Un recorrido realizado por el equipo de El Estímulo permitió constatar la situación de los terminales terrestres de la ciudad capital de cara al inicio del asueto de carnaval. La problemática más relevante es la falta de oferta de modalidades de pago. Las terminales públicas (las más transitadas) exigen a los ciudadanos pago en efectivo, solo unas pocas empresas trabajan con débito y transferencias. Mientras que los privados como Aeroexpresos Ejecutivos y Terminal Flamingo poseen punto de venta de forma regular.
Adriana, de 48 años, usuaria recurrente del Terminal de Oriente, relató lo cuesta arriba que le fue reunir el dinero en efectivo para pagar, apenas, la mitad del pasaje. Estuvo una semana entera madrugando para poder hacer la cola del cajero antes de ingresar a su trabajo.
«Yo vivo en Guarenas y trabajo en Caracas. Cerca de donde yo trabajo hay un banco y llego todos los días a 10 para las 6 de la mañana a hacer mi cola en el cajero para sacar mis 30 mil bolívares. Lo hice toda esta semana porque ya yo sabía que tenía que pagar la mitad del pasaje en efectivo. Pero hubo un día que no hubo remesa y solo logré colectar 90 mil bolívares, más 10 mil que tenía guardados eran 100”, relató.
La señora cruzó los dedos para que el pasaje no pasara de 200 mil bolívares, pero su rezo no fue escuchado: una vez en el terminal le comunicaron que estaba en boleto costaba 245 mil. “El muchacho me dijo ‘lamentablemente, no te puedo ayudar. Son 120 mil bolívares en efectivo’. Un señor que estaba adelante de mí prestó el dinero faltante”, narró aliviada.
Contó que la razón que argumentan los choferes y autoridades para esta modalidad de pago “es que ellos necesitan disponer de efectivo para pagar el gasoil y por si tienen que comprar algún repuesto”.
En la terminal Antonio José de Sucre, solo la línea Expresos Sol y Mar ofrece la opción de pagar la mitad del monto con efectivo y el resto con tarjeta de débito. Mientras que en La Bandera el único lugar que tiene punto de venta es la taquilla de Misión Transporte. Sin embargo, es un privilegio exclusivo de los usuarios del Banco Venezuela. No se puede pagar con otro banco. Esta ventanilla ostenta los precios más “solidarios” del recinto: San Cristóbal, 87 mil bolívares; Barinas, 50 mil bolívares; y Maracaibo, 64 mil bolívares.
«Sitssa ofrece a precios muchos menores a los de las empresas privadas. Un pasaje a la misma distancia te lo pone a 50 mil bolívares. Entonces, las personas tienen a venirse más temprano, duermen aquí, hacen sus colas y se anotan en incontables listas», comentó otro usuario, que no quiso identificarse.
Estos montos contrastan con los que manejan las llamadas “unidades piratas”, cuyos promotores pasean sin disimulo por los pasillos de las instalaciones. Los costos varían considerablemente dependiendo del vendedor.
“Para Maracaibo está en 350 mil más 100 bolivitas –sic- para los frescos”, comentó uno de los vendedores informales. “Aquí todo se maneja en efectivo”, añadió.
Hay otros que cobran hasta 600 mil bolívares en billetes por un viaje a San Cristóbal, y si el cliente desea pagar por medio de transferencia el monto asciende a 1 millón de bolívares.
«Tienes que venirte preparado por lo menos con 600 mil y 700 mil bolívares en efectivo. Y si es por transferencia mil bolos (haciendo referencia a un millón de bolívares)», recomendó un comerciante desde las afueras de la estructura.
La crisis en el sector transporte ha venido mermando la calidad de vida de los venezolanos desde hace algunos años. La dificultad de adquirir repuestos, baterías y cauchos -debido al alza desmesurada del dólar paralelo- ha hecho que las unidades se hayan venido paralizando de forma progresiva.
Paralelamente, el problema del efectivo se ha sumado a los muchos padecimientos diarios de los ciudadanos. Luego de que el Gobierno detectara el contrabando de billetes hace más de un año y medio, decidió cerrar las fronteras con Colombia y ordenó la desincorporación del billete de 100, así como el anuncio de nuevas piezas monetarias que ayudarían a paliar la fuga del papel moneda para el vecino país. Sin embargo, los nuevos instrumentos no han sido suficientes para abastecer la demanda de efectivo, y la vida del billete de 100 bolívares ha sido prorrogada varias veces.
