Viciosidades

En Venezuela no hay tiempo para el romance

Cuando vives en el país con la inflación más alta del mundo, tu realidad solo se resume a cómo vas a sobrevivir toda la semana con un sueldo que no cubre ni siquiera el 1 % de la canasta básica. En un contexto socio-económico tan complejo como este, la mayoría de los venezolanos no tienen la capacidad para crear vínculos tan profundos con terceros, y por ende, optan por relaciones esporádicas que les brinden cierta comodidad en un ambiente donde el caos se ha convertido en un estilo de vida.

FOTOGRAFÍA: TELENOVELA 'CRISTAL' (CORTESÍA RCTV)
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Estoy sentada en el mismo bar en donde hace dos semanas un hombre de unos veintitantos años estuvo coqueteando conmigo en un intento fallido por conquistarme. Y aunque pueda sonar pretenciosa, este episodio me hizo entender de una vez por todas que en definitiva, aquí no hay tiempo para el romance.

El método de conquista utilizado por el hombre en cuestión no fue más que invitarme una cerveza a cambio de cumplir con un reto tonto (el cual no acepté) digno de los liceístas cuando les gusta una muchacha. Sus amigos no tardaron en chalequearlo al ver que sus tácticas de chanceo no estaban funcionando en mí. No vayan a mal interpretarme, no es que yo me la estaba dando de dura, sino que una cara bonita y ofrecer un par de birras gratis no son suficientes para cuadrarse a una mujer (o al menos, para mí, no).

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Probablemente, ustedes pensarán que un bar no es el mejor sitio para encontrar el romance y en eso los apoyo. Sin embargo, esto me hizo reflexionar sobre la forma en la que nos estamos relacionando con las personas al momento de «filtrear» en un país donde comprar dos paquetes de harina P.A.N a Bs. 62.000 es considerado un logro personal.

He de confesar que no soy una persona romántica, pero uno como individuo siempre espera establecer una conexión significativa con alguien. Y no estamos hablando sobre casarnos o tener una cita extravagante en un restaurante mientras tomamos una botella de vino Merlot, sino de explorar en los intereses del otro (bien sea si al final solo se trata de una simple relación casual).

En este sentido, una vez un buen amigo me comentó que la mejor cita de su vida fue cuando se sentó en un banquito de una placita a hablar por horas con la chama que invitó a salir. Así como también he escuchado de amigas que han tenido citas en el cine o en restaurantes, y al final han terminado en un completo desastre.

De antemano estoy consciente de que el aspecto económico cumple un rol importante en esto, aun si lo único que quieres es escapar de una cita patética. Pero mi punto es que en este momento el hecho de invertir tiempo en alguien más se ha tornado en un arduo trabajo. Incluso, en este instante mucha gente no tiene tiempo de siquiera sentarse en un banquito de una plaza a hablar, como en el caso de mi amigo. Y simplemente no tienen tiempo porque están enfocados en sobrevivir a la pelazón o emigrar sin que se los lleven por los cachos. Por ello, son muchos quienes ahora optan por relaciones «prácticas», con el único objetivo de satisfacer sus necesidades sociales y sexuales, dejando a un lado el respectivo coqueteo previo.

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De acuerdo con la sexóloga y colaborada de UB, Astrid Salazar, para tener una relación satisfactoria en un escenario tan complejo como este, siempre hay que apostarle al amor, pero quitándole el peso a todo lo que nos han inculcado. «Las relaciones van más allá del tema económico, del caos que vivimos como país y eso es algo que deben entender aquellos que por un momento se cohíben de invitar a alguien a salir, o de llevar una relación casual a algo más formal. De hecho, esto no solo pasa en el ámbito de parejas, sino en todas las relaciones interpersonales», añade.

Al final del día, observo con preocupación que el romance es otro de los aspectos que ha ido mermando en nuestra cotidianidad como sociedad, y lamentablemente muchos todavía no se han dado cuenta de ello; por el contrario, solo se han adaptado a vivir de ese modo.

Desde este bar, brindo con cerveza en mano para que el romance en estos tiempos de crisis no sea un objeto en extinción, así como los productos básicos, el efectivo y la sensación de sentirse seguro en las calles que alguna vez sintieron mis abuelos y mis padres en la Venezuela de antier.

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