Venezuela

¿Se atreverá Lorenzo?

Hace exactamente un año, también en los días navideños, invité a los lectores a un ejercicio de política-ficción. Les pedí que imaginaran una eventual candidatura presidencial de Lorenzo Mendoza. Muchas cosas ocurrieron entre aquel artículo y éste, pero lo cierto es que el escenario de un Mendoza candidato pasó a ser vox populi en Venezuela, aunque el empresario no se pronuncie al respecto.

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Foto: Archivo El Estímulo | Andrea Hernández

A lo largo de los meses de 2017 el país siguió cayendo en una crisis económica con severas secuelas sociales, que tocan directamente a la población. Vivimos una perversa combinación de escasez aguda e hiperinflación que afectan tanto a alimentos como medicinas. La percepción internacional es que Venezuela está a las puertas de una crisis humanitaria generalizada.
El gobierno ha dejado en evidencia su incapacidad de hacer frente a esta crisis que precisamente creó por sus políticas de despilfarro, corrupción y controles de la economía.
En estos meses de 2017, por otro lado, no pocos venezolanos vivieron la desesperanza de estar atrapados entre un gobierno que quiere permanecer en el poder a toda costa, incluso sin importarles la destrucción nacional, y por el otro lado una oposición política fragmentada en una guerra de cuchillos entre ellos, en los que parece importar más el ego de cada quien que en encontrar respuestas a la crisis.
A lo largo de 2017 ha crecido y así lo dejan en evidencia diversos estudios de opinión pública, la expectativa de que un outsider sea el abanderado del país que quiere un cambio. No sólo se trata de un nuevo presidente, sino un cambio profundo del manejo económico, una genuina transformación social y cultural.
El outsider no es otra cosa que alguien que con capacidad y  éxito en otros ámbitos decide lanzarse al ruedo político. Irene Sáez lo fue, Hugo Chávez lo fue.  Renny Ottolina apuntaba a serlo.  Si me preguntan por otras figuras en este momento, además de Lorenzo Mendoza, creo que alguien que demostró éxito como Richard Páez al impulsar a la Vinotinto o un Laureano Márquez que sabe indagar en el alma venezolana podrían ser también figuras transformadoras del país.
No es la primera vez que la sociedad se decanta por este tipo de figuras ante el desgaste de la clase política y lo que se percibe cómo la incapacidad de los políticos en sacar al país de la crisis. Un outsider no garantiza el éxito por cierto de una gestión, por sí sólo, pero eso ya sería motivo de otro artículo.
Lorenzo Mendoza viene sonando como candidato presidencial.
No sólo se trata de que lo diga una encuesta. Se escucha en la calle su nombre. Bien sea porque se le nombre de forma directa: “Lorenzo Mendoza es el hombre”, como me dijeron en una farmacia popular en el oeste mientras hacía una cola para comprar una medicina, o bien se mencionan atributos que se relacionan con la experiencia del presidente de Empresas Polar: “Necesitamos un gerente que sepa como producir lo que comemos”, como me señalaron los obreros en una construcción con los que hablé sobre la situación del país.
Reitero lo señalado hace un año: esto es un mero ejercicio de política-ficción. Debo aclarar que no tengo ningún vínculo ni con este empresario ni con sus empresas. Tampoco recibí un encargo de una encuestadora. Estoy, como muchos otros venezolanos, pensando en cómo podría encontrarse política y democráticamente una salida a la crisis venezolana.
Sí insisto en lo que he escrito a lo largo de 2017: Cualquier escenario que imagino requiere de líderes que tengan capacidad de amalgamar a los venezolanos en su descontento y presentarle a la sociedad un proyecto de cambio.
Muchas aseguran que un outsider simboliza la antipolítica. Yo creo que es lo contrario. La politización de los venezolanos los hace seres críticos con el liderazgo político. Estamos ante un mar de descontento, en todos los ámbitos sociales y en todos los rincones del país, y con actores sencillamente apoltronados. Unos en su posición de poder y otros en su posición de oposición, de éstos últimos no pocos han limitando su acción política a poner mensajes en el Twitter.
Nadie está convocando, ahora, en el peor momento de la crisis que haya conocido al país, a una cruzada por el cambio. Con éxito!
Una sola vez he visto en persona a Lorenzo Mendoza. Hubo un acto a mediados de 2016 en la Universidad Católica Andrés Bello con diversos obispos de la Conferencia Episcopal. Él estuvo allí. Luego del acto hubo muchísimas personas que se acercaron a estrechar su mano. En general escuché a la gente decirle Lorenzo, con familiaridad. Pasado el furor una señora bien humilde se le acercó. No supe que le dijo la señora, pero ella rompió a llorar. Mendoza la abrazó. No se trataba de un acto para las cámaras, percibí compasión genuina ante el dolor de aquella señora.
Mendoza asegura que su prioridad son sus empresas, y ello es legítimo. Pero no estamos en un país de condiciones políticas normales. Tal como van las cosas, es claro la sola supervivencia de una iniciativa privada, como Empresas Polar, necesitará de un que ocurra un cambio político en el país.
Tal vez para “salvar” a Empresas Polar será necesario (absolutamente necesario) que en primer término se logre el cambio político en Venezuela. ¿Esta cruda realidad terminará de convencer a Lorenzo Mendoza?
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