Sexo para leer
Se levantó y se puso su hilo nuevamente sin pronunciar palabra alguna. Se acomodó la blusa y el sostén que minutos atrás dejaban ver sus hermosos senos y se asomó al ventanal del edificio. A los pocos segundos volteó y me miró. Sentí que no sabía qué decirme, que tenía deseos de hacer como el avestruz, correr y esconder la cabeza bajo la tierra Ella siempre estaba seria, muy seria. Era difícil verla sonreír o salirse aunque fuese unos segundos de su pose de extremada seriedad. Desde que llegué a la empresa tuve buenas vibras con todos los que trabajaban allí, pero con ella la situación se complicó. Claro, su puesto le otorgaba cierta autoridad sobre nosotros y por lo mismo evitaba ser cordial, para que luego no le costara tanto hacernos cualquier reproche. Sin embargo, había algo detrás de toda esa aparente dureza de carácter, esa –creía yo- forzada seriedad, algo que, más pronto de lo que imaginaba, iba a descubrir.
16 jun 2016
06:50 AM