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Sergio Moro, el juez estrella que divide a Brasil

Hace apenas tres años, Sergio Moro era un desconocido para los brasileños. Hoy, el juez figura entre los favoritos para la Presidencia tras el protagonismo adquirido por la investigación del mayor escándalo de corrupción de la historia de Brasil.

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Foto: Eraldo Peres |AP

Inspirado en la operación «Manos Limpias», que acabó con una compleja red de corrupción política en Italia en los años 90, el juez federal Sergio Moro ha emprendido una lucha que por momentos ha enfrentado al poder judicial con el político y que ha dividido a la sociedad brasileña entre quienes le consideran un «héroe» y quienes le ven como un «populista» con intereses partidarios.
Moro había conducido varias investigaciones de calado cuando, en 2014, asumió desde su juzgado de Curitiba la operación «Lava Jato», que ha cobrado una dimensión inédita en Brasil.
Bautizada como «Lava Jato» (lavacoches) porque comenzó con un operativo en una gasolinera utilizada para lavar dinero, la investigación despegó con la delación de Alberto Youssef, un cambista vinculado con el exdirector de Petrobras.
El proceso destapó una monumental red que vació Petrobras -entonces la mayor empresa de América Latina-, y que salpica a dirigentes y partidos de todo el arco político y a algunos de los principales empresarios de Brasil.
Cuando Moro comenzó a investigar la trama, que ha desviado más de 4.000 millones de dólares según cálculos conservadores, era ya considerado un experto en la lucha contra el lavado de dinero.
Su primer gran caso, Banestado, terminó en 2003 con un centenar de acusados en la cárcel y la primera mención a Youssef, y dos años después colaboró con una magistrada del Supremo en un caso que golpeó al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva y probó sobornos a legisladores a cambio de apoyo a su Gobierno.
También en la «Lava Jato», Moro tuvo en la mira desde el inicio a Lula y no dudó en ordenar su detención para conducirlo a declarar a la fuerza ni en divulgar comprometidas conversaciones telefónicas privadas con la ahora expresidenta Dilma Rousseff.
Dos decisiones con un enorme impacto mediático pero también severamente criticadas desde sectores del poder judicial que le acusan de abusar de las prisiones preventivas.
«Estoy asustado con la República de Curitiba. Porque a partir de un juez de primera instancia todo puede ocurrir en este país», llegó a admitir Lula, quien denunció incluso a Moro ante Naciones Unidas por «persecución política».
El «juez estrella» de Brasil nació en Maringá, en el sureño estado de Paraná, en una familia de clase media, estudió derecho en su ciudad natal y se especializó en el combate al lavado de dinero en un programa de Harvard.
Con solo 24 años se convirtió en juez y ahora compagina su trabajo en un juzgado de Curitiba con sus actividades como profesor de la Universidad Federal de Paraná y asesor de la Comisión de Constitución y Justicia del Senado.
Tiene dos hijos con Rosangela Wolff, su esposa y principal valedora, creadora de la página «Eu Moro con ele» (un juego de palabras que significa yo vivo con él) para conseguir apoyo popular y acompañar al juez en sus horas más bajas.
Hoy, la página acumula más de 818.000 seguidores y el propio Moro la utilizó para agradecer, en un vídeo colgado en marzo, el respaldo de «una gran mayoría o tal vez la totalidad de la población».
Su nombre, invocado con frecuencia en las manifestaciones contra la corrupción, figura en las encuestas entre los favoritos a la Presidencia de Brasil.
Tanto, que haría sombra al propio Lula, que encabeza la intención de voto y se vería en dificultades para vencer al juez en segunda vuelta.
La «Lava Jato» ha proyectado la figura de Moro tanto en Brasil como en el exterior: Apareció en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo de la revista «Time» el pasado año y entre los 50 líderes con mayor influencia en el mundo de Fortune.
Muchos critican precisamente su exceso de protagonismo y su presunta proximidad con la actual cúpula del poder, que le ha reconocido con la medalla del Mérito Militar, avalada por el ministro de Defensa.
«Aunque aparentemente no muestra inclinación por un partido, su actuación acaba teniendo un carácter político», admitía recientemente un antiguo colaborador del juez.
Admirador, entre otros, de Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln, Moro sostiene que «el primer requisito para que el gobierno tenga éxito es la aplicación de la ley sin vacilación y la eliminación de la corrupción».
«La exposición y el castigo de la corrupción pública es un honor para una nación, no una desgracia», resumió en una ocasión.]]>

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