Espectáculos

Ricardo Del Búfalo: Cuando un bombero llama “burro” al presidente y lo meten preso, se perdió el miedo a la autoridad

La primera vez que vi a Ricardo Del Búfalo en vivo no sabía quién era. Recuerdo que me marcó su famosa “risa con tos”, una parte de un chiste que suele hacer sobre personas mayores y que aún no entiendo cómo logra. Fue el único de los humoristas que agarró una guitarra y cantó una canción para pedir matrimonio a alguien del público. Era parte del show y varios alrededor buscamos a la novia.

Publicidad
Texto: Claudia Macero @claumacero / Foto: Pepe Martínez. IG: @pepejmart

Muchas de sus publicaciones en redes son videos, canciones cortas con denuncias que lo delatan como periodista y que describe como “informativas”. En Twitter no causa tanta risa. Dos tuits después, entiendes por qué se considera “malhumorado” y otro tipo de nacionalista venezolano, uno preocupado porque se hagan las cosas bien.

Más recientemente lo vi en vivo otras dos veces. En Montalbán, la clase media llenó la plaza de una urbanización y no paró de reír con sus chistes. En Macarao, unas señoras más conservadoras murmuraban sorprendidas por las groserías de aquel desconocido.

Perfeccionista con su trabajo, siempre actualiza sus actos sin temor a lo que pueda decir la gente, sobre todo los políticos a los que dedica gran parte de sus mensajes. Y más que comunicar, aspira que la gente se comunique entre sí; quiere ser la voz de la sociedad y no de una élite gobernante de la que también espera hacer chistes muy pronto. Contribuye todos los días con esa causa.

¿Qué efecto tiene la risa en todo el proceso venezolano?

La risa tiene varios efectos. Uno, contra la autoridad, de rebelarse ante ella, de no dejarse intimidar, aun tratándose de un presidente o de alguien más fuerte que tú. Puedes, a través de la risa, hacer que esa persona se sienta menos poderosa, al menos desde la moral.

Cuando un bombero le dice “burro” al presidente, lo meten preso porque hay un contenido realmente político, que es que se pierde el miedo a la autoridad.

Y por el otro lado, la risa hace que nos encontremos personas diferentes. Si tú haces reír a un chavista y a un opositor con el mismo chiste, ahí tienes un lugar de encuentro.

¿Por eso te involucraste en el humor y la política?

Me involucré justamente por el país. Me gustaba la comedia desde chamo, desde los 15 años, y cuando descubro a Laureano Márquez y su forma de escribir con humor, me fascinó, yo quería escribir así. Y a raíz de eso, estudio comunicación social.

Sigo aquí porque ha resultado en lo que yo quería, que era tener una opinión importante que abriera debate, generara polémica y también abrir conversaciones.

Mi meta como comunicador no es comunicar nada más, sino que la gente se comunique entre sí.

Laureano Márquez es una de tus referencias. Es ácido, y eso tiene sus implicaciones, ¿te ha tocado enfrentarte a la molestia o al rechazo?

Sí. He tenido varios episodios de rechazo, una vez en Clímax publiqué un artículo que se llamaba “El desprecio de los caraqueños por Caracas”, que hablaba más o menos de este desprecio que yo veía de los caraqueños por la ciudad. Es por ese amor que sienten, que se transforma en “no eres lo que yo quiero que seas, entonces te odio”. Eso despertó muchos comentarios.

¿De qué no te disculparías jamás?

No me ha tocado disculparme, siento que no me he arrepentido de cosas que he dicho, sino de cosas que no he dicho.

¿Cómo qué?

Bueno, quizás algo en un stand up donde no dije lo que se me ocurrió después. También tuve problemas cuando hice un video que explica por qué “Venezuela no es el mejor país del mundo”, porque esa es una actitud bien narcisista y ególatra y un “nacionalismo mamaguevo”.

¿Tú no eres nacionalista?

Sí, pero soy en la medida en que soy crítico del país porque quiero que mejore. Soy nacionalista en la medida que yo critico comportamientos de mis compatriotas, comportamientos que yo creo que están mal y pueden mejorarse porque creo en los venezolanos como grupo humano.

Creo en nosotros, en los venezolanos, como un grupo que puede mejorar.

La crítica es: no digas que somos el mejor país del mundo porque tenemos las playas más bellas, las mujeres más bellas. No, hay playas más bonitas y mujeres más bonitas, digamos que somos buenos en lo que somos.

¿Y tú crees que después de todo esto somos mejores?

¿Después del chavismo? Sí, aunque yo puedo pensar que el problema en Venezuela comenzó en los ochenta con la crisis del rentismo petrolero.

Para mí, la crisis política real en Venezuela comenzó cuando se empezó a ver al otro no como un adversario, sino como un enemigo. Cuando ser chavista se convierte en un insulto, cuando ser un “escuálido” se convierte en ser opositor y esa es tu identificación.

Entonces, básicamente, creo que no hemos aprendido. Temo que no. Espero equivocarme, pero creo que no.

Para muestra, es que seguimos idolatrando a los políticos, como es el caso ahorita de Guaidó. Guaidó debería ser un funcionario y la gente lo debería apoyar en la medida en que defienda mis intereses o mis ideas.

¿Hay mesianismo?

Yo espero que no, pero pareciera. Guaidó representa una esperanza y está muy bien, no voy a trabajar para que no sea así. Lo que sí quiero es trabajar para que no veamos al político, a la persona, como el centro. Hay que quitarse el personalismo.

¿Cómo describirías lo que viene, con Guaidó incluido?

Para muchos, el cambio ya no depende de los venezolanos, sino de fuerzas extranjeras y la presión internacional. La presión interna es fundamental porque puede que presionen mucho afuera, pero si no presionamos adentro, con las Fuerzas Armadas, no habrá un cambio real.

Yo creo que la labor ciudadana –y no hablo como humorista- es ir a protestar las veces que hagan falta, alzar la voz las veces que hagan falta y colaborar con el proceso político para el cambio.

Pero fíjate, no solo pasa con el chavismo. Rayma hizo una caricatura sobre Julio Borges y tuvo el rechazo de mucha gente…

Incluyendo el mío…Me pareció que el ataque no estaba dirigido al culpable, y para mí el culpable de la crisis humanitaria es el Gobierno, Maduro, el usurpador. Que le reclame que no hay medicinas para los bebés a Julio Borges… Nunca hay que perder el foco.

¿Tú crees que después de tanto, cuando esto pase, seguirás estando en la acera contraria?

Claro. Yo quiero ya hacer chistes sobre Guaidó como presidente y decir todos sus defectos y sus críticas. Ahorita estoy colaborando para que cese la usurpación, para que sencillamente cambie el chavismo, porque no hay manera que el país mejore con el chavismo en el poder.

Pero también hay que aprender a reír, decías…

Tenemos que aprender a reír, y uno se ríe de chistes buenos. Les hago ver a los venezolanos cosas que estaban a la vista y nadie había notado, ese es el trabajo del humorista: observar.

También has utilizado la música como forma de acercamiento y vehículo.

La música la he utilizado –y esto ha sido para mí fortuito, ha aparecido en el camino- para hacer reír, pero también para denunciar. Como denuncia periodística o como protesta, si se quiere. Y allí encontré un nicho que no se había explotado mucho.

Para mí, que rime y tenga musicalidad, que tenga este cuerpo musical, hace que sea más tolerable. Es una manera más fresca. La gente lo agradece y me lo dice siempre. Pasa que en los últimos años, cada vez que uno hablaba de política, la gente decía “otra vez”. Es como entrarle suavecito…

¿Tienes algo nuevo?

Acabo de sacar una canción para el emigrante venezolano que se llama “Eres tú” y es una canción que a mí me gusta mucho porque es de humor, pero también es bastante sentimental.

En este caso, yo quería hacer una canción para el emigrante, pero con humor, porque cuando he estado afuera y me preguntan de Venezuela, no tengo solo que hablar de las cosas malas. Cuando me he encontrado con venezolanos afuera todos hablan de eso y yo quiero que la gente que está afuera de Venezuela hable de otra cosa que no sea la crisis. Hice una canción donde hablo de palabras muy nuestras, cosas tradicionales, para que quizás, si un extranjero la escucha, se pregunte qué es un becerro, qué es eso de echarle mayonesa a la hallaca y por qué es un apátrida el que lo hace o qué es eso de sushi con tajada. Entonces, te toca como venezolano explicar tu marginalidad que extrañas mucho.

¿Y qué pasa cuando no estás de humor para el humor?

Me pasa mucho. Me suelo amargar o me pongo triste cuando matan manifestantes, me pongo de mal humor, sobre todo cuando son chamos. Hace poco me puse muy triste cuando murió un preso político de 2017, Virgilio Jiménez, en Uribana, porque tuvo una hemorragia de una enfermedad que estaba dando en la cárcel y me puso de muy mal humor. Ese día iba a hacer una canción y no estaba de humor.

Mi twitter es bastante malhumorado. Puedo ser serio a veces y no debería porque soy comediante, pero me indigno.

Me puse de muy mal humor cuando lo de los bomberos de Mérida porque pude haber sido yo y sentí envidia. ¿Por qué no me pusieron preso a mí? Yo soy el humorista (risas). Puede ser cualquiera.

Si un venezolano no te conoce, ¿qué dirías que tienes para ofrecer?

Yo le ofrecería un punto de vista un poco optimista, sin perder el realismo. A veces me catalogan de pesimista y negativo porque suelo ser bastante crítico. Eso es lo que voy a ofrecer: crítica, aunque también puedo manifestar mi apoyo a políticos, porque entiendo que la situación actual exige aliarse.

Unidad…

Unidad. Yo puedo ser aliado de políticos aunque yo pueda señalar su sombra, sus contradicciones, porque ese es mi trabajo como sociedad. Yo aspiro a ser una voz de la sociedad, no ser parte de una élite gobernante, pero si me tengo que aliar con gente de cualquier partido, lo voy a hacer, porque hay un objetivo común, que es el bien social. El país exige eso: por encima de mis intereses como humorista están los intereses superiores, que es el bienestar de mi país. Yo como venezolano quiero eso. Y por eso apoyaré desde a María Corina hasta Julio Borges o Capriles, cuando tenga que hacerlo, a pesar de que los critique.

Unidad por encima de intereses personales, incluso entre chavistas y opositores, pero no solo la de los partidos, sino de la sociedad.

¿Con el chavismo también?

La crisis política venezolana se va a resolver con negociación, creo yo. Quizás algunos salgan a la fuerza, pero con los que queden –porque el chavismo no va a desaparecer cuando se vaya Maduro, seguirá existiendo- habrá que entenderse; con el chavismo que no deshumanice, el que te valore como adversario y que no te encarcele, ni te exilie, ni te mate por razones políticas.

Publicidad
Publicidad