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TEATRO| Peter Pan y el entierro de los ausentes

Imagínate un jardín lleno de olivos. Cada año esos olivos se multiplican más rápido de lo que puedes llegar a contar. De 13.156 olivos en el 2007, te encuentras con que los árboles han alcanzado la cifra de 260.000 en el  año 2040. A esa velocidad y eficiencia, ¿cuántos muertos podrás contar en el año 2045?. Ya va, ¿muertos?... Si, no leíste mal, escribí "muertos" y no "olivos". Estos son solo una metáfora para los caídos a manos de la violencia en Venezuela.

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Según los últimos informes publicados por el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), cada año mueren más de 20 mil personas de manera violenta en el país. En el año 2015 extraoficialmente fueron asesinados 27.875 ciudadanos en estas condiciones.

¿Nunca se han preguntado dónde caben tantos agujeros para enterrarlos? ¿Tampoco se han preguntado si aquél que tiene que cavar los huecos sigue en sus cabales en medio de tanta soledad?  Y ahora la guinda de la torta: ¿Qué pasaría si ese señor que divaga en los cementerios fuera Peter Pan, la mítica figura creada por James Matthew Barrie en 1901, el adolescente de eterna juventud que bailaba con los niños perdidos en el país de Nunca Jamás?.

Pero esta vez, Peter Pan ya no es un niño, el hechizo se ha roto y ahora es un anciano de más de 70 años de edad,  con ropas negras y desgastadas, con las manos destrozadas de tanto cavar y con manchas de sangre en su camisa.

El viejo Pan ahora se tambalea por un jardín en donde lleva viviendo más de 11 mil días, preguntándose cuándo será su turno de morir. Las sombras de los muertos le susurran en su aislamiento. Bebe para olvidar, insulta a un dios invisible y recolecta objetos que alguna vez pertenecieron a los caídos –un reloj, una pañoleta, un zarcillo-.

Es esta historia tan inaudita como anclada a la realidad social que nos rodea la que plantea “Pan y Los Nadies”, una obra con coproducción internacional y dirección venezolana que versiona completamente la edulcorada historia de Disney y la expone en un contexto que toca directamente a los venezolanos.

El director caraqueño, Rennier Piñero, y la dramaturga española, Silvia Herreros de Tejada, son los responsables de crear un cementerio infinito en donde “a fuerza de enterrar a tantas víctimas de la violencia, el anciano enterrador Pan ha creado un mundo imaginario en el que los muertos, eternamente jóvenes, le cuentan historias y le hacen compañía”.

En este cementerio “Los Nadies” son los cadáveres olvidados que han perdido para siempre su identidad. Un trío de «Hadas Carroñeras» y estos ausentes son los únicos amigos de Peter Pan, y su última oportunidad para recuperar los recuerdos y pensamientos felices.

El adolescente que nunca crece es un asesino y un enterrador. Wendy y los hermanos Darling son los recuerdos felices que impiden que su cordura caiga del todo, como cae la tierra que tapa los agujeros en el jardín. Lo que desea el Peter Pan de esta historia no es ser eternamente joven, es morir y dejar de enterrar a sus conocidos. Sus recuerdos pueden ser los de cualquier niño venezolano que crece entre bandas criminales y barrios con toques de queda. Su juventud estuvo aturdida por ráfagas de balas y un tal Garfio que le exigía probarse en el delito para formar parte de su círculo de plomo.

Mientras tanto los muertos caen como moscas y Pan, el anciano que nunca muere, ha cavado 130.028 agujeros. Su juicio se va extinguiendo junto a los asesinatos de inocentes que continúan acumulándose en su conciencia.

El protagonista

Luis Domingo González es el actor venezolano que le da viva a Pan, y una de las razones por las que este cuasi monólogo se convierte en una “experiencia religiosa”. González se lanza al vacío y entierra cualquier indicio de inhibición al que puedan dar pie las escenas de la obra. El actor bautiza al nuevo Pan con todas las de la ley.

La dirección

Rennier Piñero (director) es un joven venezolano cuya especialización teatral realizó en Madrid. Antes de dirigir Pan y Los Nadies interpretó al villano Garfio en un montaje en el país europeo llamado Perdidos en Nunca Jamás. La dramaturga de esta obra es la misma que escribió el guión de la pieza que se presenta este mes en Caracas, la española Silvia Herreros, una “especialista en Peter Pan” (sí, esto existe y tiene libros sobre la materia).

Silvia cuenta que la primera vez que  J.M Barrier  escribió sobre Peter Pan, a principios del siglo XX, el personaje no era el que nos muestra hoy Disney. Peter Pan era un joven que enterraba a los niños que se perdían en los parques de Londres y no podía salvar.

Esta historia, unida al rechazo que explica sentir Piñera por la figura de Peter Pan como «niño eterno», hizo que trasladaran tal ficción a Venezuela. “Pensamos en que sería de ese Peter Pan si estuviera en Venezuela y tuviera que recoger en un año a 20.000 muertos. Quisimos enfrentar una figura muy querida a una situación que nos duele mucho”, sostiene Piñera.

Para Herrera, el mensaje final de la obra es el valor de la vida.

“Una vida hay que vivirla como un ciclo completo, pero Peter Pan quiere permanecer eternamente joven y eso es una tragedia, porque permanecer eternamente joven es no vivir, es no experimentar”.

Pan y Los Nadies” se presenta en la Sala Rajatabla (Bellas Artes, entre el Teatro Teresa Carreño y UNEARTE) , de jueves a sábado a las 07:00 pm y los domingos a las 06:00 pm. Este es el primer proyecto de colaboración entre la institución venezolana La Fundación Rajatabla y el grupo español El Colectivo Fisión Escénica de Madrid.

El elenco está compuesto por Luis Domingo González, Sandra Moncada, Adriana Bustamante, Jennifer Morales, acompañados por Pepa Pedroche (narradora), Raquel del Pino Herranz, Macarena Portilla, Amanda Aguirre, Raquel Alarcón y la cantora Paloma Araque.

La asistencia de dirección es de Jan Thomas Mora (VE); asistencia de movimiento, de Ranniely Piñero (VE); percusionista, Julio Alcocer (VE); espacio sonoro y arte gráfico, de Geber Luis (ES); grabación de sonido, de Javier Quintana (ES) y Ricardo Mendoza (El Racord Estudios, Venezuela); composición musical, de Oscar Galián; vestuario, de Elvira Lobo (VE); producción artística, de Natacha Pérez(VE) y Natalia Orellana (VE); y producción general, de Williams López (VE).

Luego de su temporada en Caracas, la pieza viajará a España a los festivales de teatro iberoamericano.

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