Viciosidades

El movimiento #metoo quiere poner el mundo al revés

El movimiento #metoo vuelve a hacer de las suyas, pero no de manera positiva. Ahora resulta que el mal llamado Miss America no va a juzgar la belleza de sus concursantes. Algunas de sus integrantes dizque feministas seguro se vanaglorian de este hecho, sin saber el daño que le hacen al mundo. Desde esta trinchera de realidad, quiero explicar lo que opino de esto.

Publicidad

Nunca me han gustado las personas que no son frontales. Menos aquellos que pretenden designar a sus antojos y conveniencias las normas y hasta los nombres de todo lo que les rodea.

Un padre que dice “mi hijo se graduó” y apenas avanza de preescolar a primer grado, es un idiota. Ese hijo va a pasar una gran cantidad de tiempo pensando que esa era su graduación y tal vez le hagan otra cuando pase al bachillerato, como se suele hacerse ahora.

El niño crece en su burbuja y su “ambiente seguro” porque su mamá cree que eso hay que celebrarlo y necesita motivación.

Señora: su hijo tiene 6 años, si lo quiere motivar póngalo a ver la última película de Disney y le compra unas papas fritas. De nada por el consejo sobre paternidad.

Pasando al tema del movimiento #metoo, todo iba bien para mí, hasta que acusaron a James Franco de acoso sexual.

Acoso sexual que fue referido al acto de invitar (pedirle) a una actriz, con la cual se besaba dentro de un vehículo, que le practicara sexo oral. También se le acusó de contratar a una mujer que posara desnuda para una película. Ella se arrepintió y lo calificó como explotación por el monto que se le ofreció (el cual aceptó en ese momento).

Si te encierras en un carro con alguien con fines sexuales y ese alguien te alienta a que le des sexo oral, eso no es acoso. Si estás allí sin que forzaran, eso es parte de la dinámica del encuentro. Y, claro, que te lo prongongan es una cosa, que te lo impongan sería otra. Y ese no fue el caso de Franco.

Si firmas un contrato con alguien para desnudarte y en ese contrato se estipulan 100$ al día, eso no es explotación ni acoso, sobre todo porque tú lo firmaste.

Lo nuevo que ha logrado el movimiento feminista -que no ha estado exento de berrinches- es que el concurso Miss America, mejor dicho Miss Estados Unidos, ya no se trate de un concurso, según dijo Gretchen Carlson, presidenta de Miss America y ella misma ganadora del título en 1989.

«Hemos escuchado a muchas jovencitas que dicen, ‘Nos encantaría ser parte de su programa, pero no queremos estar ahí en traje de baño y tacos altos’, así que ya no tendremos eso», dijo Carlson.

Sí, leyeron bien. Es como dice un amigo mío, estamos en el mundo al revés.

«¿Quién no quiere sentirse empoderada, aprender sobre liderazgo y pagar la universidad y poder mostrar al mundo quién eres como persona desde dentro de tu alma?», preguntó: «Eso es lo que estaremos juzgando ahora».

Bien por Gretchen en su búsqueda de ser aceptada por este grupo que demanda que todo sea a capricho de ellas y que considera ofensivas algunas cosas que no lo son.

Más allá de mi opnión nada complaciente sobre los concursos (especialmente el de nuestro país), no creo que deberías cambiarle el tono por una razón simple: deja de ser un concurso de belleza. Ellas bien podrían proponer un «concurso de almas» y ser felices.

También podrían denunciar el acoso que sucede dentro de estos eventos históricamente. O perseguir al acosador mayor que fue alguien muy ligado al Miss America y que ahora es presidente de ese país: Donald Trump. ¿O ya olvidamos las denuncias en su contra hechas por participantes del Miss America y el Miss USA Teen?

Creo que si nos tratamos de dar un coñazo lidiando con la realidad, más allá de sedarnos porque nos ofendemos con todo, vamos a avanzar. De resto no.

Pero bueno, quién soy yo para opinar si sólo soy el producto de un adoctrinamiento patriarcal latinoamericano que no sabe nada sobre el futuro del feminismo, ¿no? Al menos eso me responderían.

Publicidad
Publicidad