Opinión

Robert Pérez: Un rey sin heredero en la LVBP

Durante casi tres décadas la Liga Venezolana de Beisbol Profesional ha contado con un rey indiscutible. Un embajador del buen beisbol que ha humanizado, con su actitud y su nivel de juego, todo lo positivo de esta liga caribeña.

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Ese monarca, sin embargo, ha oficializado este año que ha decidido abdicar después de 27 años de glorioso mandato.

El tiempo, vencido una y otra vez por esta eterna figura, finalmente se ha impuesto detrás de unos sollozos que anuncian un antipático retiro.

Ya Robert Pérez, su bate y su swing no estarán en los diamantes de la LVBP a partir de la próxima campaña. ¿Cómo llenar semejante vacío? ¿Quién ocupará el trono del «Rey Saliente»?

El reloj, en su despiadado andar, decidió dar fin a la era del «Caballo Crepuscular» y ni le interesó si estábamos listos para nuevos tiempos. No es su problema… es nuestro problema.

Y la solución para la sucesión no es sencilla.

No es un tema de talento. Venezuela se ha convertido en una fuente inagotable de talento beisbolístico capaz de producir peloteros con todavía más capacidades que el mismo Robert Pérez. Solo hace falta mirar a jugadores como Miguel Cabrera, Felix Hernández, Magglio Ordoñez y Bob Abreu para que esa afirmación sea comprobada.

Tampoco es un tema de quebrar sus marcas. Robert Pérez, a pesar de ser el actual «Rey del Jonrón» de la LVBP, va a perder la corona con Eliézer Alfonzo más temprano que tarde. Y aún así, su legado no va perder vigencia por ello. Porque al final del día, Robert Pérez es mucho más que solo el «Rey del Jonrón». Es el Caballo de la LVBP.

Es más bien un tema de «Estrellas Alineadas». Nosotros vimos la carrera de Robert Pérez nacer, ascender y descender en los terrenos de la LVBP. Fue nuestro y de nadie más. No de algún equipo de Grandes Ligas, no de una novena nipona.
Nuestro y punto.

Y para que eso vuelva a ocurrir… las estrellas tienen que volver a alinearse. Porque mientras no lo hagan, figuras como Ernesto Mejía, ícono de una ciudad durante el último lustro, no podrán suplir al «Rey Saliente». Se irán a Japón y construirán su propia leyenda allá a pesar de tener todo el perfil del heredero que buscamos.

Lograrán, como Cabrera y compañía, subir a las mayores para luego conquistar contratos multimillonarios que evitarán que gocemos del cenit de sus carreras como lo hicimos con la afamada «Pared Negra». Que evitarán que el trono que este año se vacía sea ocupado por alguien en el futuro cercano.

Es, finalmente, un tema de tiempos. Robert Pérez debe ser el último de los jugadores venezolanos con la capacidad para establecerse en Grandes Ligas o en Japón y que, por cosas del destino, terminó haciendo de la LVBP su reino primordial.

He ahí la dificultad de la sucesión. He ahí la razón por la cual todo amante de esta liga debe pararse y rendir tributo cuando avisten el 51 de Cardenales en un estadio en estos días. Después de todo, él es el último de su clase, el último de los «Vitico» y nosotros, los últimos testigos de su histórica grandeza.

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