Venezuela

¿Quiénes van a prender la luz?

“El último que apague la luz” fue un dicho que se puso de moda en el Uruguay de los años 75 y 76, por un grafitti que pintaron en la entrada del aeropuerto Carrasco de Montevideo, a consecuencia del éxodo masivo que causó la dictadura de Juan María Bordaberry. Pareciera que los latinoamericanos estamos destinados a repetir la misma historia de fracasos.

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FOTOGRAFÍA: DANIEL HERNÁNDEZ | EL ESTÍMULO

Pero hoy no quiero hablar de fracasos, sino de esperanzas. Porque como mi “Plan B” es el crematorio de La Guairita –quiero trabajar en la reconstrucción del país- me he dedicado a buscar las cosas buenas que todavía pasan ¡y claro que pasan! y las personas que las llevan a cabo. En ellas encuentro cada día las razones para seguir adelante y confiar que cuando nos levantemos de esta pesadilla seremos una sociedad que habrá aprendido las lecciones que nos deja esta desgraciadísima revolución.

Que haya personas que en estas circunstancias -cuando lo que provoca es hacer las maletas e irse a otro lado, aunque sea a vivir debajo de un puente- sigan empeñadas en levantar el país, es esperanzador al extremo máximo.

Personas que contra viento y marea invierten esfuerzo y dinero, trabajan y luchan contra todo tipo de adversidades, porque en la Venezuela de hoy cualquier cosa, por pequeña que sea, se ha convertido en una enorme dificultad. Más aún cuando uno quiere hacer las cosas limpiamente, sin caer en la esfera podrida de la corrupción.

Así, día a día, veo a tantos ciudadanos anónimos y comprometidos. No voy a nombrar a nadie para evitarles retaliaciones (sabemos cómo es este régimen, que destruye todo lo bueno) pero ahí están, con las botas puestas, en el afán diario de dar lo mejor de sí en sus círculos de acción. Los constructores y reconstructores del país, con enfoques nuevos de cómo deben hacerse las cosas.

Los miembros de las ONGs que trabajan por la justicia tendrán en sus manos encender las luces de la razón y la equidad para lograr que la nuestra sea una sociedad donde se respeten los derechos humanos. Lo que han vivido les ha enseñado que una injusticia no se resuelve con otra injusticia.

Las ONGs que se dedican a atender a los más necesitados, ya sea en salud, alimentos o educación. Esas almas bondadosas que conocen de primera mano las necesidades del pueblo, encenderán la luz de la solidaridad.

Los profesionales, los que están aquí y los que regresarán, encenderán la luz de la excelencia y la meritocracia, mientras destierran para siempre la mediocridad enseñoreada del chavismo madurismo.

Los empleados de larga trayectoria en instituciones del Estado, que han tenido que tragar grueso todos estos años, habiendo sido obligados a encasquetarse franelas rojas y expresar loas a los destructores, encenderán la luz de la resiliencia.

Los industriales, empresarios y emprendedores, sectores tan vapuleados, estarán prestos a darle un giro a la industria nacional, con estándares de excelencia, que compitan en cualquier mercado, encenderán la luz del trabajo, un valor execrado por la revolución.

Los deportistas, los intelectuales, los músicos, los artistas plásticos, encenderán las luces del alma y el espíritu, signos de una sociedad desarrollada.

Y la nueva generación de políticos, forjados en la lucha por la democracia y la libertad, saldrán del cascarón con la fuerza de su juventud y el fuego de sus ideales, para encender la luz de la probidad, rompiendo los paradigmas del pasado, el statu quo y los polvos que trajeron estos lodos.

Yo, por mi parte, me comprometo a estar presente para ayudar a encender las luces del futuro que iluminarán a nuestros hijos y nuestros nietos, las luces que merecen tener siempre encendidas, en el país que podemos llegar a ser.

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