Moda

Samira Nasr, la directora con la que Harper’s Bazaar da la espalda al ‘establishment’ en la moda

Samira Nasr, nacida en Montreal y con raíces del Líbano y de Trinidad y Tobago, es la primera directora negra de la emblemática cabecera en sus casi 154 años de historia. Su nombramiento llega en un momento marcado por las protestas contra la violencia policial y el racismo, iniciadas tras el asesinato de George Floyd en Mineápolis, que reavivó el movimiento Black Lives Matter.

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Samira Nasr lucha contra el racismo a través de la moda. “Mi enfoque es colorido por naturaleza”. Con esta declaración de intenciones se presenta a los lectores la nueva directora de la revista Harper’s Bazaar. Nacida en Montreal y con raíces del Líbano y de Trinidad y Tobago, Nasr es la primera directora negra de la emblemática cabecera en sus casi 154 años de historia. 

Su nombramiento llega en un momento marcado por las protestas contra la violencia policial y el racismo, iniciadas tras el asesinato de George Floyd en Mineápolis, que reavivó el movimiento Black Lives Matter. “Trabajaré para dar una plataforma a todas esas voces que quieren contar las historias que nunca han sido contadas”, promete en un vídeo subido a su cuenta de Instagram. 

Nasr es consciente del peso de su voz en esta causa, especialmente dentro de un mundo donde no abunda la diversidad de voces, algo que reconoció al New York Times en 2017:  “Se supone que deberíamos ser una industria diversa y colorida, formada por creativos que no encajan en otros lugares, sin embargo por algún motivo no somos siempre tan inclusivos. No creo que la industria represente el mundo tal y como es”, denunció en aquel momento. 

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Llega a Harper’s Bazaar desde la competencia, Vanity Fair, donde era directora de moda. Se graduó en periodismo en la NYU (New York University) y su contacto con el mundo de la moda comenzó como asistente de Grace Coddington, ex directora creativa de Vogue USA.  Más tarde, fue redactora durante un tiempo en la sección de moda de Harper’s. Tras un coqueteo con el estilismo como freelance, regresó al mundo editorial para ejercer como directora de estilo en InStyle. Después ocupó el mismo puesto en Elle y, en 2018, en Vanity Fair.

Ahora abandona Conde Nast –el conglomerado editorial al que pertenecen revistas como Vanity Fair, Vogue o The New Yorker– en un momento especialmente delicado. El movimiento Black Lives Matter y las protestan mencionadas han traspasado fronteras en las últimas semanas y se han extendido a todos los aspectos de la vida, entre ellos la moda, una industria predominantemente blanca. 

Tiemblan los cimientos 

La falta de heterogeneidad no se encuentra tan solo en las pasarelas. De hecho, es especialmente grave entre los puestos directivos. De los 475 miembros del Consejo de Diseñadores de Moda de América, tan solo 15 son negros. Apenas un 3%. En 2017, tan solo un 1% de los diseñadores en las fashion weeks de todo el mundo eran negros, según datos del Fashion Institute of Technology. 

Ahora los cimientos sociales de una industria acomodada en sus roles durante décadas tiemblan. El grupo Conde Nast, principal competencia del grupo Hearst –al que pertenece Harper’s Bazaar– es el que peor parado ha salido. Adam Rapoport, director de la revista gastronómica Bon Appetit, dimitió el pasado 9 de junio después de que una fotografía suya disfrazado, en una fiesta de Halloween, de un “estereotipo puertorriqueño” provocase el malestar de sus empleados y revolucionase la red. 

Poco después, el director de vídeo del mismo grupo editorial, Matt Duckor, dimitió también, después de que los trabajadores acusasen a su equipo de no incluir a negros en los vídeos y de no pagarles por sus apariciones, esto unido a que una serie de tweets en los que Duckor hace comentarios racistas y homófobos circulasen por la web. 

Christene Barberich, la directora del portal de moda digital Refinery29, también dimitió a raíz de una serie de protestas del personal, que afirmaban haber tenido experiencias racistas y discriminatorias en la compañía.

La mismísima Anna Wintour –directora de Vogue y una institución en el mundo de la moda– tuvo que pedir perdón. Admitió haber cometido errores y publicado “material intolerante”, así como no haber hecho lo suficiente para promocionar a profesionales negros en la revista. Un ex editor de la propia revista la llegó a tachar de “colonialista”. 

Harper’s Bazaar es, desde su nacimiento, un altavoz de cambios sociales. Su primera editora, Mary Louise Booth, había sido antes una de las primeras reporteras del New York Times. Activista de los derechos de la mujer, impregnó con su esencia las páginas de la revista a finales del siglo XIV. La revista siempre ha usado la moda como prisma desde el que enfocar las distintas caras del momento que habitaba. El mayor exponente de esta misión fue en los años 70, cuando sirvió como campo de pruebas para escritores del Nuevo Periodismo como Tom Wolfe o Norman Mailer, quienes pintaron un retrato caótico y vívido de una sociedad que se despertaba tras el letargo de la postguerra mundial. 

Samira Nasr deja claro desde su llegada que tomará el testigo de dicha misión: “El estilo va mucho más allá de la manera de vestir. También tiene que ver con cómo percibimos y ocupamos nuestro espacio en el mundo”. 

Este artículo fue publicado originalmente en The Objective. 

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