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¿Tienen razón los que critican las decisiones de Omar Vizquel?

Venezuela consiguió el objetivo de pasar a la siguiente ronda en el único torneo en el que parece tener jugadores top. La faena, sin embargo, se padeció de tal manera que vuelve a poner en el tapete los eternos enfrentamientos entre analistas, atletas y fanáticos.

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¿Quién sabe más de pelota, el periodista que puede trabajar una vez que los hechos se consuman; el fanático que observa a kilómetros de distancia el partido con una cerveza en mano y el Twitter activado en la otra o un hombre que jugó 2.968 encuentros en las Grandes Ligas? La respuesta no es tan fácil como pareciera a simple vista.

En la célebre Moneyball de Bennett Miller, Art Howe (interpretado por el maravilloso Philip Seymour Hoffman) es retratado como un mánager chapado a la antigua. En algún momento le dice al gerente general Billy Beane (Brad Pitt), palabras más palabras menos, que le deje armar su line up porque él sí sabe de qué está hablando. Sin embargo, el técnico defiende que esa imagen no es verdadera.

«Todo el mundo sabe la importancia del porcentaje de embasado», dijo Howe en una entrevista, obviamente molesto. «Creo que el libro me maltrató (Moneyball: The Art of Winning an Unfair Game) y ahora la película. He pasado años construyendo una reputación, como jugador y como mánager y el problema con la cinta es que en dos horas destruye eso. Es totalmente injusto que se tenga una idea así de mí».

Moneyball, que está basada en la obra de Michael Lewis y trata sobre el uso de los números para predecir la actuación de los jugadores, necesitaba un villano y ese fue Howe, a quien dibujan como un Carlos García que basa su estilo en el librito antes que en las estadísticas. Independientemente de la veracidad, el filme puso de moda una palabra que era muy poco utilizada a principios de esta década en Venezuela: la sabermetría.

El término fue utilizado por primera vez en 1980 por Bill James en sus artículos de béisbol, en los que analizaba qué había detrás de los box scores. Es un acrónimo de SABR, que refiere a la Sociedad Para Investigación del Béisbol Americano (Society for American Baseball Research) y podría resumirse (que no es definirse) para nuestro consumo como «la evaluación de las estadísticas individuales y colectivas de los jugadores y la incidencia en el récord de ganados y perdidos en un equipo de béisbol».

Uno de los periodistas que más se ha esforzado en dar a conocer esta herramienta en Venezuela es Octavio Hernández (@Octaviolider), desde que inició su carrera en el diario deportivo Líder. De hecho es director de la cuenta @Sabrcriollo. Cuando se le pregunta sobre las decisiones que ha tomado Vizquel en el Clásico Mundial, lanza un suspiro largo antes de responder: «En los primeros dos juegos hubo una serie de decisiones que pudiesen ser controversiales, según mi opinión. La principal de ellas, y la que quizá causó más ruido, fue ese boleto intencional al cuarto bate de Italia (Rob Segedin), en el primer inning con Martín Pérez en el montículo, eso no tiene sentido. Si tienes un pitcher abridor de Grandes Ligas como Pérez, y te ves en la necesidad de dar boletos intencionales a un bateador derecho que no es un pelotero excepcional, que no es Miguel Cabrera por ejemplo, la lógica te indica que entonces ese lanzador no debió iniciar ese encuentro. Esa situación socava la confianza del propio pitcher».

Segedin fue un prospecto de los Yanquis de Nueva York, firmado en la tercera ronda de 2010 por un bono de 377.500 dólares. En 2015 fue cambiado a los Dodgers de Los Ángeles, por dos jugadores (Tyler Olson y Ronald Torreyes) y dinero. En su primer juego en las mayores, contra los Medias Rojas de Boston, estableció una marca para la franquicia como debutante al impulsar cuatro carreras. Sin embargo, en 2016 terminaría fletando 12 carreras y bateando para un pobre .233, con apenas dos cuadrangulares en 40 juegos. Tras llegar a la primera base por el boleto intencional, Daniel Descalso empujaría con sencillo a Francisco Cervelli (había comenzado el capítulo con doble). Venezuela necesitaría extrainnings para vencer 11-10 a Italia.

«La otra decisión con la que no estuve de acuerdo fue haber dejado a Yusmeiro Petit contra el zurdo Esteban Quiroz, el primer bate de México. Yusmeiro es un pitcher vulnerable frente a los zurdos y los reportes así lo dicen. Creo que Vizquel lo dejó un turno de más y eso significó un cuadrangular para colocar la pizarra 5-0″.

Petit apenas duraría dos entradas y cargaría con la derrota tras permitir cinco carreras, todas limpias. A pesar de caer 11-9, Venezuela tendría oportunidad del juego extra gracias a unas particulares reglas del torneo.

«Creo que Omar balancea lo que pueden decir los números y la experiencia de 24 años en las Grandes Ligas», opina Mari Montes (@Porlagoma), periodista con más de 20 años de experiencia en la fuente. «Además posee el conocimiento de haber participado en un Clásico Mundial (2006). Todavía no podemos hablar de un sello Vizquel, pero ese squeeze play que vimos ante Italia puede ser una característica que podría usar más; esa agresividad cuando se den las circunstancias. Esa jugada se me parece mucho a él, al tipo de pelota que él jugaba y al béisbol que aprendió a jugar con Alfonso Carrasquel y Pompeyo Davalillo en la pelota caribe y que luego usó en Estados Unidos».

Un toque de locura

Hernández reconoce la jugada del toque que a la postre significaría la carrera de diferencia ante Italia. «Fue una jugada maravillosa, perfecta. Estaba de anteojitos. Había un corredor hábil en tercera como (Rougned) Odor y un tipo superhábil como (Alcides) Escobar para tocar. Fue un movimiento para asegurar una carrera que terminó siendo la de la diferencia, porque le dieron un jonrón al Kid Rodríguez. Para mí ese es el highlight de Vizquel en la dirección».

Aunque para que Odor llegara allí tendría que pasar el movimiento menos esperado por especialistas y fanáticos: el paso de José Altuve, un hombre con dos títulos de bateo y cuatro juegos de estrellas en su haber, a la banca. «Altuve es insentable en las Grandes Ligas y en Venezuela. Vizquel tomó la decisión y le salió. Los números no apoyan eso. Se fue por una corazonada y le funcionó. Generalmente eres criticado cuando haces eso, cuando no sigues lo que te dicen los escenarios basado en las probabilidades. No debería tomar este tipo de acciones en el futuro».

Montes cree que las reglas del propio Clásico Mundial han influido en las decisiones de Vizquel: «Es muy difícil que un mánager pueda exhibir un estilo cuando además de dirigir por primera vez, como es su caso, tienes unas limitaciones y un torneo tan particular. No es exactamente el béisbol al que está acostumbrado. Hay lanzadores con pitcheos con, no le ha tocado a Venezuela pero está la regla de los dos hombres en base cuando llegue el inning 11… así no es fácil que un mánager nos enseñe exactamente cómo es».

Las limitaciones y el terrible pitcheo de Venezuela (8.31 de efectividad, 9 jonrones recibidos en 34.2 innings) ha colocado en el primer plano a José Gregorio Castillo, un joven de apenas 21 años, firmado por Tampa Bay y cambiado a los Padres de San Diego en 2012. «Sacar a Bruce Rondón (Tigres de Detroit) por Castillo… eso fue extraño», reflexiona Hernández. «Castillo básicamente ha sido la gran sorpresa de Venezuela, pero sigue siendo un pitcher de Clase A. En este caso, Vizquel no se fue por los números sino por el corazón y dijo ‘prefiero morir con este zurdo que lo estoy viendo mejor que con Rondón’. ¡Lo hizo para enfrentar a Titán González y a Brandon Laird, un tipo que ha sido MVP en Japón y quien además es derecho! Pues lo dejó y el plan le funcionó ante México».

Peloteros y las redes sociales

Desde la celebración del cumpleaños de Bob Abreu, en 2006, antes del juego contra Cuba (perderían 7-2), el fantasma de las «rumbas» o de las indisciplinas ronda sobre cualquier selección venezolana. Visto además como un torneo donde van «los amigos», leyenda que se ha alimentado principalmente por las convocatorias de Robert Pérez y Giovani Carrara en su momento por parte de Luis Sojo o por la injerencia este año de Carlos Guillén, los peloteros son escrutados por la audiencia. Las redes sociales, en ese sentido, se han convertido en un arma de doble filo: están en contacto con sus seguidores, pero sus vidas privadas quedan al descubierto.

«Omar no toma, no rumbea, nunca ha sido así», cuenta un amigo muy cercano al mánager.

«Hasta ahora desconocemos que algún jugador se haya emborrachado o que haya llegado tarde a las concentraciones. Siempre hay algunos que salen más que otros, pero no ha sucedido nada anormal», cuenta una persona que está siguiendo a la selección día a día.

Alcides Escobar fue el señalado por aparecer en unas fotos, supuestamente, en una fiesta con su esposa y unas amigas. Dos versiones se encuentran en este sentido. Que la gráfica está fuera de contexto y es previa al Clásico y otra que la fecha fue adulterada luego de darse cuenta de lo inapropiado de la celebración, pues Venezuela no había clasificado a la siguiente ronda y había perdido por nocaut contra Puerto Rico en su debut.

«La vida del pelotero es completamente diferente a la de cualquier otro deportista», explica un exjefe de prensa de los Leones del Caracas. «Salen de los juegos tarde, cenan después de la medianoche y a veces se distraen un pequeño rato, sobre todo cuando tienen alguna pareja a la que le gusta distraerse. Algunos beben, otros no, sin embargo hay que entender que físicamente el entrenamiento de un pitcher y un bateador es completamente diferente a la de un futbolista, por ejemplo, que necesita concentraciones y entrenamientos a primera hora».

Si Escobar salió o no es una incógnita, pero su bateo y defensa hablan por sí solos. Su promedio es el más alto de los venezolanos (.467) y es el segundo en impulsadas (4) de la delegación criolla, después de Martin Prado (5). Su promedio con hombres en base iguala al propio Prado (.556). Defensivamente ha realizado diferentes joyas en el campocorto, en especial contra Italia en el partido clave.

«Es normal salir un rato con la familia y distenderse, poner la cabeza en otro lado. Pero también deben hacerlo de forma responsable. Debe hacerse con conciencia. El tema de convertir tu vida en un reality show es un arma de doble filo porque mientras te vaya bien no hay problema, pero cuando falles te echarán en cara las salidas nocturnas. Quizá una cosa no tenga que ver con la otra, pero al abrir las puertas de tu intimidad se las abres a todos y eso da pie para que se convierta en un debate nacional», diserta Gabriel Chávez, quien trabaja para la cadena de noticias deportivas ESPN.

A Buck Showalter, una institución en las Grandes Ligas, tampoco le gustó Moneyball y mucho menos como trataron la figura de Art Howe. Es probable que se trate de solidaridad con un colega, pero hay mucho de sabiduría en sus palabras: «Si un actor viene a mí para pedirme consejos sobre cómo debe encarnar a un gerente de béisbol, tendría que entrar conmigo al dugout. Entonces debería pasar por cuatro o cinco etapas de la temporada. Estaría todo el día conmigo y luego le diría que lo hiciera de nuevo, y una y otra vez. Siete días a la semana a partir de febrero. Decidir cuándo debe tocarse, esperar un lanzamiento o ejecutar bateo y corrido no es como realizar una cirugía de cerebro. Sin embargo, ser capaz de manejar esa otra parte del juego dentro del juego es lo que te diferencia«.

Cambie «gerente» por «fanático» y la explicación puede servir para entender porque muchos prefieren hablar de «entrega» y «orgullo por la camiseta» cuando se buscan explicaciones a las derrotas. Es probable, también, que de «pelota» sepan muchos y de estadística muy pocos. De allí que se le exija paciencia en el plato a Miguel Cabrera, el hombre que rescató a Venezuela de la mayor debacle en la historia del torneo.

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