los cafeteros. Posteriormente, en Puerto Ordaz, Venezuela venció al mismo rival con gol de Salomón Rondón. En el duelo más reciente, durante la Copa América Chile 2015, los criollos, con gol del mismo protagonista, vencieron a los cafeteros. La razón por la que traigo a colación los últimos tres duelos es porque, tomando en cuenta la convocatoria hecha por Dudamel, muchos protagonistas de esos episodios fueron llamados para el partido del próximo jueves.

De la última visita a Barranquilla se reconoce a Roberto Rosales, Oswaldo Vizcarrondo, Tomás Rincón, Alexander González, Agnel Flores, Rolf Feltscher y Salomón Rondón. Del duelo en tierras criollas, los nombres que repiten son Daniel Hernández, González, Vizcarrondo, Rincón, Rondón, José Manuel Velázquez, Feltscher, Rómulo Otero y Josef Martínez. En el torneo chileno se sumaron Wuilker Fariñez y Wilker Ángel. Es decir, en el equipo de Dudamel hay hasta trece futbolistas que ya conocen la intensidad y la dificultad de los duelos ante el combinado vecino. La experiencia no sirve para mucho, pero en casos en los que apenas se suman horas de entrenamiento, algo ayuda, y así también lo cree José Néstor Pekerman, conductor del combinado colombiano, cuando declara que «Las actuaciones con Venezuela han sido difíciles para Colombia pero esperamos cambiar la situación«.

2) Este enfrentamiento no posee las características de un campeonato de clubes sino de selecciones, lo que trae como consecuencia más importante la ausencia de la regularidad que proporciona el tiempo de trabajo. Bastante se ha mencionado que los seleccionadores no poseen las horas necesarias para trasmitir a sus jugadores todo lo que desean poner en práctica; en el caso de equipos nacionales, esto se intenta disimular potenciando los estados anímicos. Pocos partidos motivan tanto a los criollos como un combate ante los vecinos, ya que incluso en momentos en los que la actualidad mostraba diferencias futbolísticas notables, los partidos entre ambas selecciones siempre han sido bastante igualados. Las estadísticas son favorables a los cafeteros (sólo en eliminatorias, son seis victorias colombianas, cinco empates y dos triunfos venezolanos), pero es en el juego dónde se ha visto esa paridad.

3) Rafael Dudamel vivió un proceso similar al que hoy conduce. La llegada de Richard Páez al combinado nacional en el año 2001 tenía como meta la renovación competitiva del conjunto criollo, y eso únicamente lo pudo conseguir en las eliminatorias. Si bien es cierto que el merideño tomó el mando cuando ya habían transcurrido diez fechas del torneo (la selección apenas sumaba 3 puntos) y el ex arquero debutará en la jornada ocho, en ambos casos, la clasificación vinotinto al mundial no era el objetivo primordial. Dudamel tiene como banco de pruebas el mejor escenario posible: jugador que no demuestre rebeldía ante semejante adversidad debe ser parte de la construcción que apenas empieza.

4) El propio Páez decía en días pasados, en una charla con el diario Meridiano, que “Colombia está en la búsqueda de consolidar la parte defensiva y tiene que lograrlo lo más pronto posible. Venezuela va a ser una prueba”. La afirmación del ex seleccionador no es casual; durante la Copa América pasada, el conjunto de Pekerman tuvo tales inconvenientes para repeler los ataques de sus rivales que se vio obligado a dejar de lado la construcción y elaboración de juego típica de esa selección, convirtiéndose en una versión más reactiva, producto de rápidas transiciones defensa-ataque. Esto, consecuencia de lo que señaló Páez, se sumó al comportamiento de futbolistas como James Rodríguez, Carlos Bacca y Edwin Cardona, quienes se mostraron incómodos en su incorporación a esa faceta del juego. A ello hay que agregar que ni Frank Fabra ni Farid Díaz han demostrado solidez en el puesto de lateral izquierdo.

5) Colombia va a salir a buscar el partido, y en cierta manera esto beneficiará al equipo criollo. No me refiero a la presión que ejercerán el público y los medios de comunicación sobre los suyos sino al juego como tal; por ahora, esta versión vinotinto está en fase de construcción, por lo que su organización se basa en mantener ciertos comportamientos defensivos, cercano a su propio arco, para luego, tras la recuperación de la pelota, apoyarse en rápidas transiciones hacia el arco rival. Parece poco probable que se vea una versión criolla similar a la mostrada ante Jamaica en Estados Unidos justamente por las calidades y las intenciones del rival. No estará Alejandro Guerra, el mejor exponente criollo en la pasada Copa América, pero en su lugar pueden aparecer Otero, Juan Pablo Añor, Jhon Murillo o Yeferson Soteldo, quienes más allá de sus diferencias, son futbolistas idóneos para esa conducción reaccionaria. La paciencia criolla será clave para identificar por dónde y cómo iniciar esos ataques ante una defensa rival que seguramente intentará acercarse al centro del campo para acompañar los avances de sus compañeros.

El encuentro del próximo jueves no es ni sencillo ni de resolución rápida. No juegan los antecedentes ni tampoco los nombres que la prensa especializada vende como figuras. Todo lo que Venezuela busque se apoyará en los distintos estados anímicos y la inteligencia de sus futbolistas para adaptarse a cada escenario. La primera misión de este grupo pasa por competir: competir para vencer al rival; competir para convencer al entrenador; competir para hacerlo costumbre y competir para seguir compitiendo.

El futuro comenzó el domingo en Barranquilla.

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