Crónicas de Alberto Veloz

El príncipe Felipe llegó a Venezuela piloteando su avión

Felipe Mountbatten, príncipe del Reino Unido de la Gran Bretaña, duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich llegó a Venezuela el viernes 9 de febrero de 1962, segundo país de un largo periplo donde visitó 11 naciones durante 54 días. Alberto Veloz cuenta qué comió, qué visitó y a quién vio en esa única visita al país

príncipe Felipe
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El esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, príncipe Felipe Mountbatten, comenzó una extensa gira por Suramérica el 7 de febrero de 1962 cuando visitó la Guayana Británica y fue recibido por el gobernador general Sir Ralph Francis Alnwick Gray.

En la sede del Parlamento en Georgetown pronunció un discurso en nombre de la Reina donde destacó la amistad con el pueblo guayanés. Seguidamente visitó la localidad de New Amsterdam, el Instituto Tecnológico de Guayana y unas minas de bauxita. Es importante señalar que la Guayana Británica todavía era colonia del Reino Unido y obtuvo su independencia cuatro años más tarde, el 26 de mayo de 1966.

Un príncipe en Miraflores

El duque de Edimburgo aprovechó el viaje hacia Venezuela el 9 de febrero de 1962, para él mismo pilotear el avión The Dark Herald.

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Años más tarde haría lo mismo un rey, Guillermo Alejandro de los Países Bajos, cuando voló de Aruba a Maiquetía.

A su llegada a Caracas, Felipe fue recibido en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía por el ministro de Relaciones Exteriores, Marcos Falcón Briceño; el ministro de la Defensa, Antonio Briceño Linares y el Alto Mando Militar.

En el Palacio de Miraflores lo esperaba el Presidente de la República, Rómulo Betancourt, con quien se reunió en el Salón Sol del Perú. Seguidamente visitó la Casa Natal del Libertador y la sede del Instituto Británico.

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El príncipe Felipe es recibido por el presidente Rómulo Betancourt en el Palacio de Miraflores

Betancourt, que era un hombre bastante serio, tenía una sonrisa dibujada en su rostro, quizás porque esperaba que el príncipe consorte intercediera a favor de Venezuela para recuperar el Esequibo, ese vasto territorio en reclamación a Reino Unido.

Cocteles previos en el patio central

A las 7:30 de la noche del viernes 9 de febrero, con rigurosidad inglesa, el príncipe del Reino Unido de la Gran Bretaña llegó a la Plaza Bolívar. Como amante de la naturaleza, se interesó por los árboles que la circundan antes de entrar a la Casa Amarilla, sede de la Cancillería venezolana, donde fue agasajado con un banquete en su honor por el presidente Rómulo Betancourt y la primera dama, Carmen Valverde de Betancourt, quienes lo recibieron en el hall de entrada.

Todo el gabinete ministerial, representantes del Poder Legislativo y Judicial, así como personalidades del mundo empresarial y de la sociedad se dieron cita en el patio central de la Cancillería para saludar y observar de cerca a un miembro, de hecho y derecho, de la realeza británica, ocasión poco frecuente en el mundo social caraqueño.

El duque de Edimburgo acompañado del canciller venezolano, Marcos Falcón Briceño

Su fisonomía, alto y de ojos azules, destacaba en medio de los invitados, y el comentario entre los asistentes, especialmente del sexo femenino, fue lo buenmozo y atractivo que era el esposo de la reina, amén de su simpatía y ocurrencias, porque en efecto su constante sonrisa lo hacían cercano a sus contertulios.

Durante la hora que marca el intercambio social previo a la cena, se sirvieron cocteles de frutas tropicales que el duque elogió y saboreó mientras disfrutaba del suave clima caraqueño. También se ofreció vodka Mockobckar y jerez Tío Pepe. El príncipe bebió unos sorbos de su vodka preferido.

Un menú digno de un príncipe

Sin ninguna etiqueta estricta, el príncipe Felipe Mountbatten departió con los invitados que se le acercaban. Más que para rendirle un saludo, era para al menos ufanarse que le estrecharon la mano, y también más de uno le hizo una reverencia al hincarse levemente, aunque no correspondía según el protocolo que nos rige, pero como deferencia especial hacia su persona se puede aceptar.

Los mesoneros sirvieron canapés Trois couleurs en bandejas de plata, las pequeñas servilletas blancas de coctel eran de tela y no se ofrecieron pasapalos en gran cantidad ya que aguardaba una espléndida cena. El aperitivo se prolongó por una hora como lo señalaba el manual protocolar, por lo que a las 8:30 los invitados pasaron al comedor principal.

Las arañas de cristal iluminaban todo el salón donde los puestos estaban asignados, como corresponde según la precedencia protocolaria.

El duque de Edimburgo acompañado del presidente Rómulo Betancourt y su esposa Carmen Valverde de Betancourt tomaron asiento, mientras tanto los demás invitados esperaron a que los anfitriones e invitado de honor ocuparan sus respectivos puestos.

Menú de gala en la Casa Amarilla

Un reconfortante Consomé de tortuga al jerez con paillettes de queso abrió el menú. Esto hubiese resultado inaudito pocos años después ya que la tortuga es una especie protegida y hubiese ido en contra de los principios del propio príncipe Felipe, quien fue el primer presidente del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF).

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A la par, los mozos servían un blanco Rudesheimer 1957, vino que siguió para acompañar también una Supreme de salmón Chambord.

El siguiente plato exigía un tinto de importancia como el Chateauneuf du Pape 1955 que armonizó a la perfección con los Tournedos Choron con nid bouquetiere y la Mousse de foie gras truffeé.

En aquella época la champaña se reservaba para el postre y esta no fue la excepción. Se sirvió la preferida de los venezolanos, la Veuve Clicquot Brut 1952 para la torta Saint Honoré.

Llegó el tiempo de los brindis que se estilan en este tipo de comidas oficiales, y de los discursos protocolarios donde destacaron la amistad y la ayuda mutua entre las dos naciones. En honor a la verdad estas palabras fueron breves, lo que agradecieron los invitados.

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Patio central de la Casa Amarilla, sede de la Cancillería venezolana

A la salida de la Casa Amarilla, los árboles centenarios de la plaza Bolívar volvieron a ser motivo de interés del príncipe Felipe. Si el encuentro hubiese sido de día, también le hubiera llamado la atención la colonia de ardillas y perezas, dueñas y señoras de los árboles, y que hoy parece que no queda ni una.

Al día siguiente rindió un homenaje con ofrenda floral en el Campo de la Batalla de Carabobo.

Crema de apio y los banquetes de Estado

Fuera del tema del príncipe Felipe, pero relacionado con agasajos de gran gala, se hace imperioso comentar que casi todos los menús de banquetes, comidas oficiales y de Estado, en general eran presentados en francés, así como los platos ofrecidos correspondían a la alta cocina de impronta gala.

En Venezuela no fue sino hasta el período presidencial de Raúl Leoni cuando la Primera Dama, Carmen América “Menca” Fernández de Leoni impuso un leve cambio en las propuestas culinarias para agasajar a personalidades visitantes extranjeras, no sin fuerte resistencia por parte de los asesores gastronómicos del momento que desdeñaban cualquier asomo de criollismo en los menús oficiales de Cancillería, Palacio de Miraflores, Círculo Militar y La Casona.

Pasillos de la Casa Amarilla hermosos espacios para recepciones oficiales

Este giro en las cartas fue in crescendo y paulatinamente se incluyeron platos de la gastronomía criolla alternados con los clásicos de la cocina internacional y el francés como letra para presentar los banquetes fue desapareciendo, aunque siempre sobreviven algunos nombres que son escritos en el idioma galo.

Es famoso el episodio de la crema de apio que Doña Menca insistió en servirle al general Charles de Gaulle en la cena de Estado en el comedor de la Casa Amarilla el lunes 21 de septiembre de 1964.

El general de la Resistencia francesa quedó fascinado con el tubérculo amarillo cuyo nombre científico es Arracacia, a pesar que el Palacio del Eliseo señalaba que al ilustre visitante debía servírsele solo comida francesa.

La voluntad guayanesa de Doña Menca imperó y ganó sobre el rígido protocolo francés.

Esta historia se puede leer en: Abilio Del Pozo, el mayordomo de la Democracia

En el país vecino

Retomando el periplo del Duque de Edimburgo por Suramérica, el sábado 10 de febrero de 1962 la aeronave The Dark Herald tomó rumbo hacia Bogotá donde lo esperaba el presidente Alberto Lleras Camargo.

En la capital colombiana visitó una fábrica de estampillas, otra de productos farmacéuticos y sostuvo un encuentro con niños en un colegio especial, y como buen hombre de mar, inspeccionó la Escuela Naval. De allí partió a Ecuador.

Foto tomada varios años después de la gira suramericana. El duque de Edimburgo profesional de la marina británica.

El Palacio de Carondelet

El presidente de Ecuador, Carlos Julio Arosemena lo agasajó con un banquete en el Palacio de Carondelet, sede del gobierno.

Durante varias horas visitó la Iglesia de San Francisco, joya de la arquitectura colonial donde se encuentra uno de los retablos en hojilla de oro más grandes e importantes así como el mayor número de obras de arte de la Escuela Quiteña.

Iglesia de San Francisco, en Quito. Foto Wikipedia.org

Los sacerdotes de la orden franciscana de este imponente conjunto eclesial fueron su guía. Le hicieron el recorrido completo por los claustros, el atrio, capillas, por lo que el duque de Edimburgo, amante de la pintura, quedó extasiado ante las maravillosas obras de arte que guarda este recinto religioso en el centro histórico de Quito.

Nobleza en Machu Picchu

La visita a Perú tuvo un significado especial y fue el viaje hasta el Cusco y por supuesto a la misteriosa ciudadela inca de Machu Picchu, lo que constituyó para Felipe de Edimburgo un lugar lleno de magia y sabiduría.

A su llegada a Lima fue recibido por el presidente de la República, Manuel Prado Ugarteche en el Palacio de Gobierno, llamado también Casa de Pizarro.

Tuvo ocasión de conocer varios proyectos industriales, tema que le interesaba, así como talleres de ferrocarriles e incluyó una visita de cortesía a la sede de la Armada del Perú.

En la Universidad Nacional Mayor de San Marcos recibió el diploma que lo acreditaba como miembro honorario e inauguró un laboratorio de Ingeniería.

Euforia en el altiplano boliviano

Las calles de La Paz, la capital más alta del mundo, se abarrotaron de multitudes de personas que querían ver de cerca al esposo de la reina de Inglaterra y lo lograron porque el invitado de honor se paseó en automóvil descapotado por la capital boliviana.

Tuvo un encuentro con el presidente Víctor Paz Estenssoro, en el Palacio Quemado, donde ambos intercambiaron condecoraciones y obsequios.

La boda real

Seguidamente recorrió varias escuelas de los sectores periféricos paceños y presenció bailes típicos del rico folklore aymara. También visitó una mina de estaño.

Juego de polo en Chile

El presidente chileno, Jorge Alessandri lo recibió en el Palacio de la Moneda. Luego develaron una placa conmemorativa de la Independencia del país austral.

Asistió a una carrera de caballos; conoció un novedoso desarrollo habitacional donde intercambió con sus residentes y presenció un juego de polo por la Copa de Chile. El príncipe de Edimburgo disfrutó plenamente del encuentro pues fue un gran aficionado de ese deporte que practicó, alcanzando varios triunfos.

Foto reciente de Felipe de Edimburgo, príncipe del Reino Unido de la Gran Bretaña

Paraguay en dictadura

Su permanencia en Paraguay fue bastante corta. Sostuvo una conversación con el presidente general Alfredo Stroessner. Visitó la Embajada de la Gran Bretaña acreditada en Asunción e inspeccionó ganado de raza en un centro productor de carnes.

En la Suiza de América

Prosiguió el viaje a Uruguay donde fue recibido por el Presidente del Consejo Nacional de Gobierno, Eduardo Víctor Haedo, juntos depositaron una ofrenda floral ante la estatua ecuestre y mausoleo del héroe nacional, José Gervasio Artigas.

A su paso por Montevideo saludó a las multitudes y al numeroso público que lo aguardaba en el Instituto de Cultura Anglo Uruguayo. Finalizado este acto asistió a una demostración de arte ecuestre.

Los jóvenes Isabel II y Felipe Mountbatten

Recién estrenada Brasilia

En Brasilia, la recién estrenada capital brasileña que desafió a las agrestes sabanas del centro del país, le dio la bienvenida el presidente Joao Goulart, en el novísimo Palacio de Planalto, sede del gobierno central.

Luego viajó a Sao Paulo para conocer fábricas de manufacturas a partir de resinas de caucho y de detergentes.

En la antigua capital, Sao Sebastiao do Río de Janeiro, colocó una ofrenda floral en el monumento nacional erigido en homenaje a los fallecidos durante la Segunda Guerra Mundial.

En la Reina del Plata

Buenos Aires, la gran metrópoli suramericana le entrega las llaves de la ciudad. A su llegada a la Reina del Plata es recibido por el presidente de la República Argentina, Arturo Frondizi en la Casa Rosada.

El duque de Edimburgo rindió homenaje al héroe nacional, general José de San Martín, y se dio un baño de multitudes a su paso por la Avenida 9 de Julio en ruta a la Corte Suprema de Justicia y visita al Hospital Británico.

La comunidad de expatriados británicos lo saludó en su paseo por la ciudad de Córdoba, donde también inspeccionó una fábrica de motores diesel.

En Argentina finalizó la gira suramericana del príncipe Felipe.

El duque de Edimburgo piloteó 49 de los 62 vuelos del viaje oficial por Suramérica, incluido el vuelo donde llegó a Caracas.

Durante su larga vida como príncipe consorte visitó un total de 143 países.

Su copiloto, el capitán Peter Francis Middleton, no se imaginó en aquel agotador tour de trabajo oficial, que años después uno de sus descendientes formaría parte de la familia real. Su nieta Kate Middleton es la hermosa joven que se casaría con el príncipe William, duque de Cambridge, nieto de su compañero de viaje, Felipe Mountbatten, príncipe del Reino Unido de la Gran Bretaña, duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich.

Después de este intenso periplo suramericano, el duque de Edimburgo le envió a su copiloto Peter Middleton una nota de agradecimiento y unas yuntas de oro. Un gesto de cortesía very british.

Ha muerto el príncipe, Dios salve a la reina.

La reina Isabel II y el príncipe Felipe del Reino Unido de la Gran Bretaña. Foto Annie Leibovitz.

Himno oficial del Reino Unido God Save the Queen:

Agradecimiento y bibliografía

Agradecimiento especial a Marianella Abadi Abilahoud por su colaboración en la investigación de datos para el desarrollo de este reportaje.

Fuentes consultadas:

bfi.org.uk (British Film Institute).
Britishpathe.com (Productora británica de noticieros y documentales).
Royal UK (Página oficial The Royal Family). Fotos de archivo.
Foto oficial: Annie Leibovitz 2016.
Menú de la cena en la Casa Amarilla: colección de Sucesores de Abilio del Pozo.

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