Viciosidades

Cristina Morales: "¿Qué hacemos las feministas cuando Zara es feminista?"

Cristina Morales acaba de ganar el Premio Nacional de Literatura de España por su novela "Lectura fácil" y ha sido toda una sorpresa: se trata de un texto "radical" ambientado en los "bajos fondos" de Barcelona. Anarquista, feminista y de izquierda, Morales respondió a las preguntas de EFE en La Habana

TEXTO: Atahualpa Amerise/ EFE FOTO: Yander Zamora/ EFE
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La novela «Lectura fácil», cargada de crítica social, ha brindado a la escritora española Cristina Morales (Granada, 1985) el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Narrativa 2019, al considerarla el jurado una «propuesta radical y radicalmente original».

Narra la historia de cuatro mujeres con discapacidades intelectuales -Marga, Nati, Patricia y Àngels- que comparten un piso tutelado en la Barcelona de los movimientos sociales, el paro, los desahucios y la «okupación».

De las muchas realidades de la ciudad, en esa se mueve la escritora desde hace años, aunque esta semana se encuentra en Cuba de visita. Cuando se conoció el fallo el martes -por la mañana en La Habana- ella dormía en un hostal.

Pregunta: ¿Le ha pillado la noticia por sorpresa?

Respuesta: Sí, con legañas me ha pillado. Me ha sacado de la cama la casera, Yvonne.

P.- ¿No esperaba este premio?

R.- Es una cosa extrañísima, ¿cómo me lo iba a esperar?

P.- Sobre todo porque es un libro cuya temática y enfoque nunca habían sido objeto de este premio.

R.- Sí, bueno, no soy una experta y conocedora de todos los autores que han ganado el Premio Nacional de Narrativa, pero sí es cierto que suelen ganarlo escritores como poco mayores que yo y más consagrados.

P.- El libro tiene una importante crítica social. El hecho de que haya ganado el Premio Nacional de Narrativa un libro así, ¿qué cree que aporta?

R.- Creo que abre una brecha. Como han hecho otros grandísimos escritores. Unos veinte años antes de que yo ganara el premio Herralde con este mismo libro, en el año 98 ganó Bolaños el premio Herralde y luego el Rómulo Gallego con Los Detectives Salvajes.

Me parece que reconocer obras de esas características donde se critica tanto, sobre todo a la élite intelectual, y se cuestionan los lugares de la autoridad, del universo cultural que es también el universo político, es una victoria contra esas opresiones. O sea, que es picar piedra hasta que se consigue penetrar.

P.- ¿A quién se dirigen las críticas en su libro?

R.- De manera más explícita hacia el sistema «capacitista», «bienestarista», que es abiertamente machista y patriarcal. Pero creo que si el foco se pone ahí en ese mundo sirve para después hacer un «zoom out» y alcanzar a toda la sociedad.

P: Y también habla de tribus urbanas, de los bajos fondos de Barcelona en un momento en que la ciudad está «ardiendo» con muchos conflictos sociales y diversas causas. ¿Cree que el tipo de gente que aparece en la novela tiene relación con lo que está pasando en Barcelona?

R.- La gente de la que hablo en el libro soy yo. Los bajos fondos, si son bajos son los míos. No he tenido ningún interés en hacerlo emerger. Si son bajos, que se queden bajos, porque en su bajeza está su potencia. Es maravilloso comprobar cómo es precisamente esa invisibilidad la que es capaz de prender fuego.

P.- ¿Se etiquetaría en una ideología política específica?

R.- Anarquista

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P.- ¿Cómo cree que este premio va a influir en su trayectoria como escritora?

R.- Hay algo insoslayable que es el dinero (el premio está dotado de 20.000 euros) que me permite seguir trabajando de lo que quiero, que es la literatura. Poder dar a la tarea literaria un lugar social, remunerado, me va a permitir seguir indagando y crecer como escritora.

P.- Critica el machismo, el patriarcado… Estamos en un momento precisamente en el que se está concienciando a la sociedad de todo eso. ¿Cómo ve la tendencia actual en España y en el mundo?

R.- Tenemos que ser cautelosas porque finalmente hasta Zara o Mango se declaran feministas, que son grandes potencias económicas explotadoras no solo a nivel laboral sino simbólico. ¿Qué hacemos las feministas cuando Zara es feminista, cuando vemos que se explota un canon de belleza femenino que es opresor, que no permite la circulación de la vida y de la variedad de los cuerpos? Creo que tenemos que ser cautelosas con eso; celebrar que somos cada vez más, pero por otro lado ser muy observadoras para no ser cooptadas.

P.- ¿Qué le parece la visión de que el capitalismo y la libertad económica permiten a las mujeres aprovechar mejor sus talentos y recursos para llegar más alto?

R.- Me parece una patraña.

P.- ¿Por qué?

R.- Porque es un arma de doble filo. Si la integración de la mujer pasa por ser un sujeto explotado a nivel laboral como lo ha sido históricamente el varón, tengo yo que alinearme con esas feministas clásicas radicales, sin ir más lejos Emma Goldman. No ya el acceso de la mujer al mercado laboral, sino el mero derecho al voto. La buena de Emma Goldman, polaca emigrada a EE.UU. a principios del siglo XX, decía que si ese era el derecho que le daban, el de ir a votar, eso ella no lo quería. Que le dieran el derecho a vivir plenamente.

P.- Me refiero, por ejemplo, a mujeres empresarias o que alcanzan altos puestos en corporaciones. Mujeres que en una sociedad con libertad económica puedan lograr el éxito por sí mismas

R.- Su lucha no es la mía. Yo jamás pretendería emanciparme de los sometimientos habituales de la vida, que pasan desde un lugar simbólico sexual hasta, por supuesto, lo laboral. En ningún caso se me ocurriría pensar que yo me puedo realizar desde altas cotas empresariales, porque éstas también conllevan un sometimiento.

Pienso por ejemplo lo que dice la buena de María Galindo, feminista boliviana: tengamos cuidado porque quizá estemos frente al patriarcado con falda; ante unas tecnócratas de género que usan el discurso emancipatorio feminista para otra cosa que no es sino oprimir a sus iguales. Una mujer empresaria puede ser una perfecta tirana. No creo que haya una comunidad de intereses por el simple hecho de ser ginecológicamente parecidas.

P.- ¿Qué es lo que más le gusta de escribir? ¿Poder cambiar algo o simplemente contar historias?

R.- Creo que escribo inevitablemente. Es de lo que mejor sé hacer. A veces ocurre el milagro de que encuentro la palabra que nombra exactamente la realidad a la que yo quería acercarme. Juan Ramón Jiménez decía: «inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas». El nombre exacto de las cosas nunca es el nombre habitual o coloquial. Creo que la literatura es imprescindible para nombrar lo que verdaderamente queramos nombrar.

P.- Ha ganado un premio importantísimo siendo muy joven. ¿Cuáles son sus próximos objetivos y retos?

R.-Quiero seguir escribiendo. Quiero escribir estos viajes que estoy haciendo por Latinoamérica, lo pensé el otro día, que están siendo para mí descubrimientos. Yo me quedo fascinada solo con oír a la gente hablar y verla pasar. Así que quizá algo relacionado con estos descubrimientos.

P.- ¿Algún otro premio que le haría ilusión?

R.- Uy, no. Uno no tiene que aspirar a ningún premio nunca. Eso sería una fuente de frustración. Que venga si quiere.

P.- ¿Por qué cree que el jurado se decantó por su novela?

R.- No tengo ni la más remota idea. Esto es lo que menos me esperaba. Es un premio que suelen dar a autores de más trayectoria, con más libros publicados. Autores que yo he leído como (Ignacio Martínez de) Pisón, Almudena Grandes… No tengo ni idea. Ya me encontraré con el jurado y que me digan qué se les pasó por la cabeza.

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