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¿Qué pueden hacer Rusia y China en favor de una solución política a la crisis venezolana?

Los intereses de China son fundamentalmente económicos y comerciales mientras que los de Rusia son geopolíticos y militares. China ha apoyado económica y financieramente a Maduro, mientras que Rusia ha puesto el énfasis en el apoyo militar a través de la venta de fusiles, helicópteros, tanques de guerra y aviones.

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Fotografía: AP

El endurecimiento de las sanciones no es garantía de un cambio político. Por el contrario, puede tener un efecto contraproducente. A medida que se cierren los mercados económicos y financieros en EEUU y UE, Maduro buscará apoyo en Rusia y China, quienes pueden ofrecer auxilio financiero a cambio de concesiones en la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) y Arco Minero del Orinoco (AMO).

Rusia se interesa en Venezuela para ejercer presión geopolítica

La agenda de cooperación económica entre Venezuela y Rusia comenzó en 2001 y suma 264 acuerdos binacionales en el área energética, industrial y de infraestructuras, pero el área más importante es la cooperación militar que ha proporcionado armamento y entrenamiento a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para expandir las capacidades militares venezolanas.

Compañías rusas mantienen inversiones en Venezuela por $ 20 mil millones y Putin ordenó a las empresas petroleras y gasíferas incrementar sus inversiones en Venezuela. De hecho, ambos gobiernos acordaron ampliar la participación de las empresas rusas en las empresas mixtas en la FPO y AMO.

Vale recordar que en 2011, Rusia concedió a Venezuela un crédito de 4.000 millones de dólares para financiar los suministros de los productos industriales rusos. En 2014, la situación económica y financiera obligó a Venezuela a pedir una prórroga en el plazo del préstamo. En 2016, el gobierno ruso aprobó aplazar la prórroga de la fecha límite del pago, cuestión que limitó nuevos préstamos e inversiones rusas en Venezuela. Luego, en una muestra de respaldo a Maduro, el Kremlin anunció su disposición de reestructurar la deuda venezolana.

Para Rusia, Venezuela es una pieza clave en su confrontación con EEUU en el tablero geopolítico. El interés de Rusia trasciende el tema económico y financiero para incluir de manera prioritaria la dimensión geopolítica y por eso brinda apoyo militar al régimen de Maduro. Además de suministrar insumos, repuestos y maquinarias, Rusia construirá en Venezuela una fábrica para la producción de fusiles Kaláshnikov e instalará una base de entrenamiento para pilotos de helicópteros de combate.

Según el grupo empresarial Helicópteros de Rusia “Desde 2005 a Venezuela se han suministrado equipos bélicos de todo tipo por un monto superior a los 5000 millones de dólares“. Además de los fusiles Ak-47, que usan los solados venezolanos, equipos aéreos rusos, especialmente los helicópteros polivalentes Mi-17V-5, Mi-26T y Mi-35M, Cazas Sukoi, y sistemas de defensa antiaérea, han sido adquiridos por Venezuela.

Putin también dio instrucciones para profundizar los convenios en materia de adiestramiento y equipamiento militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). De allí que la relación con Rusia puede tener consecuencias más profundas y duraderas que la relación entre China y Venezuela.

El endurecimiento de las sanciones internacionales aísla a Pdvsa del sistema financiero y del mercado petrolero mundial. Por esta razón, Pdvsa solicitó a sus clientes depositar los pagos por ventas de petróleo en sus cuentas de Gazprombank que, en la práctica, opera como el banco más importante para las operaciones de Pdvsa. Los clientes y proveedores que hacen negocios con la petrolera venezolana tienen que abrir una cuenta en el banco ruso o en las filiales de Suiza o Bielorusia.

Gazprombank figura entre los principales bancos de Rusia y cuenta entre sus accionistas a la compañía estatal de gas, Gazprom, con un 35% de su capital. Este banco es el brazo financiero de Gazprom, una de las empresas energéticas con mayor participación del Estado ruso y constituye un poderoso instrumento de la política exterior de Putin.

Las empresas privadas y bancos rusos quieren respaldar la línea del Kremlin pero se exponen a las sanciones de los Estados Unidos que perjudicarían sus negocios. Recordemos que en 2014, luego de la invasión rusa a Crimea, Gazprombank fue sancionado por el Departamento del Tesoro que prohibió a ciudadanos y empresas estadounidenses realizar cualquier tipo de transacción con el banco ruso. El brazo comercial de la petrolera rusa Lukoil, Litasco, detuvo operaciones de intercambio con Venezuela desde que EEUU impuso sanciones sobre Pdvsa.

El interés de China no es ideológico sino económico

A partir del 2007 la relación entre China y Venezuela sube de nivel. Venezuela es el país latinoamericano que ha recibido más préstamos de China. Con la creación del Fondo Chino, el Gobierno venezolano comienza a tener acceso a préstamos multimillonarios. Desde entonces, Venezuela recibió un 52% del financiamiento de bancos estatales chinos a la región, equivalente a $ 60.000 millones. Este financiamiento se concentra en dos grandes áreas: infraestructura y actividades extractivas, aunque un porcentaje se destinó a conformar empresas mixtas en áreas que van desde la automotriz hasta la aeroespacial.

Esa deuda no se salda en efectivo sino a través de envíos petroleros a China a precios de mercado. Cuando el precio del petróleo es alto, ambas partes se benefician. Si los despachos exceden la cuota de amortización e intereses, China reintegra el excedente a Pdvsa. Cuando el precio baja, Venezuela tiene que despachar más petróleo, pero como Pdvsa tiene una capacidad de extracción limitada, cuando los envíos se tornan excesivos, se ajusta el número de barriles a enviar a través de notas diplomáticas. El juego se tranca una vez que el descalabro de la extracción de petróleo no alcanza para cubrir las necesidades del mercado interno y pagar la deuda con China y Rusia.

La aspiración de China en la gobernanza mundial

Chino reclama un lugar adecuado en la gobernanza del nuevo sistema multipolar, pero afirma que su pretensión no es volverse hegemónico. China se ha propuesto ser una gran potencia económica, comercial y financiera global, pero a la vez tiene a EEUU como uno de sus principales mercados y socios, razón por la cual no le interesa retar ni confrontar a la Casa Blanca en el ámbito geopolítico y militar, cazando una pelea por el control geopolítico de Venezuela. Si una confrontación violenta estalla, no será por afanes de expansión y dominación de China. De allí su moderación en el conflicto venezolano.

Para China ya es muy alto el costo de la guerra comercial con Estados Unidos y no se va a enfrascar en un conflicto con la primera potencia militar del mundo por defender al régimen de Maduro. No lo hizo por Taiwán, mucho menos lo va a hacer por clavar su bandera en Venezuela. Antes que fuerza militar, a China le interesa demostrar que a través de su poder económico puede ejercer influencia diplomática para la concertación de una solución política a la crisis venezolana.

El interés de China sobre Venezuela no es geopolítico sino económico

Por eso, su inversión en Venezuela no es ideológica, es pragmática y económica. China, el mayor importador de petróleo del mundo, es el segundo mayor comprador en Asia del combustible venezolano, con 332.000 barriles por día (bpd) en 2018. Venezuela es una fuente de petróleo y minerales que ha recibido de China cuantiosos préstamos e inversiones asociadas a la extracción de petróleo y a la megaminería.

El financiamiento chino no exige reformas económicas obligatorias como las del Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Beijing acepta que se le pague con petróleo, minerales y otras materias primas, a cambio de contratar a empresas chinas para ejecutar los proyectos. China quiere recuperar sus préstamos, pero está consciente del deterioro de la capacidad de pago de Venezuela. Por eso, los últimos $ 5.000 millones que aprobó Beijing están destinados a recuperar la producción de Pdvsa, fortalecer la capacidad de pago de Venezuela y recuperar los préstamos que hizo, los cuales se pagan con despachos de petróleo.

¿Maduro o Guaidó?

Maduro sabe que cuenta con Rusia, mientras que China asume una posición moderada a medida que la situación se torna más crítica. La determinación de Putin de fortalecer su influencia en la geopolítica mundial coloca a Rusia en un nivel de compromiso geopolítico mucho mayor al que ofrece China. Debido a estos intereses geopolíticos y militares, Juan Guaidó no es una alternativa para el Kremlin, toda vez que luce muy comprometido con Estados Unidos. Debido al explícito y amplio respaldo que Guaidó ha recibido de la Administración de Donald Trump, el Kremlin lo ve como una pieza de la Casa Blanca en la confrontación geopolítica. En tales circunstancias, a un nuevo gobierno le será mucho más viable continuar un vínculo económico y financiero con China, que una relación geopolítica y militar con Rusia.

Lo que más le interesa a China no es la continuidad del modelo ideológico venezolano, sino recuperar sus acreencias y proteger sus inversiones. Por eso su posición es muy pragmática y ha entrado en contacto con el entorno de Juan Guaidó, tal como lo dios a conocer el portavoz de la cancillería china, Geng Shuang, cuando expresó que China “está preparada para trabajar con todas las partes” y que la cooperación entre ambos países no debería verse afectada, evolucione hacia donde evolucione la situación. Nos gustaría ir en la misma dirección con todas las partes, facilitar conversaciones de paz y asegurarnos de que los esfuerzos por crear condiciones adecuadas para la resolución apropiada del asunto tienen éxito”.

En función de recuperar los préstamos y proteger sus inversiones en Venezuela, para China la primera opción es que Maduro se mantenga en el poder. Como esto es cada vez menos viable y ya luce política y psicológicamente inaceptable, la segunda mejor opción para China sería la continuidad del chavismo pero sin Maduro, y así asegurar el reconocimiento de los intereses y compromisos creados.

Con Maduro o con Guaidó Venezuela es para China un país de importancia debido a sus reservas de petróleo en la Faja Petrolífera del Orinoco y de minerales en el Arco Minero del Orinoco, donde subyacen cuantiosas reservas de oro, coltán, diamantes, hierro, bauxita y otros minerales de crucial importancia para China.

El riesgo país visto por rusos y chinos

La unidad de inteligencia de The Economist realiza encuestas entre 110 grandes empresas chinas para conocer sus motivaciones y preocupaciones cuando toman decisiones de inversión en el extranjero. Con base en esas respuestas estructuran el Índice de inversión global de China.

Venezuela es evaluada por los inversionistas chinos como el país con menos oportunidades y más riesgos para colocar inversiones. El país quedó en el último lugar de los 59 destinos de inversión analizados por el informe. En el ranking general el país latinoamericano mejor ubicado es Chile (9), seguido de Perú (38), México (44), Argentina (51), Brasil (52), Colombia (55) y Ecuador (57).

El Índice compara el riesgo y la oportunidad. Asigna 67% de ponderación al eje de oportunidad relacionado con tamaño del mercado, recursos naturales, innovación y marcas corporativas. El eje de riesgo tiene un peso de 33% y está relacionado con la estabilidad política, la previsibilidad regulatoria, las tensiones internacionales, la afinidad cultural y riesgos operacionales. Venezuela se encuentra en el extremo de mayor riesgo y menor oportunidad.

La continuidad de inversiones y financiamiento ruso y chino dependen de las garantías legales y gubernamentales, sobre todo a los megaproyectos en la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) y en el Arco Minero del Orinoco (AMO) que tienen retorno a largo plazo y son muy sensibles a cualquier cambio de gobierno que desconozca los préstamos concedidos al gobierno de Venezuela y las inversiones realizadas en territorio nacional.

Los contratos en la FPO y el AMO que no sean aprobados por la Asamblea Nacional (AN), tal como lo establece el artículo 187 de la Constitución, corren el riesgo de no ser reconocidos por una nueva administración gubernamental. De hecho, las maniobras para darle una base legal a los mismos con las Decisiones 155 y 156 a través de las que Maduro pretendía evadir el control de la AN sobre los nuevos contratos en la FPO y el AMO, finalmente resultaron ser el detonante de la crisis política que se inició con las denuncias de la Fiscal Luisa Ortega.

Vale recordar que la creación de esas empresas mixtas no fue autorizada por la AN controlada por la Oposición. El gobierno quiso legalizar esos acuerdos a través de una maniobra jurídica que le permitía al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) no solo asumir las funciones de la AN sino también delegarlas al propio gobierno. Para burlar el control de la AN, el gobierno convocó una Asamblea Nacional Constituyente que se erigió como un supra estado que terminó anulando a la AN.

En tan cuestionadas condiciones, Rusia y China se someten al riesgo de que los créditos otorgados a Venezuela sean desconocidos y que sus inversiones queden desprotegidas. Ante la posibilidad de un cambio de gobierno, las “garantías”, que Maduro ha ofrecido a sus aliados internacionales a través de los Decretos de Emergencia Económica dictados al amparo de un inconstitucional estado de excepción, han disparado dudas y temores en Moscú y Beijing.

Mientras Rusia se las juega abiertamente con Maduro, el riesgo que subyace en un cambio de gobierno obliga a China a asumir una posición menos riesgosa y por eso ha hecho contactos con Guaidó. Tienen mucho que perder.

¿Qué podrían hacer Rusia y China en favor de una solución política?

La gran tarea de la mediación internacional es impedir que la obstinación de los extremistas que apuestan a exterminar a su contrario y solo ansían la rendición incondicional y humillante del otro, bloquee una solución política que lleve al país a una espiral de violencia civil y ponga en peligro la integridad del Estado-Nación.

Los extremistas del oficialismo no dan su brazo a torcer. Endurecer las sanciones aleja las posibilidades de las elecciones presidenciales limpias y transparentes que se requieren para comenzar a superar la crisis. El Ministro de Información y Comunicación, Jorge Rodríguez, afirmó que: “Venezuela no va a ir a un evento electoral ni va a firmar ningún acuerdo con la Oposición venezolana hasta que se levanten las groseras sanciones que la dirigencia de la derecha venezolana solicitó frente al Departamento del Tesoro de Donald Trump”

La ineficacia de las sanciones puede reeditar en Venezuela la experiencia de Cuba, cuando el bloqueo económico lanzó la isla a los brazos de la URSS y terminó convertida en un satélite soviético en el Mar Caribe. Maduro ya ordenó que la oficina de Pdvsa en Europa ubicada en Lisboa, sea trasladara a Moscú. Esto permitirá una mayor influencia de Rosneft, Lukoil y Gazprom sobre Pdvsa.

El régimen cubano acaba de cumplir 60 años y las sanciones internacionales que golpearon las condiciones de vida en la isla se quedaron muy lejos de provocar el cambio político que buscaban. Siria ha sido ferozmente bombardeada y después de siete años de guerra ya se habla de la victoria de Bashar al Asad. Corea del Norte por décadas ha estado aislada y la dinastía Kim se ha afianzado. Las frecuentes sanciones contra Irán tampoco han provocado un cambio de régimen. Y cuando la intervención militar fue eficaz para derrocar un gobierno, a la larga resultó inútil para reestablecer la paz y recuperar la gobernabilidad. Así lo demuestran las intervenciones militares en Afganistán, Irak, Libia y Siria, las cuales han disparado una espiral de violencia interna que no han podido contener.

De endurecer las sanciones a ofrecer incentivos a un Gobierno de Coalición

La solución de la crisis venezolana tendrá un alto componente geopolítico. Ante la inoperancia de los organismos internacionales para lograr una solución política y tomado en cuenta el apoyo financiero y militar que Rusia y China le han dado al gobierno de Maduro, la mediación del Kremlin y Beijing sería un factor clave para lograr una solución política y electoral en la que ninguna potencia imponga su agenda de control y dominación a través de una intervención militar. China y Rusia pueden hacer una oferta creíble al Oficialismo y la Oposición para conformar un Gobierno de Coalición, conformado por sectores democráticos y moderados del Oficialismo y la Oposición dispuestos a priorizar el interés nacional.

En esta fórmula no podrían estar ni Maduro ni Guaidó, ni los responsables de la tragedia que sufre Venezuela. Eso es políticamente y psicológicamente inviable. La mayoría del país no quiere a Maduro y no aceptaría su presencia en un Gobierno Provisional que el primer año pudiera estar presidido por un representante del Oficialismo con un vicepresidente de la Oposición, invirtiendo la fórmula para el segundo año en el que se realizaría las presidenciales. Este acuerdo se construiría basaría en los siguientes incentivos y compromisos:
 Levantamiento de las sanciones financieras internacionales
 Reapertura del mercado petrolero para las exportaciones de Pdvsa
 Refinanciamiento de la deuda externa
 Nuevo financiamiento internacional
 Inversiones extranjeras para reactivar la economía
 Ayuda humanitaria para atender la emergencia

Todo esto a cambio de los siguientes compromisos:
 Restitución de las funciones de la Asamblea Nacional
 Liberación de los presos políticos
 Rehabilitación de los partidos ilegalizados
 Renovación del Consejo Nacional Electoral (CNE)
 Depuración y actualización del Registro Electoral Permanente (REP)
 Convocatoria de Elecciones Parlamentaria en diciembre de 2010
 Convocatoria de elecciones presidenciales en diciembre de 2021
 Observación internacional de todo el proceso electoral

El Gobierno de Coalición tendría la misión de:
 Concertar y aplicar el Programa de Reformas Económicas
 Convenir la Agenda Legislativa para Reactivar la Producción
 Garantizar derechos políticos al sector que resulte derrotado en las elecciones
 Ofrecer incentivos para el desarme y pacificación de colectivos y paramilitares

En este esquema, las parlamentarias se realizarán primero para dar tiempo al Gobierno de Coalición de aplicar el programa de ajuste económico que libere al nuevo presidente electo de tomar medidas antipopulares, con el consiguiente costo político que lo llevaría a perder la mayoría en las elecciones parlamentarias. Así, quien resulte ganador en las presidenciales, contará con una mayoría en la AN que apoye su gestión, recibirá del Gobierno de Coalición una economía saneada -sin escasez y sin hiperinflación-, así como un país pacificado que se pueda gobernar.

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