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Camila Di Marzo es una sirena tropical

Apasionada del paracaidismo, Camila, se perfila casi como la modelo extrema de Venezuela. Y también la más playera. Y aunque se ha metido de frente con el diseño de ropa, ante ella hay que olvidarse de la típica imagen de la maniquí víctima de la moda

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446 mil resultados aparecen en Google cuando buscas “Camila Di Marzo”. Y los dos primeros son fundamentales: Camila y sus Pantalettas. Camila y su Twitter. Hace rato que dejó de ser conocida como la hija de Yordano. Su carrera como modelo es sólida y su reciente irrupción en el negocio del diseño de ropa interior no es un mero capricho ni consiste en apenas poner firma y figura: nada de eso.
Camila es diseñadora, entusiasta de la fotografía, del mercadeo, de las redes sociales, de la música y de los deportes extremos. Y de alguna manera eso queda reflejado no solo en el concepto de su línea “Pantalettas” sino en el manejo publicitario y promocional que ha hecho donde –obviamente- ella misma, fotografiada por Fran Beaufrand, es la modelo. Y otra cosa: ha logrado que mucha gente se sacuda ese absurdo prurito de decir “pantaleta” y preferir la ñoñería de la palabra “panty”. Y todo gracias a una letra extra… “Sí, en las entrevistas, sobre todo las radiales y de televisión, ya no les da tanta pena porque dicen ‘pantalettas con doble t’. Lo toman como algo más estilizado”.

En esa búsqueda en línea también aparecen fotos. Muchas, por supuesto, en traje de baño. No es raro. Su estampa parece hecha para eso. Aunque si le preguntas por las campañas en las que ha participado o sobre las marcas para las que ha hecho catálogos parece tener que hacer un esfuerzo por recordar. Tiene claro, obviamente, su participación más reciente con la marca Manoa. Sobre el trabajo pasado suelta nombres: Movilnet, Doritos, Halls, Banco Mercantil, Beco y desfiles, muchos desfiles. Y deja una impresión singular: es como si estuviera ajena a la moda, como si fuera la oficina que se queda allá una vez que se cierra la puerta al final de la jornada.
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“No me gusta estar metida en el mundo del modelaje venezolano”, dice: “Tampoco me identifico con las modelos. La verdad es que voy a los castings y no las soporto mucho. El tema de la moda sí me gusta, pero tampoco estoy muy pendiente. Me gustan más las cosas alternativas, alguna marca de franelas de diseñadores más casuales, la ropa del día a día. Pero eso sí, me encanta comprar”.

A ser modelo comenzó a los 20 años. Regresaba de Francia donde había pasado unos meses como estudiante de intercambio y al comenzar Diseño en la Universidad Nueva Esparta un amigo le propuso trabajar en protocolo para un evento bancario en Margarita. Allí conoció a Marcos Navas, de la agencia L’Altro Uomo, quien le propuso sumarse a las filas de la agencia. Y como era algo que podía conciliar con los estudios, aceptó. En 2006, casi a regañadientes y a última hora, entró al primer concurso de Chica E! Quedó entre las tres finalistas y ahí empezó a sonar con más fuerza aquello de “la hija de Yordano, la que es modelo”.

“Siempre pensé que quería ser modelo, pero también trabajar en mi carrera. Era como tener un buen trabajo mientras estudiaba. De lo que no estaba segura era de si quería ser animadora de televisión. Yo soy un poco tímida y no me veo siendo espontánea en televisión”. Lo de E! Entertainment no se dio y al culminar la carrera su agente le consiguió opciones en 2008 para modelar en Atenas y Estambul.

Sí, Atenas y Estambul: “En Atenas me fue bien, hice fotos para catálogos y una campaña de jeans. Luego en Estambul me iba bien pero un día me robaron, me dejaron sin laptop, sin tarjetas ni pasaporte y los de la agencia no me ayudaron. Así que dije, ya. Y me fui a Italia con mis abuelos que estaban paseando por allá. Pasé mes y medio con ellos y al regresar a Caracas me puse a trabajar en diseño gráfico como freelance. Ya no quería ser modelo. Además, después de ese viaje estaba un poco gorda”.
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Es evidente que lo del peso no ha sido problema. ¿O acaso hay que explicarlo? Luego de un tiempo, Camila retomó la actividad y hasta viajó a México en el mismo plan. De ese viaje surgió la idea de hacer la línea de pantaletas en sociedad con otra modelo. Arrancaron, pero el asunto terminó muy pronto y Camila proyectó hacerlo sola y a su manera: en eso está. También presentó el año pasado Sky Arts una línea de ropa con motivos de una de sus pasiones de vértigo: el paracaidismo.
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Fue culpa de Sun Channel. Hizo un salto tandem invitada por el programa Sun Desafíos y quedó enganchada: “Arrechísimo”. Hizo el curso y se acaba de comprar su paracaídas: “Son carísimos, pasé un año ahorrando”. Saltar, ha saltado: en Higuerote cada vez que puede, en Las Vegas, en California y en Florida. Suma unos 260 saltos y le parecen pocos, así que entre sus planes de este año además de ampliar sus líneas de ropa y convertirse en una poderosa empresaria, está seguir viajando a destinos que incluyan buenos lugares para lanzarse al vacío…con su paracaídas nuevo, claro está.
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