El féretro, envuelto en un túmulo de color marrón y con una corona de laurel, fue sacado de la basílica a hombros de nietos y biznietos del dictador.
Al colocar el ataúd en un coche fúnebre con destino al helicóptero los familiares pronunciaron los gritos de «Viva España» y «Viva Franco», habituales durante el régimen del dictador.
El automóvil debe llevar el féretro hasta el helicóptero militar que transportará en un breve vuelo de unos 10-15 minutos los restos hasta el cementerio municipal de Mingorrubio, en El Pardo, un barrio de las afueras de Madrid, para su inhumación en el panteón donde desde 1988 está enterrada la viuda de Franco. Asimismo, en dicho cementerio también descansan los restos del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, asesinado en 1961 y cuya vida inspiró la novela «La fiesta del chivo», de Mario Vargas Llosa.
La salida del ataúd -el original debido a que no estaba en mal estado- se produjo tras aproximadamente dos horas de trabajos de retirada de una lápida de granito de 1.500 kilos y de extracción de la fosa, de 1,70 metros de profundidad.