Opinión

¡Sonríe!

Ricardo Adrianza nos recuerda que sonreír debe ser un hábito de vida. Es contagioso, mejora el entorno, libera el estrés e impulsa la creatividad

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¡Sonríe!
Foto de portada: Daria Rem / Pexels

Soy un apasionado en explorar las condiciones o atributos que definen el camino a la felicidad. Pareciera que a medida que avanzamos en edad, comprendemos de mejor manera los secretos para un mejor vivir. Sin embargo, está visto que, en el camino de la vida, muchas situaciones nos abruman y quedamos atrapados en los sinsabores que nos reportan las experiencias vividas.

En ese camino de exploración me he topado con un sinfín de teorías, y diría, que todo está escrito. Soy un convencido de que lo que más aporta en la construcción de nuestro bienestar, es la forma como nos comprometemos y ajustamos nuestro día a día a nuevos hábitos que sumen para convertirnos en nuestra mejor versión, lo que significa que somos los ingenieros de nuestra propia felicidad.

Lea también, del mismo autor: Termina la carrera 

Mi conclusión con relación a la felicidad es que construirla es mucho más simple de lo que pensamos. No obstante, es indudable que en esa construcción necesitas de una profunda transformación, lo que implica que podamos tropezarnos con alguna decepción.

A propósito de la transformación, si hacemos un símil con el águila, –uno de los animales más audaces y capaces que existen– cuando se pone vieja se lastima para obtener plumas nuevas. En pocas palabras, escoge entre morir o renovarse, dejando atrás todo el lastre del pasado, pasando por una profunda transformación que conlleva varios meses.

Esto es precisamente lo que intento destacar: debemos estar atentos a deshacernos de viejos hábitos que no agregan emoción o alegría a nuestras vidas y nos alejan del camino del bienestar.

La experiencia que me aporta ser abuelo – por simple que parezca – ha sumado ganas a mi vida y me empuja a concluir que adoptar la filosofía de vivir con un espíritu infantil, nos reporta la holgura emocional para transitar la mejor existencia posible.

Foto Alexander Dummer / Pexels

Entonces, si la filosofía es entendida como una doctrina que usa un conjunto de razonamientos lógicos y metódicos sobre conceptos abstractos como la existencia, la filosofía de la felicidad pudiera definirse como el mismo conjunto de razonamientos lógicos y simples (casi infantiles) que regalan a quienes la practican un aura de paz y tranquilidad difícil de corromper por los infortunios de la vida.

He preparado una lista de al menos 9 atributos a ser internalizados como hábitos que iré desarrollando en mis artículos semanales. En esta entrega, te resumiré el primero de ellos: ¡Sonríe!

sonrisa
Foto Edu Carvalho / Pexels

Cuando me refiero a sonreír, no me refiero a la propia acción de hacerlo. Me refiero a reírnos de nuestras propias imperfecciones. A aceptar las situaciones adversas como un aprendizaje. Eso nos dispone a una mejor actitud ante los reveses de la vida. Hay una frase muy bella de Golda Meier –ex primera ministra de Israel– que refrenda lo que intento explicarles: “Los que no saben llorar con el corazón, tampoco saben cómo reír con él”. Hermoso, ¿no?

Para graficar lo anterior, les pongo un ejemplo: Quienes hayan practicado el golf, estarán de acuerdo conmigo en que una parte importante de este juego es la condición mental con la que enfrentamos cada golpe. Generalmente nos ofuscamos –me anoto en ese lote– cuando ante lo que podría intuirse como un simple golpe, lo convertimos en un error monstruoso que nos castiga con un score elevado. En mi grupo habitual de golf, jugaba un viejito japonés –de apellido Kodama– que parecía una máquina de tiros certeros. Sin embargo, en algunas ocasiones –muy pocas– Kodama hacía tiros horribles que no cuadraban en nada con la perfección de su juego. Su respuesta ante ese “infortunio” era premiarse con una larga carcajada que, irremediablemente, contagiaba a todos los miembros del grupo. ¡Él se reía de sus propias imperfecciones! Acto seguido (el siguiente golpe), por lo general, nos hacía exclamar: ¡qué bárbaro!

Ese relato, por simple que parezca, es un pequeño ejemplo del poder de sonreír. El inventario de sus beneficios es extenso e influye de manera singular a aspectos físicos, psicológicos y de mejora en nuestras relaciones.

Numerosas investigaciones indican que cuando sonríes generas una respuesta automática en la actitud y, en consecuencia, somos más capaces de encontrar soluciones creativas a los distintos desafíos que nos toca enfrentar. Además, sonreír, ofrece un aspecto alegre que es una condición sustancial para construir, nutrir y fortalecer nuestras relaciones con otros, y agregaría, con nosotros mismos.

Foto Guilherme Almeida / Pexels

A pesar de que la situación actual y el contexto nos inducen a resaltar las situaciones amargas y convertir al pesimismo en el protagonista de las redes sociales, te propongo que cambiemos el hábito con esta estupenda noticia: Sonreír es contagioso, libera el estrés e impulsa tu creatividad.

Mejorar tu entorno y contribuir con una sonrisa, es tarea obligada para todos. Un acto simple que incluye una dosis de agradecimiento que beneficia a quien lo da y a quien lo recibe.

Súmate a este lenguaje universal y mejora tus finanzas, porque, aunque lo sepas, quizás lo has olvidado: ¡sonreír es gratis!

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