Opinión

Rómulo siempre debe estar

Tiro libre para Atlético Mineiro. El estadio de Brasil, sea cual fuera, en Belo Horizonte o en Paraná, murmulla. Los narradores de radio y TV advierten del peligro, independientemente de cual fuere la distancia desde el punto de cobro de la falta hasta el arco rival del Galo. Pocos equipos en el mundo hoy pueden presumir de generar tal expectativa con un cobrador de faltas. Ahí está Rómulo Otero y la barrera y arquero contrario saben y lo dejan ver en sus rostros, que la probabilidad de que la pelota entre en su arco, es muy alta

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Fotografía: Atletico.com.br

El mediocampista venezolano se ha convertido en el mejor pateador de tiros libres del Continente. Si usted por solamente llevar la contraria se atreve a darme otro nombre de algún futbolista en este lado del mundo con la virtud de ser tan mortífero no solo en el cobro de faltas, sino en anotar goles de larga distancia, por favor dígalo, pero no ponga en duda que Otero es el mejor.
Venezuela ha presumido de logros hasta hace una década impensados, con sus futbolistas, sobre todo a nivel Sudamericano. Aquella Bota de Oro que ganara Giancarlo Maldonado en 2007 fabricando dianas con el O´ Higgin’s chileno y el Atlante mexicano, encontró después en Luis Manuel Seijas un sucesor en la consideración de un venezolano como mejor de América: el valenciano fue el mejor mediocampista zurdo de 2015 para la prestigiosa votación del diario uruguayo El País y al año siguiente, Alejandro Guerra se convirtió en el mejor jugador de la Copa Libertadores que se llevara su equipo, aquel gran Atlético Nacional de Medellín. Hoy, con Otero, Venezuela vuelve a enorgullecerse de tener el mejor, que ya recibió un premio en Brasil, el país de los pateadores, al gol más hermoso de 2017 por su precisa pegada, y obliga a que todos los que vean sus partidos y resúmenes televisivos, se rindan ante la belleza de sus goles de lejana distancia.
Tiene ya 21 tantos desde que viste la camiseta del equipo blanquinegro de Minas Gerais, uno menos que Juanito Cazares, el segundo mayor goleador extranjero en la historia del club. Es un logro significativo, sí, pero la magnitud es mayor cuando se registra la forma en la que cada gol viene de su bota derecha. Hoy por hoy, nadie en América puede acercarse al nivel de letalidad que tiene Otero en la larga ejecución. Un lujo del que presumen los mineiros, que han decidido renovarle su contrato hasta 2020 ante los cantos de sirena que venían desde la fría Moscú, donde el CSKA estaba firmemente interesado en contar con sus servicios.
Que Otero continúe en Brasil le favorece a él y a su club. Un Brasileirao más, ese en el que comenzó anotando en la primera jornada siendo nuevamente titular indiscutible tras tener un muy buen final de torneo estadual y Copa de Brasil, servirá para, de mantener la regularidad de su fútbol, encontrar quizá otra gran oportunidad en Europa, aunque él está muy satisfecho y cómodo en Belo Horizonte, situación esencial para que el ex Huachipato y Caracas destape el tarro de sus esencias.
Rómulo ha comenzado a dejar sus trabas de personalidad para asumir el liderazgo que su fútbol destila en la cancha. Poco a poco ha asimilado la idea de juego del nuevo técnico, Thiago Larghi y aporta más sacrificio en el campo, amén de sus reiteradas asistencias a gol, tan importantes como los bellos tantos que fabrica. Hasta con una operación estética de nariz, esa que le valió una multa por no haber anunciado al Atlético que se la realizaría, demuestra que la confianza en sí mismo y su carácter introvertido está dejando ver ahora a un futbolista con más carácter y madurez con los pies y en la cabeza.
La materia pendiente sigue siendo su papel en la Selección Nacional de Venezuela, esa a la que le hemos perdido la pista porque no ha podido reencontrarse luego de las eliminatorias mundialistas a Rusia. Siguió siendo tomado en cuenta en los llamados de Dudamel pero la poca trascendencia de su fútbol lo alejó de la titularidad, momento que también coincidía con su poco bagaje en Atlético Mineiro.
Hoy por hoy, junto con Tomás Rincón, Yangel Herrera, Wuilker Fariñez y Yeferson Soteldo, en una hipotética reunión de seleccionados, debería ser titular. En una selección que aún construye su idea de juego, partir desde las características de los futbolistas que tiene es lo más lógico y de Otero no se puede prescindir, al menos en este momento. El mejor pegador de tiros libres de América tiene que estar entre los once. En un equipo donde todavía no hay puntos realmente altos como la Vinotinto, más allá del equilibrio de su bloque mostrado en los últimos choques camino a Rusia, la pelota parada puede ser un arma a partir de la cual Venezuela pueda generar aproximaciones al arco rival. Puede sonar banal y burdo este razonamiento, simplista quizá, pero es la realidad: a los mejores hay que aprovecharlos y Rómulo siempre debe estar.]]>

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