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¿Se va a morir el FutVe?

Desde que era muy chamo, desde los tiempos en los que acudía a ver fútbol las tardes de domingo a comienzos de los años noventa, siempre, siempre escuché en la tribuna y leía en los periódicos, que el fútbol venezolano estaba en problemas. Las críticas a las decisiones erradas y a los innumerables despropósitos ha sido una constante eterna del campeonato nacional. Sin embargo, en los últimos años, la situación no ha dejado de ser igual. Los matices son distintos, pero los problemas siguen dándose una y otra vez.

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Fotografía: Caracas FC

Cheché Vidal siempre predicó que el fútbol venezolano “hay que dejarlo morir para que vuelva a nacer”. Es decir, no existe según él, forma ni manera de rescatarlo. Está perdido y debe desaparecer para que renazca uno nuevo y moldearlo de acuerdo a otras formas. Me parece una teoría que tiene cierta lógica: pasa el tiempo y en vez de mejorar, aparecen problemas a diestra y siniestra. Es como el cuero seco de Antonio Guzmán Blanco: si lo pisas por un lado, se levanta por el otro; si solucionas un problema, surgen otros. La enfermedad parece perpetuarse y no se encuentra la cura. La supervivencia es la constante, con un respirador artificial.

Así caminamos con nuestro fútbol. Quienes trabajamos en él hacemos el esfuerzo tremendo por tratar de aportar un grano de arena para mejorarlo, pero pareciera que no existiera forma de encontrar un camino común que permita, paso a paso, mejorar lo que para muchos es insalvable. ¿Es posible hacerlo? Es muy difícil.

Y es que todo el entorno del fútbol ha provocado que el colapso esté siempre latente y que la tesis de la “muerte del fútbol” cobre cada vez más valor. Los problemas se han multiplicado, aun cuando la aparente “solvencia” de los equipos se había encontrado con la compra por parte de diferentes mecenas de la propiedad de la mayoría de las instituciones que hacen vida en Primera División. Hoy volvemos a hablar de deudas, de incumplimiento de pago con los empleados, de un desorden institucional que rememora épocas donde era más difícil cobrar por tus servicios que no hacerlo.

La FVF permitió que 2019 se jugara con 20 equipos. Nadie entendió las razones, porque nadie las explicó, ni los beneficiados que no se fueron a Segunda División. Nadie dijo por qué se debía jugar con tantos equipos. ¿El resultado? Un calendario apretadísimo, más viajes, traslados y logística que encarecen los presupuestos de equipos que han dejado de percibir los dólares por la venta de los derechos de transmisión televisiva por el retraso del pago que posee la empresa GOLTV. Era ilógico, un exabrupto: pero nadie lo impidió.

Ahora surge la situación de las condiciones país que afectan el desarrollo normal de los partidos de fútbol. Los equipos venezolanos en Copa Libertadores juegan a las 4 de la tarde, previendo que no se vaya a ir el fluido eléctrico en pleno partido nocturno. Los jugadores protestan y rápidamente el Consejo de Honor de la FVF los sanciona, mientras la FIFA descuenta puntos a algunas instituciones por deudas añejas. Llueven las críticas sobre la Asociación de Futbolistas por sus tibias posturas y acciones en pro de sus agremiados.

Multipropiedad, poca claridad en la demostración de la proveniencia de los recursos invertidos en el fútbol, equipos que juegan fuera de su sede porque no tienen estadio en condiciones óptimas pero que ni siquiera han movido un dedo para repararlo, equipos que no tienen departamento de prensa en pleno siglo XXI, un jugador que es suspendido seis meses por agredir a un directivo por deudas, una Federación que renueva contrato con una marca que provocó un bochorno imperdonable, una misma FVF que obliga a jugar a los futbolistas cuando las condiciones no están dadas para hacerlo.

La LigaFutVE no termina de controlar la organización del torneo. Aún no se conocen las delimitaciones de las competencias entre la Liga y la FVF en ese apartado y al contrario de parecer próxima la posibilidad de que los clubes organizados atajen la sartén por el mango, es cada vez menos probable que eso pase. Un torneo donde la TV reapareció apenas hace una fecha y que se ve por YouTube. Desinformación. Y así, más.

Son algunos problemas que hablan de un fútbol que se mantiene vivo por los futbolistas, por directivos, por empresarios (no necesariamente capacitados todos para administrar más allá de su dinero) y no porque realmente tenga un corazón que lata con la suficiente normalidad de autosustentabilidad para respirar y hacer una vida normal. Se vive en la crítica, en el límite, en la cornisa, pero se vive.

¿Vale la pena luchar para salvarlo de la muerte o realmente hay que soltar la mano que lo sostiene y dejarlo caer al vacío? Nuestro fútbol es el reflejo del país. ¿Usted cree que Venezuela debe morir para arrancar todo desde cero? No. Hay que buscar la manera de encontrar la legalidad necesaria para cambiarlo. Si todos asumimos nuestra cuota de responsabilidad y brindamos el apoyo necesario, esto va a mejorar. Luchemos por modificar las estructuras para reedificar. Hay mucha gente que trabaja en eso, créalo. Si pensamos que es posible cambiarlo todo desde el pensamiento del deber ser, ¿no cree que podemos lograrlo en el fútbol?

Se puede, estoy convencido que sí. Venezuela puede tener otras prioridades, pero para quienes amamos el fútbol, hay forma de encontrar que ese deber ser, llegue y funcione. Y se quede. Los buenos somos más.

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