Venezuela

Las 7 recomendaciones para teletrabajar que son imposibles de cumplir

Desde que comenzó la pandemia y nos vimos obligados a trabajar en casa, escuchamos cientos de recomendaciones para hacer llevadera esa nueva normalidad. Sin embargo, sabemos que el paso de la teoría a la práctica puede no ser tan sencillo como se cree. Y estos son unos ejemplos

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Pasada la ola de reflexión que trajo el coronavirus y los conocidos tópicos sobre la importancia de ver el confinamiento como una oportunidad de reinvención, llegó la hora de separar el polvo y la paja.

Muchas de las recomendaciones para adaptarnos a la «nueva normalidad» parecían dirigidas a aquellos que precisamente ya estaban preparados para esa normalidad. Nos referimos a personas que viven en casas o apartamentos amplios, que permiten la remodelación de espacios para crear una «minioficinita» o un «templito» para meditar y descansar.

No son pocos los gurús que nos han dicho que debemos asumir el encierro con una actitud positiva, proactiva y resiliente. No obstante, por más buenas intenciones que tengamos, es obvio que cuesta seguir las recomendaciones, si, por ejemplo solo hay una computadora en casa, el hijo debe entregar una cartelera «virtual» sobre la evolución del Australopithecus, el padre un informe atrasado en el bendito Excel que nunca aprendió a manejar y la madre tiene una entrevista por Zoom antes de que sea medianoche en Groenlandia.

Revisemos pues, cuáles son las recomendaciones sobre el teletrabajo que para la mayoría de los mortales son «Misión Imposible». Como muchos testimonios para este artículo se repetían, exponemos los más gráficos.

7 – Crea una oficina para ti

«Es imposible. Vivimos cinco personas en un apartamento tipo estudio. Si ya es complicado no tocarnos por esta paranoia del coronavirus, mucho menos tener un espacio individual. Cada uno trabaja o estudia encerrado en un cuarto o la sala. Incluso hemos utilizado el baño para llamadas», cuenta Wilson, padre de familia, con dos hijos, que trabaja organizando foros virtuales.

«No hay manera», explica Leonardo, quien tiene dos pequeñas -de 10 y 8 años- y trabaja para una entidad bancaria: «Por su curiosidad y estar fastidiadas en casa, siempre quieren escuchar qué estás hablando o ver quién está al otro lado de la pantalla cuando hablas».

«No tengo hijos, pero tengo perros. Y pueden estar callados durante la mayor parte del día, pero apenas comienza el teletrabajo o, mejor dicho, las reuniones con los jefes, empiezan a ladrar».

6- Tener un horario

Es el primer consejo y nadie parece cumplirlo. Al menos 15 personas consultadas respondieron que terminan laborando más de 8 horas. De hecho, la mayoría dijo 12 horas.

«Como estás en la casa, pierdes la perspectiva. Es decir, así como tienes un breake para preparar el desayuno o el almuerzo y sabes que eso no lo puedes hacer en la oficina, asumes que debes trabajar hasta las 10 de la noche o desde la cinco de la madrugada. También los sábados o los domingos. Llega un punto en que eso se te sale de las manos y en cualquier momento estás trabajando», dice Ronna, periodista, con un hijo adolescente.

«Y no compensa, porque si estás en una oficina, ciertamente no te prepararías un almuerzo, pero sales a almorzar y te tomas tu tiempo. Si llevas comida, la calientas y estás en tu hora de almuerzo. De todo esto no te das cuenta, es como si tu inconsciente no lo considerara así y por el contrario, sientes que si estás cocinándote algo en casa estás perdiendo el tiempo y lo retribuyes trabajando más. Entonces empiezas a perder el control», concluye la comunicadora.

5- Pedir apoyo

Maritza es una venezolana que emigró a Colombia y trabaja como peluquera. El local en el que atendía cerró, pero encontró una forma de seguir adelante. «Había hecho una base de clientes y en mi apartamento atiendo a cada uno de ellos. Los clientes vienen cuando les toca el día para hacer mercado, pero si tengo tres en un día, entonces se me complica porque yo estoy sola con mis dos hijos pequeños. No tengo a nadie más en este país que me pueda ayudar».

Aún así, Maritza siente que ese no es el mayor problema, pues si revisamos, cumplió con lo de crear su propia oficina en casa: «El problema de esto es que siempre viene gente de afuera. ¿Se han cuidado? ¿Qué pasa si me enfermo? A veces eso me da miedo, pero si no trabajo, no como».

4- Decirle no al jefe

«Es muy complicado decirle que no a mis jefes porque siempre están demandando cosas nuevas, por la misma naturaleza de lo que está sucediendo, que empresas están cerrado por problemas económicos. Si bien para las personas estos días parecen rutinarios, para los que trabajamos con aseguradoras, la historia es diferente», cuenta José, desde Estados Unidos.

«La sede de nuestra empresa está en Asia y casi todos los días tenemos reuniones con el jefe, pero los empleados están en diferentes parte del mundo, así que, aunque no quieras, vas a tener que sacar a alguien de su horario de descanso. Es imposible cuadrar a todos o manejarse solo por correo electrónico», explica el abogado.

«Esta es una cosa muy nueva. Todo el mundo tiene miedo de perder sus trabajos y desde mi profesión, tengo contacto con jefes y empleados de esos jefes. Todos tienen miedo de perder su trabajo, así que nunca dicen ‘no’. Ni siquiera yo digo no».

3- Tomar descanso

«La más difícil para mí ha sido establecer un horario de trabajo y hacer pausas activas. La verdad, y lo he hablado con muchas personas, es que ha sido complicado separar los horarios y he estado trabajando doce horas diarias», cuenta Adriana, consultora de outplacement en Medellín, Colombia.

«En teoría las organizaciones deben dotar a las personas de los elementos para teletrabajar cómodamente, pero dada la pandemia, muchas cosas se improvisaron. Termino con dolor de cabeza porque debía tener un head set (aparato para hablar por teléfono, como audífonos). Tampoco tengo una silla cómoda y aunque sí tengo un estudio y una especie de escritorio, no es apto para que trabajen personas que están hablando todo el día», se lamenta.

2- Cumplir con una rutina personal

«Una de las cosas que siempre te dicen es que debes vestirte como si fueras a trabajar. Lo que hago es que no uso pijama, pero repito casi la misma ropa. Es mi ropa de teletrabajo, por el tema de lavar ropa», cuenta Jen, comunicadora social, que trabaja para una ONG.

«Antes no tenía lavadora y lavaba en espacios comunes, como en muchos edificios en Santiago (Chile). Con la COVID-19 me dio miedo y compré una lavadora portátil. Sin embargo, como casi todos los apartamentos de aquí, este es pequeño y no hay espacio para una lavadora. Así que debo meterla en la tina y eso es un rollo. En conclusión, evito ensuciar ropa y por lo tanto evito ponerme ropa nueva todos los días», confiesa.

1- No sentirte frustrado

«He seguido todas las recomendaciones, que todos los fulanos gurús dicen. Por ejemplo: tener la mesa orientada hacia el sur, para lograr una mejor concentración. He tenido la oficina en un espacio que es cerrado, no hay ruido. También comencé trabajar a la hora que debes empezar; tener una rutina marcada, desconectarme cuando tenga que desconectarme. Todo lo que los gurús dicen lo he seguido y, sin embargo, te digo que eso no funciona tan bonito en la práctica», admite Alexandra, madre de un niño de 9 años.

«Tengo un trabajo con horario fijo. Al tener un horario fijo, se hace más cuesta arriba lo de buscar tu propio tiempo. Me ha costado mucho, en mi industria, que es de eventos virtuales, cumplir un horario de 8 a.m. a 5 p.m. Simplemente no ha sido posible. Termino trabajando 12 joras diarias, algunas veces más, sin hora de almuerzo. Como consecuencia, no tienes balance con la familia. Eso es lo que más me ha costado, el balance de ser ama de casa, de ser mamá, de ser mujer, de tener un espacio para mí. Eso no ha sido posible», concluye.

Para no terminar con una lágrima en los ojos, luego de estos testimonios, le pedimos a los entrevistados que nos contaran una anécdota a la hora de teletrabajar. Estas son las que nos parecieron más divertidas (nos pidieron resguardar los nombres).

«Estaba en pantalla compartida (por zoom) y debía enviar una captura, la mandé, pero no me di cuenta de que en una de las ventanas que quedó fotografiada, era una página de apuestas«. JL.

«En las reuniones tenemos un traductor japonés, esta persona graba literalmente todo lo que decimos, así que si se cuela una palabra de un tercero, él la transcribe. En una conversación se pasó una de las preguntas que me estaba haciendo mi esposa, pero se corrigió«, E.

«Mi mamá gritó si había aguacates para el almuerzo durante una reunión con mi jefe«, A.

«Fui a pasar una dirección al grupo de trabajo y por default que llena la compu, pasé Xvideos (página porno)», J.

«Una vez le tuve que decir en una reunión a un señor que quitara la cámara. Literalmente se estaba sacando los mocos mientras otros hablaban«, A.

«Vivo en un apartamentico en el que todo se escucha. Cada vez que tengo reunión, si se me olvida ponerme en silencio, se puede escuchar el sonido de la poceta cuando baja, tal vez el sonido más universal del mundo«, E.

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