Cultura

"The Batman": El héroe regresa más oscuro, violento y brutal

Muy lejos de la angustia física que distingue al encarnado por Christian Bale o al poder muscular de Ben Affleck, Robert Pattinson brinda al personaje una curiosa tridimensionalidad. Eso hace del film la historia estilizada que presta especial atención a su discurso argumental

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"The Batman"

Lo primero que hay decir sobre “The Batman” (2022) de Matt Reeves, es algo curioso. El antihéroe de Gotham, se llama a sí mismo “El Batman”, un detalle en apariencia sutil que, en realidad, engloba un elaborado sentido de la identidad. Tal pareciera que el apelativo borra la historia de cualquiera que le haya precedido y labra el futuro, con un sentido meticuloso de la oscuridad interior. La nueva versión de un personaje conocido por sus matices de grises, es más que nunca una rara mirada sobre la dualidad. Encarnado por un Robert Pattinson contenido, angustiado y tenso, el cruzado de la capa llega a un especial nivel de madurez que muestra una serie de espacios hasta ahora desconocidos del personaje.

Lo otro que sorprende de la película es su ritmo. Mesurado, para luego avanzar a la que es quizás una de las mejores escenas de acción del año, vuelve de inmediato a un aire íntimo. Todo durante las extensas tres horas de metraje, que se sostienen con habilidad en una narración brillante y sin tropiezos. Reeves dotó a la historia de valor, también de profundidad y personalidad. Entre todo, el vínculo de Batman con sus debates morales es más notorio que nunca. El único interés de esta criatura nocturna no es la de aterrorizar a los delincuentes de una ciudad en penumbras.

También es enfrentar a lo que se esconde debajo de la fina capa de respetabilidad de un sistema político. Matt Reeves, veterano en rebasar expectativas, toma una decisión correcta. De la misma forma en que lo hizo en la trilogía “El planeta de los simios”, convierte a “The Batman” en vehículo de ideas superpuestas. Por un lado, el sentido de la venganza de un vigilante nocturno, enfurecido y roto porque su revancha no lo termina de satisfacer del todo.

Al otro extremo se encuentra el entorno de una ciudad que se consume en el caldo de sus propios pecados. Gotham es uno de los tantos villanos que le habitan y combate a su héroe con subterfugios que Reeve utiliza como un escenario de temores. Una caja de resonancia en la que Batman se encuentra atrapado, aturdido por su necesidad de consolar un pasado trágico y hacer un tipo brumoso de bien.
No logra ninguna de las dos cosas y al final termina por encontrarse en un interminable terreno baldío de incertidumbre. Una rara mirada a la necesidad de la dualidad de un alter ego violento de cumplir un objetivo concreto.

Un mapa de los horrores: «The Batman» y el mal

El Batman de Reeves es además una criatura rota en mitad de una transformación lenta. La primera escena lo muestra mientras detiene un asalto. La última, en mitad de un evento electoral que acaba en una confrontación caótica. Entre ambos puntos, Bruce Wayne recorrió un cuidadoso espacio para llegar a convertirse en un héroe con una promesa de oro — que no llega a romper — y un objetivo.
El héroe de la capa y la máscara regresa al cine con un espíritu renovado de subversión, englobando su ya conocido dolor en un elemento turbio que sobresalta por su brutalidad. Pattinson le encarna desde una tensión sombría. La mayor parte de la película Bruce Wayne es testigo de su propio trayecto hacia las tinieblas, perdido y oculto detrás del monstruo que sostiene. Un reflejo de un sufrimiento y una humana crueldad que esta vez se encuentra ajena a cualquier maniqueísmo.

Por supuesto, el entorno de la película es tan complicado como su personaje central. “The Batman” es un evento tan complejo que sobrepasa las expectativas que se habían creado alrededor de su argumento. Mucho más, en la forma en que el director le ha construido y mostrado. Se trata de la adaptación de Batman que rinde tributo a su versión como detective del cómic. Pero también, otra que muestra la disputa violenta y dolorosa del bien y de la violencia, en un Batman joven y muy cerca del abismo. Reeves encontró cómo narrar la oscuridad de un héroe en crecimiento. Y hacerlo con una pulcritud ejemplar.

"The Batman"

Hay evidentes reminiscencias de thrillers de suspenso que recuerdan a la densidad de David Fincher. Lo hace, cuando este Batman que apenas lleva la máscara hace menos de un año y medio, comienza el tortuoso camino a una investigación feroz. Pero también hay mucho de la atmósfera de agobio, claustrofóbica y por momentos irrespirable de Jonathan Demme en el “Silencio de los inocentes”. Este Batman, que lleva sobre sus hombros una responsabilidad que le sobrepasa — y no lo disimula — es una criatura violenta. Una, que intenta proteger con esfuerzo a una ciudad que, por momentos, no merece el esfuerzo. La Gotham de Reeves es un reducto de oscuridad, de basura moral y un vertedero tétrico de todo tipo de preguntas sin respuesta sobre la perversidad de los hombres.

“The Batman” asombra también porque el film no desea contar desde dónde surge el antihéroe, sino hacia dónde se dirige. Por primera vez no se repite la escena de la muerte de los padres de Bruce, lo que resulta una línea refrescante. Además, el Alfred de Andy Serkis no es solo una figura paterna: es un rasante de rectitud moral. A pesar de sus escasas apariciones es una línea que divide el antes y el después de Batman con cuidado. De modo que Bruce se encuentra asolado por el desconsuelo que se transmuta en una rabia pura, nítida. Si algo puede definir al personaje, es una veta mineral de dolor que palpita en todas sus acciones.

No en vano, el tono entero de la película es de una emoción profunda con frecuente estallido, una rabia mal contenida. Pattinson encuentra el tono de un monstruo a mitad de camino entre un mártir y un vengador. El Batman de Reeves todavía no decide si desea justicia o venganza. Y esa dualidad escinde en sus partes constitutivas.

Desde sus primeras escenas, Bruce debe luchar contra el trauma y la cólera. Más allá, el mundo que le rodea parece borroso y abrumador. De hecho, solamente parece ser él mismo y ser parte de su historia cuando lleva el traje de Batman puesto. Reeves le sigue con una mirada atenta, dura, en medio de una ciudad oscura y corrupta que se convierte en una amenaza.

Gotham y sus secretos

Si la ciudad del Joker de Todd Phillips tenía un cierto aire a David Mamet y su derrota moral, la de Reeves es un híbrido curioso. Una parte con la visión sucia y destartalada de Martin Scorsese. La otra, con un brillo plomizo de esquinas oscuras y largas miradas sombrías de David Fincher. Al final, Gotham y Batman son parte de la misma esencia, lo mismo que todo lo que rodea al antihéroe. Matt Reeves comienza su historia dejando claro que Gotham no entiende muy bien al vigilante que patrulla sus calles en un coche gigantesco. Pero más allá de eso, tampoco es evidente qué ocurre con este personaje ambiguo, cuál es su propósito.

Tampoco lo tiene claro, porque no sabe si en realidad su esfuerzo puede contra la oscuridad esencial de Gotham. Hay algo asombroso en cómo Reeves tomó la cuestión de Batman como un investigador nato y lo transformó en punto focal. Batman utiliza el disfraz no para amedrentar — que lo hace — sino para ocultar. De la ciudad, de las miradas que le siguen, del hombre que nunca mira al espejo. Además, avanza hacia nuevos espacios del personaje forzando una idea pesimista y rota difícil de definir. Hay mucho de la percepción de mal necesario — e inevitable — en este hombre violento sin rostro, que aplasta a Bruce la mayor parte del tiempo.

Como un diamante siniestro

Pero cuando el alcalde de Gotham es asesinado, Batman termina por perder su cualidad de héroe a la sombra. Su asociación con el teniente James Gordon (Jeffrey Wright), permite que ambos se complementen. Es entonces cuando Batman muestra sus cualidades y de hecho, Bruce encuentra una validación real. Es de enorme interés la manera como el guion de Reeves recorre la investigación (de nuevo, el peso de Fincher es notorio) y brinda a Batman sus mejores momentos. El hombre detrás de la máscara es un brillante y capacitado detective al que el argumento otorga soltura y fluidez. La narración de Batman se hace cada vez más elegante y turbia, a medida que las pistas se unen. Y el villano escondido entre los sobres con acertijos específicos emerge en todo su poder.

La sorpresa más asombrosa de la película es sin duda, Paul Dano con un Enigma convertido en un cruel asesino serial. Hay una obvia evolución en la idea del mal en todos los universos de Batman y de hecho, Dano lo es su principal muestra. Está matando de forma tenaz, espeluznante y violenta. También envía un mensaje. Y para Gotham, la lucha parece librarse entre dos monstruos. Uno con una máscara en busca de encontrar sentido a la cólera y a la venganza. El otro, nacido de un tipo de anarquismo brutal en medio de las sombras.

"The Batman"

A la vez, el mundo de la mafia de Batman se muestra a detalle, aunque quizás, con demasiada rapidez. La aparición del Pingüino (Colin Farrell) es más corta y menos sustanciosa que lo esperado. Lo mismo que la de Carmine Falcone (John Turturro), con un dejo de miserable crueldad que resulta aterrador. El crimen para Reeves no es la maldad en estado puro, sino una ruptura por completo en medio del miedo. Y lo muestra con un subtexto sobre la verdadera oscuridad de Gotham. Mientras Enigma mata —y deja mensajes para enfocar hacia la suciedad en Gotham— la mafia mueve los hilos. Y al otro lado, hay observadores.

Y uno de ellos es Gatúbela, interpretada de forma sutil y físicamente intuitiva por Zoe Kravitz. El personaje termina por ser el hilo conductor entre los diversos mundos de villanos. Pero también, el peso emocional de Batman/Bruce Wayne. La química entre ambos fluye poderosa y definitivamente, es el sentido real de un trayecto intelectual y moral desconocido en el personaje.

Para el final de la película, es evidente que la confrontación entre el bien y el mal empuja a Batman a una decisión notoria. Y la toma, a pesar de su rabia, de su dolor y el sufrimiento a cuestas. Y es entonces cuando Reeves logra que su película y su guion brillen de un modo potente. Una versión sobre un héroe que se sostiene a partir del sufrimiento. Un héroe recluso, rehén de sus obsesiones. Un hombre abatido, herido y colérico que hará el bien a costa de su propio interés en la conciencia. Batman ha regresado y se sostiene en una cualidad de héroe que construye su propio camino. Quizás, la mejor noticia de todas.

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