Internacionales

¿Qué pasó en Argentina? ¿Lecciones para Venezuela?

I

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FOTOGRAFÍA: AFP

El domingo 11 de agosto, se celebraron en Argentina las primarias para la escogencia de los candidatos que participarán en las elecciones de primera ronda, el próximo 27 de octubre. La fórmula del ex jefe de gabinete de los Kirchner (2003-2008), Alberto Fernández, y la ex – presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) (con causas abiertas ante la justicia argentina, por actos de corrupción durante su gestión) se impuso indiscutiblemente sobre el candidato oficial a la reelección, el presidente, Mauricio Macri.

Los sondeos de opinión esperaban una diferencia a favor de los Fernández de entre 3 y 7 puntos, sin embargo, la misma superó los 15 puntos. Los Fernández obtuvieron 47,3% de los votos, mientras que el presidente Macri obtuvo 32,2%, en una elección en donde participó más del 75% de los electores registrados.

El mapa argentino se tiñó del azul celeste del partido Frente de Todos, solo quedó en amarillo (Juntos por el Cambio): la provincia de Córdoba y la capital, en donde Horacio Rodríguez Larreta obtuvo el 46,3% de los votos, asegurando así, su reelección como jefe del Gobierno de la capital. Si para el evento electoral del 27 de octubre, se mantienen los mismos resultados, no habrá segunda vuelta. Con solo 45% de los votos, ésta queda suprimida.

Todo indica que desde ya, se inició la transición para el retorno del kirchnerismo, o mejor dicho del Fernández- kirchnerismo (juntos, pero no revueltos), ya que Alberto Fernández, abogado y operador político por décadas, querrá construir su propia historia, después que en el pasado rompiera con CFK y solo decidiera volver a aliarse a ella con fines netamente electorales. Aun sumándose a Macri todas las alternativas, entre ellas la nada deleznable del ex ministro de economía, Roberto Lavagna, que en solo tres meses de campaña obtuvo el 8,35% de los votos, el presidente Macri difícilmente logrará remontar la cuesta. Tendría que convencer también al electorado que se abstuvo, que presumiblemente no quiere saber nada de política.

El mismo domingo en la noche, Alberto Fernández señaló: “desde hoy se terminó el concepto de venganza, de grieta y de cualquier cosa que nos divida” Uno se pregunta: ¿quién quería vengarse de quién? ¿La política como un arma para vengar o para ayudar a construir oportunidades para la gente?

La venganza fue muy exitosa. Comenzó el mismo día en que a sabiendas del desastre administrativo de todo orden que había tenido lugar en Argentina durante el kirchnerismo, se programó el estallido de la bomba de nefastas consecuencias, en la fecha de la llegada de Macri al gobierno, para así abonar el terreno para la crítica desmedida, y preparar para el futuro la vuelta triunfal, que permitiese continuar lo que no se había concluido: la destrucción de una nación con un populismo exacerbado que sirva de mampara a incontables actos de corrupción.

Pero Macri cometió también errores, sobre todo comunicacionales. Al recibir el gobierno no explicó suficientemente el inventario de problemas que recogía de la administración de CFK. Tampoco explicó exhaustivamente y hasta la saciedad las medidas de ajuste que era preciso tomar para recomponer el país, a sabiendas que la memoria de gran parte de nuestros pueblos latinoamericanos es corta, y fácilmente conquistable por el “populismo-mágico”.

Desde el año 2001-2002 no se llevaba a cabo un programa de ajustes económicos tan fuerte como el que se llevó pasada la mitad del periodo de gobierno de Macri. Las tarifas de los servicios públicos, por años subsidiadas, tuvieron que ser sinceradas, sin mucha progresividad, sin que los ingresos de la población también mejorasen para poder pagarlos. El gobierno de Macri trató de evitar pulsar una espiral inflacionaria con un incremento descontrolado del gasto público, pero el país no escapó a la inflación. El déficit en cuenta corriente era alarmante, el gasto público seguía siendo alto, aunque muchísimo menos alto que en la época dispendiosa del kirschnerismo, sumado al alza de las tasas de interés en los Estados Unidos, el incremento de los precios del petróleo, para un país importador de combustibles, y una caída sustancial de las exportaciones, fueron hechos que obligaron a Macri a acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) y solicitar un préstamo que le fue concedido, pero como era de esperar, acompañado de un programa integral de ajustes, que lo dejó sin más opciones que la de adoptarlo y ejecutarlo en poco tiempo.

El drama es que los estómagos de las personas no entienden mucho de razones, ni de tiempos. Mientras Macri trataba de mejorar los cimientos del edificio, por poner un ejemplo, los apartamentos estaban descuidados. Macri confiaba en que la gente priorizaba el edificio, como lo hacía el, cuando en realidad lo que querían era que les arreglaran los apartamentos, porque ya no se podía vivir en ellos.

Mientras tanto, los mercados parecen que no van a reaccionar positivamente a los cambios políticos que se avecinan. Conocen muy bien a CFK, no tanto a Alberto Fernández. Con una futura cámara baja polarizada, pero mayoritaria para los Fernández y un senado con voz propia, también para ellos, el panorama político argentino no se pinta nada bien, toda vez que el mal conocido, CFK es muy corrompido.

Sobre Alberto Fernández se tejen varias incógnitas: ¿marcará distancia del estilo kirchnerista y delineará uno propio? ¿Por cuánto tiempo durará la luna de miel forzada con CFK? ¿Por cuánto tiempo estará dispuesta CFK, acostumbrada al mando, a seguir lineamientos sin imponer los suyos? ¿el estilo que defina Fernández será en la práctica, no en la teoría, más cercano al de Macri del que él ha esbozado en sus discursos? ¿Cuánto tiempo aguantará la economía argentina sin que se desate un camino como el de Venezuela si no se hacen las cosas bien desde el principio? ¿Será un Alberto Fernández polémico o conciliador? ¿Cómo será el relacionamiento con Venezuela?

II

La trillada frase de: “es la economía, estúpido” usada durante la campaña de Bill Clinton contra George Bush padre, cobra mas vigencia que nunca. No se puede hacer política, olvidando la economía, olvidando los problemas y necesidades de los electores. Los líderes políticos no deben confiar únicamente en su carisma. Deben explicar a sus seguidores las razones de sus acciones y dar el ejemplo en el momento en que se impongan sacrificios. Por su puesto, que todo esto suena a “New Age” político, pero también lo es, el comportamiento encumbrado de quienes creen que gobiernan o merecen gobernar por una disposición del destino. Si algún día se produce una transición política en Venezuela, el corregir los problemas del país va a exigir enormes sacrificios, organización, comunicación, y dar el ejemplo. El chavismo eventualmente en la oposición podría ser muy crítico de los problemas que ellos mismos generaron, y de las medidas para corregir esos problemas, y a la vuelta de la esquina, podrían estar de nuevo prestos para gobernar.

III

El péndulo latinoamericano sigue oscilando indeteniblemente. Dictadura – Democracia. Derecha- Izquierda. Populismo-Democracia responsable. El centro pragmático siempre está fuera de foco. De un lado o del otro, nos alejamos del futuro. Repetimos la historia incansablemente, presos de los sueños del Dorado, postergando la difícil construcción de un orden que de sentido a nuestra latinoamericanidad. Somos un continente perdido, en el mar de nuestras propias contradicciones.

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