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Suenan las alarmas vinotinto

Tras la derrota 3-0 ante Uruguay, no queda otra opción que asumir una nueva postura, y es que seguir hablando de Rusia 2018 se ha vuelto cruel. Hay que asumir públicamente que la meta es armar una selección que compita de cara a las eliminatorias hacia Catar 2022, y para ello las acciones y el discurso deben ir de la mano.

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(EFE)

El fútbol es lo que es, o mejor dicho, es lo que el contexto y el rival permiten que sea. Aún así, y aunque a algunos les duela, la selección nacional de fútbol necesita cambios importantes si realmente se quiere promover la idea de que se trabaja por un mejor futuro. Los errores cometidos en los últimos partidos son los mismos que caracterizaron la corta etapa de Noel Sanvicente, por lo que la revisión ya no puede pasar exclusivamente por la figura del entrenador, sino que se debe profundizar un poco más, con la intención de aproximarse a la raíz del problema.

Permítame contarle una anécdota: un amigo, integrante de un cuerpo técnico ganador de torneos domésticos y de la propia Liga de Campeones, me dijo alguna vez que ante una disyuntiva como la que vive la selección criolla hay dos opciones: cambiar para buscar oxígeno o mantenerse para terminar ahogándose. Esto es fútbol, y nadie se juega la vida, pero su consejo mucho tiene que ver con esta actualidad que nos hace recordar al día de la marmota, o a lo que en filosofía se dio a conocer como “el eterno retorno”.

Rafael Dudamel es un tipo con un carácter muy marcado. Se le conocen excesos producto de esa manera de vivir, pero nadie podrá jamás acusarlo de ser alguien que se achique ante las dificultades. Es por ello que llegados a esta encrucijada, en la que su equipo no es ni de cerca el que ilusionó al país en la Copa América Centenario, se presenta la hora de tomar decisiones, algunas seguramente impopulares, para agitar el statu quo y modificar este rumbo. Puede que se repitan las derrotas, pero hay algo que va más allá del resultado y que puede ser resuelto a partir de la intervención de entrenador.

Un ejemplo de su influencia fue el cambio de dibujo el día de hoy para enfrentar a Uruguay. Esa pequeña variación permitió observar una mejor versión de Adalberto Peñaranda, similar a la del torneo norteamericano, aún cuando, producto de la inmediatez, sólo se recuerden sus fallos con el arco vacío. Ese cambio promovido por Dudamel se explica en el siguiente video:

Pero el fútbol, como cualquier otra actividad humana, requiere ser entendido dentro en el marco de lo que es el Pensamiento Complejo y la Teoría del Caos, que nos recuerdan que cualquier modificación en las condiciones iniciales producirá cambios y efectos enormes e inesperados. A partir de ello, uno supone que Dudamel está evaluando llevar a cabo reformas que vayan más allá de lo que se ve en el terreno de juego. No en vano los malos resultados tienen como hilo conductor a un grupo de futbolistas que, individualmente pertenecen a la alta competencia, pero que como colectivo no encuentran un contexto ideal para retornar a la competitividad.

Este juego necesita desarrollarse dentro de una dinámica constante de ensayo y error. En el caso venezolano, se repiten los protagonistas, el funcionamiento y los errores. Y esto lleva a lo que anteriormente se sugiere en estas líneas: puede que sea el momento propicio de alimentar el espíritu innovador y realmente impulsar medidas que permitan ilusionarse con un futuro distinto.

Allí están futbolistas como Víctor García, José Manuel Velázquez, Rómulo Otero, Mikel Villanueva, José Contreras, Juan Pablo Añor, John Murillo y Andrés Ponce. Todos ellos ya tienen algún paso por la selección y piden participación en los nueve partidos de eliminatoria que restan. Sólo sumando minutos competitivos demostrarán si son aptos para seguir siendo llamados.

Todo esto que aquí se describe lo puede llevar a cabo exclusivamente el seleccionador nacional, quien como cualquier deportista de élite seguramente odia caer derrotado, pero también debe ser consciente que es en el fracaso donde se pueden obtener las mayores enseñanzas. Cambiar, experimentar, promover nuevos y diferentes contextos, y olvidarse de la opinión pública deben ser los mandamientos de cualquier entrenador, algo que reafirma el accionar de José Pekerman u Óscar Tabárez, por ejemplo.

Suenan las alarmas porque por ahora ni se compite ni se nota la mano de Dudamel. Solamente él puede apagarlas, pero debe recordar que para conseguir resultados diferentes hay que cambiar esas condiciones iniciales.

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