Venezuela

Torres: Se evaporan los sueños de felicidad prometidos por la revolución

Gerver Torres se confiesa optimista por decisión. Cuando uno es optimista siempre gana, —aclara al iniciar esta conversación—. “El pesimismo es muerte. Cuando el pesimista tiene razón no sirve para nada. Prefiero ser optimista sin razón que pesimista con razón”.

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Foto: Andrea Hernández

Seguramente por la dinámica que vive Venezuela usted no ha tenido tiempo de preguntarse si es o no feliz. Y además se habrá sorprendido de informaciones que en el pasado ubicaron a los ciudadanos venezolanos entre los diez primeros más felices del mundo en una medición que hace la consultora Gallup en 138 países. Este dato parece contradictorio cuando es analizado a la luz del contexto socioeconómico y que sin duda implica además una crisis de valores, más allá de la económica y social.

¿Se imagina que todas las políticas públicas venezolanas —en caso de que  existieran— pasaran por el filtro de su impacto en la felicidad de sus ciudadanos?  Bután ubicado en el sur de Asia, que limita con China e India, fue el primer país en implementar  en 1972 el indicador de la Felicidad Nacional Bruta (FNB) como una categoría de medida par determinar el impacto que tiene el Producto Interno Bruto (PNB) en el bienestar de sus ciudadanos.

Hasta el año pasado Venezuela había estado en los primeros 50 países de 138 del mundo en donde sus habitantes se consideraban felices, asunto que resulta incomprensible para muchos venezolanos —no para el gobierno ni sus seguidores que lo manipulan a su favor— a causa de la crisis socioeconómica, pero además de valores y de las instituciones en la que se encuentra sumida Venezuela inocultables tras la muerte de Hugo Chávez.

Para el informe que publicará Gallup este 2016 Venezuela se ubica en el puesto 56, bajando 33 puestos con relación 2015 cuando se posicionó en el 23. Según los datos que presentará Gallup en su informe de este año 28,7%  de la población venezolana se considera próspera; 61,1% se encuentra luchando y 10,3% en condición de sufrimiento.

En 2013 cuando Maduro anunció la creación del viceministerio de felicidad Venezuela ocupó el puesto 20 del ranking y en 2014 ascendió al puesto 10. El retroceso que ha experimentado desde 2010, cuando la medición de Gallup registró a Venezuela en el sexto lugar de los países más felices del mundo Venezuela, hasta hoy tiene una clara explicación para el economista y PhD venezolano Gerver Torres, consultor para América Latina de Gallup.

Torres se confiesa optimista por decisión. Cuando uno es optimista siempre gana, —aclara al iniciar esta conversación—. “El pesimismo es muerte. Cuando el pesimista tiene razón no sirve para nada. Prefiero ser optimista sin razón que pesimista con razón”. Desde su convicción y con los parámetros de medición que emplea Gallup analiza los resultados de 2016 y explica el por qué del cambio en la sensación de bienestar que sienten los venezolanos.

-¿Qué interpretación debe hacerse de estos datos? ¿Cómo se explica el retroceso de 33 puestos en ese ranking de felicidad?

En 2006, cuando se hizo la medición, los venezolanos se ubicaron en el porcentaje más alto: 26% dijo que estaban teniendo la mejor vida posible. Lo que se observa es una caída sostenida del bienestar de los venezolanos. Hace diez años el gobierno tenía recursos, pero lo que básicamente predominaba era un sueño de país, en ese caso chavista, expresado por Hugo Chávez que a mi juicio fue siempre un líder excepcional, lo cual no quiere decir bueno. Fue fuera de serie, en su capacidad de conectarse con la gente, de generar la esperanza de un mundo mejor y creo que eso se reflejó en buena parte de la población venezolana. La gente creyó la narrativa del régimen, que estábamos construyendo un gran país, una potencia, que estábamos convirtiéndonos en un ejemplo de lo que podía ser una sociedad. En la medida en que la realidad comenzó a adueñarse de la vida de la gente, que las políticas gubernamentales fueron inviables, insostenibles, esos niveles de bienestar comenzaron a caer.

– En los resultados de la data con los que presentará Gallup su informe en 2016 la posición de Venezuela retrocede 33 puestos. ¿Por qué?

Porque los sueños, en este caso los sueños de la revolución, se van evaporando. Va mostrando que no es real, no es viable es insostenible. La esperanza debe ser realizable, sostenible y posible. La realidad va entrando en la mente, en los corazones de la gente y se va dando cuenta de que el sueño de empresas estatizadas no funciona; que la vida mejor, el empoderamiento tampoco se dio. Todas las promesas se van cayendo y perciben que todos los problemas se van agravando, el entorno va acorralando a la gente, y eso es lo que hemos venido viendo con la data venezolana, que va cayendo. Se comprende que fue alta por todos los factores mencionados.

– ¿Este declive en la posición de Venezuela en el ranking de felicidad es directamente proporcional al derrumbe del proyecto del chavismo, de las instituciones del Estado o de esa ilusión de esperanza que fomentó y que hoy el ciudadano venezolano no ve satisfecha?

De eso se trata. Es el deterioro de todas las condiciones económicas y sociales pero fundamentalmente la pérdida de esperanza en el proyecto. Pero además en el caso de Venezuela comenzó muy alto en el ranking porque está en la cultura latinoamericana que le da mucho valor al futuro y a las promesas de futuro.

-Sobre la base del informe de 2015 cómo se comprende que sea el reflejo de la felicidad en los venezolanos si ya para la fecha de trabajo de campo (2014) teníamos una crisis económica definida, y las encuestas arrojaban que la inseguridad, el desabastecimiento y la escasez eran para los venezolanos los tres principales problemas. ¿Qué elemento generan esa incongruencia entre los datos y la realidad?

La primera razón es que la felicidad es una dimensión personal que no está totalmente afectada por las variables macroeconómicas y sociales. Hay una parte que está determinada por su actitud ante la vida. Con uno de los instrumentos de medición que usamos pedimos a las personas que se imaginen una escalera y le den una valoración a sus peldaños de forma ascendente del 0 al 10. Con los resultados podemos obtener la valoración que hacen de cómo está su vida y así identificar gente que está, sufriendo, que está luchando y que tiene una actitud pujante ante la vida. Si preguntamos en una escala de felicidad del 0 al 10 la gente se ubica en un peldaño alto de la escalera, y argumenta que esa felicidad es individual independiente de la dimensión social. Siempre hay un grado de autonomía de la persona con relación a su entorno.

-Pero algunos podrán decir que son felices porque a pesar de sufrir una enfermedad crónica consiguen los medicamentos. Otros se sentirán felices porque salieron de su casa en la mañana y regresaron con vida en la noche. Los parámetros están relacionados con el entorno…

No todos. De hecho en los estudios sobre felicidad hemos encontrado que hay cinco variables que son las que tienen mayor peso en la felicidad de las personas, y muchas veces no saben qué los hace feliz. Cuando hemos preguntado a la gente qué es lo que las hace feliz responden salud y dinero. Al examinar la data encontraron que la variable que más impacta la felicidad, el bienestar de las personas, es sentirse motivadas por lo que hacen. Puedes conseguir una sociedad más o menos rica o pobre, e individuos que tienen distintos grados de bienestar profesional. La segunda dimensión de bienestar es la red de afectos, que tiene cierta autonomía de las variables macroeconómicas. La tercera dimensión es la seguridad financiera; la cuarta salud y la quinta es el bienestar comunitario que se conecta con el entorno porque es la relación con el lugar donde vives. No existe una correlación perfecta, no es que depende 100% del entorno macroeconómico o macrosocial. Eso explica por qué hay países que tienen similar ejecutoria económica y son embargo el bienestar económico de la población es bastante disímil. Las variables que impactan el bienestar de las personas tienen cierta autonomía de las variables puramente económicas. La segunda razón que lo explica es que formamos parte de una región que tiende a tener altos niveles de bienestar subjetivo independientemente de las condiciones económicas. La tercera razón que a mi juicio explica esa disonancia, que existe en esta sociedad durante el período en que nos ha tocado estudiar esto, es que experimentó una experiencia política muy significativa, llamada socialismo del siglo XII. Éste creó una esperanza, hizo sentir a millones de venezolanos una sensación de dirección que es más importante que la propia situación. Hemos encontrado que dos personas pueden estar en un momento similar, pero el que cree que va hacia arriba tiene un bienestar mucho mayor que el cree que va hacia abajo.

– En un país como Venezuela, donde fue creado un viceministerio para la felicidad y un viceministerio de redes sociales —que entre sus consideraciones tenía alcanzar la suprema felicidad posible— ¿puede ser pervertido por el gobierno una categoría de medición estándar como la felicidad?

Sí. En este caso concreto todo es una farsa. Porque es una tendencia que los gobiernos creen organizaciones que monitorean el bienestar o la felicidad de la gente apelando a variables no tradicionales que van más allá de la tasa de desempleo, de ingresos, de la disolución del ingreso, por ejemplo. Pero lo han hecho de manera honesta, producen resultados y discuten las políticas públicas en función de ellos. En Venezuela no he visto ningún estudio, ni serio ni no serio, del viceministerio para la suprema felicidad, no sé a qué se dedica. Posiblemente no esté haciendo nada. Fue una utilización perversa del concepto. En otros países del entorno del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) como Ecuador, crearon el viceministerio del buen vivir, pero han sido más serios, produciendo estadísticas.

– ¿Tenemos los venezolanos el talento para ser felices en el contexto social y político que vivimos?

Las personas pueden ser felices por distintas razones y siguiendo distintas reglas. Gallup hace estudios que prefiere llamar sobre el bienestar subjetivo porque prefiere llamarlo así. Mide dos dimensiones: la valorativa, relativa a los juicios de valor; y el bienestar alcanzado sobre la base de las experiencias, que pueden ser puntualizadas y acotadas. Lo que se sabe a partir de estos estudios es que la persona que valora no es la misma persona que experimenta aunque se trata del mismo individuo. Hay un componente cultural en el latinoamericano y caribeño que lo hacen autodefinirse como próspero. Basados en las respuestas que se obtienen, América Latina es la región del mundo después de Norteamérica que tiene el porcentaje más alto de personas que se autodefinen como «prosperando». Además es la región del planeta con el mayor número de países en el tope de las emociones positivas.

-¿Cómo debería estar conectado el ejercicio del gobierno en su desarrollo de políticas públicas con esos resultados que arrojan la percepción de los venezolanos con respecto a la felicidad?

Eso en sí es hoy día una búsqueda y estamos hablando de una frontera de conocimiento y de políticas públicas donde no hay un consenso. Para unos el tema de la felicidad no debe ser tema de gobierno. Para el otro bloque, creo que creciente, sí debería. Bután inició este camino y se plantearon hacer pasar cualquier política pública por el filtro de la felicidad y cómo la afectaba. Eso es un extremo, pero sí hay aspectos que se sabe afectan el bienestar de las personas. Por ejemplo la seguridad, los espacios públicos y su calidad, la recreación, la calidad del empleo. Las políticas públicas pudieran incidir en que hubiera un alineamiento más claro en las empresas en la persecución de estos objetivos.

-¿Cree que el venezolano es feliz hoy?

El venezolano hoy es mucho menos feliz de lo que era años atrás. Sigue estando en un nivel de felicidad por encima del que indicarían sus circunstancias materiales. Pero insisto: hay un factor cultural que lo explica.

-¿Desde dónde debe ubicarse el venezolano para actuar y encontrar ese bienestar subjetivo del que hemos venido hablando?

El bienestar es un continuo que va desde un nivel muy inferior, donde se ubican hoy países de África hasta uno superior donde se encuentran los países desarrollados, como los escandinavos. Salvo que esté en los extremos no hay población infeliz o feliz en su totalidad. El venezolano ha experimentado una disminución en su nivel de bienestar, y así es como lo definiríamos: su bienestar subjetivo ha caído. ¿De qué manera puede incrementarlo? Pues como una variable que ha afectado su bienestar tiene que ver con sus condiciones materiales de vida, con su entorno, éste tiene que asumir una responsabilidad mayor en su conformación. Tiene que militar en  la conformación del país, tiene que ayudar a que esa transformación se produzca. Tiene que volverse un ciudadano más participativo, articulado a causas sociales. Hemos encontrado que la militancia en cualquier causa social aumenta el bienestar. Hoy está planteada una situación de profunda crisis por un lado, y una posible transformación y salida de esa crisis por el otro. Ningún venezolano puede ausentarse ni desentenderse de esta situación. Hemos llegado a unos límites en los que es  muy difícil que escapemos individualmente y mantengamos altos niveles de bienestar en un entorno afectado en su estructura, en su seguridad. En nuestra data Venezuela es el país con la percepción de inseguridad más alta del mundo. Eso quiere decir que las personas se sienten más inseguras aquí que en Afganistán, en Siria,  Irak o cualquier país en conflicto.

-¿Cómo puede el venezolano militar en la transformación del país cuando se enfrenta a un control social  implementado por el gobierno?

No es fácil, eso quiere decir que los obstáculos son mayores. No es lo mismo hacer acción social aquí en Venezuela que en otro país donde existe una democracia plena, los derechos están garantizados y la gente no teme a represalias. Pero, sin  ninguna duda, en los motivos que hacen que no militen en la transformación del país hay componentes vinculados a esta represión gubernamental, la continua amenaza y otros factores que tienen que ver con actitudes personales, con falta de conciencia ciudadana y social. Sobre este último componente tenemos que actuar porque es el que está bajo nuestro control. Eso nos acercará más hacia la militancia. Si hay que marchar y movilizarse puede haber razones de temor en algunos casos justificadas, pero en otros casos  hay componentes individuales de cuestionamiento hacia esas acciones, como por ejemplo que ya no vale la pena, o que se sienten cansados de marchar y no ver resultados.

-La conciencia de los obstáculos ¿limita o potencia la esperanza del cambio?

La conciencia de los obstáculos debe existir porque la esperanza no debe ser una esperanza boba. Ésta es la que no tiene fundamento y está construida sobre la nada. En gran medida la esperanza de la revolución era de este tipo, era una esperanza tramposa además. Tramposa en quienes la impulsaban porque se planteaba a conciencia ya que no cumplía los objetivos que se decía perseguía. Pero siempre hay sectores que la apoyan por creencia ingenua hacia sus planteamientos.  La esperanza debe dar cuenta de la conciencia de esas dificultades.  Yo no tengo dudas de que el obstáculo principal que hoy enfrenta el país para salir adelante es el gobierno.

– ¿Hay alguna razón por la que el venezolano deba perder la esperanza?

Creo que no.

-¿Hay alguna razón por la que el venezolano no pueda ser feliz?

No veo ninguna. Por el contrario, creo que tiene toda las razones del mundo para ser optimistas y para ser feliz. Sobre todo la esperanza de que vamos a tener una vida  mejor y de que vamos a poder convertirnos en una gran sociedad. El saber que vamos a poder llegar allí nos hace sentir mejor hoy. Es la convicción de un futuro mejor lo que hoy nos puede hacer sentir feliz.

FRASES

– Es el deterioro de todas las condiciones económicas y sociales pero fundamentalmente la pérdida de esperanza en el proyecto.

– El venezolano tiene que militar en  la conformación del país, tiene que ayudar a que esa transformación se produzca.

– Hemos encontrado que la militancia en cualquier causa social aumenta el bienestar.

– En los motivos que hacen que no militen en la transformación del país hay componente vinculados a esta represión gubernamental.

– Las personas se sienten más inseguras aquí que en Afganistán, en Siria,  Irak o cualquier país en conflicto.

-La conciencia de los obstáculos debe existir porque la esperanza no debe ser una esperanza boba.

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