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¿Puede la Vinotinto jugar con un 3-5-2?

La Eurocopa nos permite estudiar equipos que a diferencia de lo que sucede en Suramérica, se atreven a seguir otros caminos o guiones distintos a los nuestros. Italia, Alemania y hasta Gales marcan un camino ya recorrido en el pasado mundial por Holanda y Costa Rica, pero que sorpresivamente aún no condiciona el fútbol venezolano.

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(Reuters)

Comencemos por aceptar que nada de lo que se hable de fútbol tiene validez si no se parte de la siguiente premisa: ¿con qué jugadores? Por ello, y para este experimento que aquí planteo, es preferible utilizar la más reciente versión vinotinto de Rafael Dudamel, la de la Copa América Centenario, y así jugar con las posibilidades de que adopte esa formación, que si la analizamos en profundidad (como a cualquier otra formación), nos daremos cuenta que sólo en determinados momentos es esa y no millones más.

Vale la pena aclarar dos cosas: que esto no es más que un ensayo, y que aún cuando no se exponga en esta pieza, hay que resaltar que este juego está condicionado por el rival, el terreno de juego, las interrelaciones, los estados anímicos y miles de elementos más. Pero como la idea de este planteamiento es exclusivamente explorar posibilidades, me permito entonces alentar la discusión desde la inmovilidad que permiten el papel y las palabras.

Este experimento comenzaría con la formación inicial:

1

En la imagen se nota la disposición inicial en el campo de los tres defensores centrales, dos carrileros, tres volantes por dentro y dos delanteros. Pero el círculo que engloba a Guerra y a Martínez nos invita a pensar que ambos no son ocupantes típicos de su demarcación, sino que pueden moverse por todo el frente de ataque y modificar la propuesta inicial a la siguiente:

2

Con la pelota en movimiento todo cambia, por ello no me gusta mencionar en mis escritos estas numeraciones telefónicas, pero con la intención de continuar este ejercicio, observemos, en la imagen anterior, que la dinámica propia de dos futbolistas (Guerra y Martínez), destruye el cacareado 3-5-2 para convertirse en un 3-4-2-1. Esto sucede en todos los partidos, por lo que aferrarse a ls numeraciones es un reduccionismo pobre, muy pobre.

Ahora bien, revisemos un lo que sería un comportamiento típico de esta versión vinotinto durante un ataque organizado bajo este tipo de formación:

3

El equipo se traslada en bloque a campo rival, con la intención de acercar líneas y que todos los futbolistas ataquen en un espacio reducido, un problema típico con el que se encuentra cualquier equipo que intente agredir al rival a través del ataque posicional.

En este caso, es importante resaltar que un buen equipo de fútbol no aísla ataque de defensa, por lo que cuando está en campo contrario buscando anotar, ya debe estar preparando la pérdida de la pelota, esto es que cada futbolista no sólo se limite a participar de la ofensiva sino que sepa qué hacer en el momento que sus compañeros pierdan la pelota o no cumplan con la premisa de finalizar las jugadas.

En el espacio englobado por el círculo blanco se descubre la zona más peligrosa para Venezuela, sin importar que juegue con tres, cuatro o cinco defensores. Revisémosla cuidadosamente imaginando que la selección recién acaba de perder el balón:

4

Los tres jugadores más cercanos a Dani Hernández tendrían, siempre que ni ellos ni los volantes puedan anticipar un pase del rival, que enfrentarse a las transiciones defensa-ataque, que en el 99% de las ocasiones son el arma de cualquier equipo ante una situación de recuperación de la pelota.

Es decir, que tres futbolistas no muy veloces como Vizcarrondo, Ángel y Feltscher, estarían en inferioridad frente al ataque contrario, ya se sabe, por aquella vieja costumbre de achicar espacios hacia atrás con la intención de reducir lo que Ricardo Olivós Arroyo definió como la zona de defensa («territorio en el que solamente puede entrar el portador del balón; porque si un atacante entrara en ella sin él, incurriría en falta de fuera de juego«) Para combatir esto el equipo tendría que ser muy inteligente y trabajar mucho los comportamientos tras pérdida del balón, para así minimizar riesgos como el que le planteo.

Ahora bien, ya que esta columna encuentra su razón de ser en el terreno de la fantasía, no quiero dejar pasar la oportunidad de plantear dos opciones más de cara a sumar más elementos que alimenten el debate sobre la viabilidad de jugar con 3 defensores:

5

En este caso propongo la entrada de José Manuel Velázquez por Oswaldo Vizcarrondo, apoyado exclusivamente en temas de velocidad de reacción y juventud. «Sema» es en este momento un futbolista con mejores capacidades de adaptación a este sistema y su retroceso se antoja mejor que el de Oswaldo, aunque en el caso del futbolista del Nantes francés, no hay que subestimar su experiencia.

6

De todas las posibilidades y posibles incorporaciones, esta es una que me gustaría observar en la selección, dado el caso de que se adopte este módulo táctico. No encuentro otro jugador que sienta tanto el ida y vuelta como Robert Hernández, quizá el único que lo pueda hacer naturalmente y que además, como lo viene haciendo desde sus días con el Deportivo Anzoátegui, es un futbolista que necesita de esos recorridos para explotar su juego.

Usted que me lee, y que siempre está pendiente de todos los detalles, seguramente se preguntará el origen de la omisión de Roberto Rosales en este experimento, por lo que debo aclarar que no tiene ningún justificativo mayor que el simple seguimiento de los últimos partidos de la selección criolla, que se jugaron sin el lateral del Málaga, a causa de lesiones musculares. Su aporte, en esta fantasía, sería similar al que ofrece González, claro está, desde lo posicional. Tampoco me olvido de Rómulo Otero, Adalberto Peñaranda, Juan Pablo Añor, Jeffren Suárez ni de todos los convocados y convocables, pero para hacer el ejercicio preferí elegir estos futbolistas.

Para finalizar, y dejar aún más abierto el debate, retorno al Dr. Olivós Arroyo:

«Los aficionados hablan ahora de colocar cuatro defensas o cinco como si estuviera en nuestra decisión el hacer o deshacer a los defensas».

Como lo plantea el analista español, el número de defensores variará siempre según lo que plantee el atacante. Por ello insisto: hablar de 3-5-2, 4-4-2, 4-3-3 u otras numeraciones es limitante y fuera de lugar. El juego es movimiento y cuando este se produce, nace del caos hasta convertirse en orden.

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