Deportes

Tenis nacional: de deporte blanco a gris

No existe fórmula para triunfar en el deporte. Los lugares comunes se pasean entre entendidos que conocen la máxima de determinada disciplina y saben que manejar herramientas no asegura el éxito; todo parte del equilibrio entre factores que en ocasiones los atletas no pueden sostener. En el caso del tenis nacional, esas herramientas parecen oxidadas y mancharon el deporte blanco en el país.

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Desde que Venezuela alcanzó por última ocasión el playoff del Grupo Mundial por Copa Davis, se ejecutaron muchos servicios, peloteos, games, sets y encuentros que aún no devuelven la alegría que viejas glorias supieron brindar.

La competición masculina por equipos tuvo el nombre criollo en un puesto privilegiado en 1995 y 2002, pero el resultado fue adverso ante Dinamarca y Alemania, respectivamente.

La llave frente a los daneses tuvo como uno de sus varios protagonistas a Nicolás Pereira.

Nacido en Uruguay hace 44 años, Nico se convirtió en el mejor tenista junior de 1988 al ganar la categoría menor del Roland Garros, Wimbledon y US Open, tres de los cuatro Grand Slam. Sin embargo, como profesional solo alzó los título de Bogotá y Newport, alcanzando su ranking más alto de la ATP el 22 de julio de 1996 cuando fue número 74 del planeta.

De Pereira se aprendió que el buen trabajo como junior podría no influir de forma obligatoria en el profesional. Por ejemplo, en Roland Garros dejó en el camino al croata Goran Ivanisevic, quien no obtuvo campeonatos en la categoría (en individuales), pero puede presumir de haber ganado Wimbledon en 2001, amén de haber sido el número 2 de la clasificación en 1994.

Así, nuestra mejor raqueta fue evaporándose en el camino. Nadie tiene mejor marca que él por Venezuela en Copa Davis como singlista tras irse con 15-9. Sumó 12 triunfos como doblista, récord que comparte junto a José Antonio de Armas, quien fue su pupilo durante varios años.

Ese punto como entrenador lo llevó a manejar hoy en día la academia que creó con otro baluarte, Jimy Szymanski, en Miami.

Otra comparación odiosa, por cierto: Ivanisevic, quien se dedicó de lleno a entrenar nuevos talentos, llevó a su compatriota Marin Cilic a triunfar en el US Open 2014.

De eso se trata: unos dan primeros pasos sólidos, mientras que otros hacen menos ruido y acaban alcanzando la línea de meta.

Del éxito al “no hay apoyo”

Los resultados positivos de Pereira alimentaron a una generación en la que el tenis parecía ganar espacio en un país donde disciplinas como el béisbol, el baloncesto y el hipismo reinaban.

Trabajar con cada uno de los talentos emergentes parecía asegurar la continuidad de un ciclo que no haría más que hacer de Venezuela una potencia del deporte blanco en la región y la catapultaría a nivel mundial; sin embargo, se consiguió más cantidad que calidad.

En el 2000 Venezuela cayó al Grupo II de la Zona Americana, pero los destellos del buen tenis reaparecían con de Armas, quien sumó un año después siete victorias en ocho encuentros para mandar al equipo criollo al Grupo I en 2002 y ganarse la oportunidad de luchar por un boleto al Grupo Mundial, pero la Alemania de Tommy Haas, Rainer Schuettler y Nicolas Kiefer arrollaron al combinado nacional, dejándolo nuevamente a un paso de estar entre los 16 mejores del planeta.

De ahí en adelante, Venezuela tuvo un líder en de Armas, pero su esfuerzo no era suficiente.

El Grupo I era hogar del equipo de Copa Davis, pero en 2008 descendieron al II hasta 2013. Este año vieron vacías sus aspiraciones de subir y mantenerse al caer en Ecuador para después hacer lo propio contra Uruguay en Caracas.

Las viejas glorias se extrañan más que nunca y la nueva generación va marcada por promesas que aún tiene mucho por hacer. Esa llave contra los celestes mostró grietas que encendieron alarmas.

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Ricardo Rodríguez se vistió como raqueta número uno contra su similar uruguayo en detrimento del lesionado David Souto, siendo víctima de un sorpresivo Martín Cuevas el pasado mes de septiembre. Ese sería el segundo punto de la visita pues antes apareció su hermano mayor, Pablo, para ganar con comodidad al debutante Jesús Bandres.

Una vez finalizado el primer día de enfrentamientos y con Venezuela caminando por la cornisa, Rodríguez salió de la rueda de prensa y, al encontrarse con sus familiares, soltó: “no hay apoyo”.

El muchacho de 21 años luce bien desde el fondo de la cancha, con un tenis que no deja atrás el aprendizaje y evolución obtenidos en España, pero el físico vale poco si la parte anímica es quebrantable.

Rodríguez no escondió su decepción, de hecho, minutos atrás confesaba su pesar por lo que él consideraba una ausencia de soporte en las gradas. “cuando nosotros llamamos al país, ¿dónde están?”, además de agregar que “los atletas de este país merecen el reconocimiento que se debe”.

Su demostración lucía en un ambiente donde se habla de equipo. El tenista que participa en la competición salta solo a la cancha día tras día, pero en Copa Davis reina una camaradería que dura solo un fin de semana entre tres y cinco meses, pero él era huérfano en un escenario donde el pesimismo gobernaba.

Generación excepcional y el fenómeno Muguruza

Entre las damas, la situación es similar a la de los caballeros, con par de playoff para acceder al Grupo Mundial de la Copa Fed.

En 1998 dijeron presente las dos tenistas más exitosas del país: María Alejandra Vento y Milagros Sequera. La cita por el pase a la siguiente ronda fue en Bielorrusia, donde las locales superaron 4-1 a las criollas, pero quedaba la sensación de que más temprano que tarde regresarían a la instancia.

En 2001, lideradas solo por Sequera, se despidieron a manos de Croacia (4-1).

La llave Vento-Sequera tiene en la primera a la mayor ganadora de dobles en el país (14) y a la segunda con la mejor foja en singles, 23-5.

Hoy Venezuela cuenta con Andrea Gámiz y Adriana Pérez como las referentes del tenis femenino, pero el camino no ha sido tan sencillo para estas últimas en comparación con las ya retiradas; Vento alcanzó la casilla 26 de la WTA en julio de 2004, mientras que Sequera fue 48 en julio de 2007.

El deseo por hacer de ese pasado exitoso algo micro en comparación con el presente pudo ser aprovechado por la Federación Venezolana de Tenis (FVT) cuando hicieron lo posible por sumar al conjunto nacional a Garbiñe Muguruza, actual número 20 del mundo y quien se fue a temprana edad a España, donde creció y desarrolló su juego.

Tras un 2014 sorpresivo en el que llegó a cuartos de final en Roland Garros y superando a Serena Williams, la FVT recordó el diamante que no tomó en una vieja mina y que ahora pertenece a la Real Federación Española de Tenis pues Muguruza eligió defender los colores de la madre patria en el circuito y eventos ITF, decisión nada descabellada desde el punto de vista competitivo.

Considerada una singlista de calidad, Garbiñe también destaca en dobles junto a Carla Suárez-Navarro, con la que disputó las finales de la WTA y con quien podría clasificar a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, algo que parece imposible con Venezuela.

¿Quiénes son en el circuito?

Venezuela no figura entre los mejores países de la región en competiciones masculinas y femeninas por equipos, y mucho menos a nivel individual. Desde que Pereira, Vento y Sequera se retiraron de la disciplina, la ausencia de jugadores consistentes se ha notado.

La grieta, de acuerdo con Miguel Cicenia, exjugador de Copa Davis y hoy entrenador, pasa por el poco trabajo físico en las actuales raquetas locales.

“No hay preparación física específica en el tenis (venezolano)”, señala. “Los preparadores físicos de tenis en Venezuela están capacitados para impartir un conocimiento básico”.

La FVT tiene un plan de capacitación para profesionalizar el trabajo como entrenador de tenis desde hace tres años, pero no ha sido suficiente.

Cicenia, quien hizo vida en Argentina mientras se desarrollaba en el tenis, comparó la situación en ambos países. “Argentina es un diez; nosotros estamos en un dos y medio”.

En las instalaciones de la FVT está un gimnasio cuya ayuda al físico de los tenistas parece mínima.

La superficie, además, juega en contra. “La cancha principal (de la FVT) es de cemento. Somos el único país en Suramérica que prioriza el cemento sobre arcilla. En cancha dura el punto te va a durar de siete a diez pelotas, en arcilla de 12 a 15. Además, más de la mitad del calendario se juega sobre polvo de ladrillo. Ahí empezamos mal, pues estamos preparando a los tenistas para jugar de ocho a diez pelotas cuando se debe jugar a 15”, dice.

El aspecto anímico también influye pues, según su explicación, “el mejor psicólogo es tu entrenador. El profesional es necesario cuando los problemas vienen de otro lado; te puede dar herramientas, pero a la hora de jugar no hay alguien mejor que el entrenador, siempre y cuando haya jugado a un buen nivel y entienda el trasfondo y el contexto de la disciplina”.

Eso se sustenta con la generación de exjugadores que dieron el salto y este año se graduaron de coach: Boris Becker aparece en la esquina de Novak Djokovic (número uno de la ATP), Stefan Edberg hace lo propio con el suizo Roger Federer (segundo en la clasificación) y cada uno de ellos, más allá de moldear ciertos aspectos mecánicos del pupilo, trabajan la parte mental.

Tal vez el mejor ejemplo sea Ivan Lendl. El checo nacionalizado estadounidense se destacó por un manejo de situaciones para envidiar y que usó para entrenar durante más de un año al británico Andy Murray. La que parecía ser una promesa perdida de la disciplina ganó dos Grand Slam bajo su mando gracias a esa inteligencia emocional que tanto le sirvió en la cancha décadas atrás. Si bien el escocés no dejará de ser un jugador temperamental, su mejor versión llegó cuando trabajó con el exjugador.

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Sin dinero no hay competencia

Uno de los problemas que ha afectado a algunas raquetas criollas, sobre todo a los varones, pasa por el rubro económico.

Una fuente de la FVT aseguró que un tenista debería contar, mínimo con 100 mil dólares para jugar todo un año en torneos Future, y mucho más si se entrena fuera de Venezuela.

El Ministerio de Deporte, comenta la fuente, no ha sido receptiva con ciertos jugadores.

“A Luis David Martínez (actualmente en el equipo de Copa Davis) lo están retirando por falta de divisas. Si no puede viajar no puede jugar. Este año presentó su carpeta para competir en el exterior previo a los Centroamericanos y en el ministerio le dijeron que no consideraban esos eventos como preparativos”, añade.

Confesó también que en septiembre de este año le habían adjudicado apenas cinco mil dólares. “A las chamas las ayudan más”.

El ministerio habría dejado de atender a varias raquetas a mediados de 2013.

La FVT, además, parece tener sus propios problemas económicos. Basta ver las condiciones de las instalaciones para entender un poco la situación; sin embargo, lo peor pasó hace varios años, cuando llegaron a tener una deuda de 70 mil dólares con Alfonso Mora mientras este fue capitán del equipo de Copa Davis, según la fuente, admitiendo que fue él quien costeó la última ante Uruguay.

Orden para acabar con los malos resultados

Desarrollar el tenis en un jugador no es tarea sencilla, pero el trabajo de especialistas pretende darle color a un deporte que en Venezuela ha sido gris en los últimos años.

Exjugadores se perfilan como guías para nuevas generaciones y varios de ellos van sumando jóvenes promesas que esperan hacer evolucionar con el paso del tiempo.

Cicenia, junto al también exCopa Davis Román Recarte, subió este año el telón del Centro de Entrenamiento R y C, donde atienden a más de 20 alumnos de 10 años en adelante.

“Los jugadores venezolanos pulen muy bien sus destrezas a temprana edad. Somos muy habilidosos; sin embargo, la intensidad de la disciplina obliga a ir más allá, algo que nosotros vamos a desarrollar”, afirmó Cicenia cuando la academia abrió sus puertas (septiembre).

Él junto a Recarte cuentan en su haber con cursos ITF, algo necesario para ir más allá con los jóvenes que aspiren dar el salto al profesional.

No son ellos los únicos en querer darle un giro al deporte blanco en el país. Yohny Romero, capitán del equipo de Copa Fed, hace de las suyas en Nueva Esparta, mientras que William Campos, excapitán de Copa Davis, hace lo propio en Valencia. El trabajo en conjunto podría catapultar el tenis nacional, pero sus resultados no se verán de un día para otro, asegura Cicenia, advirtiendo, antes de iniciar otro día en el Centro de Entrenamiento, que se necesita “calma y paciencia”.

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