Melomanía

¿Es posible ser feminista y disfrutar del reggaetón puyúo?

Esta es la primera columna de Beatriz González, mejor conocida como "Batita", comunicadora social y locutora de "Una mañana tan linda como esta", que sale al aire por Circuito X. En esta oportunidad analiza las incongruencias entre el perreo y el girlpower.

Texto: Beatriz González (@Batita_gonzalez) / Composición gráfica: Gabriela Rojas (@igabyrojas)
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Una mujer escucha música a todo volumen en el carro de al lado, por lo poco que percibimos parece profesional, de unos veintisiete años, su imagen podría ser el de una joven entusiasta por la igualdad de género, parte del ‘»nuevo feminismo’» que Emma Watson, HAIM, Lena Dunham o la misma Taylor Swift representan. Algo hace ruido. Al poner atención vemos que está cantando “a mí me gustan mayores” de Becky G y Bad Bunny, el éxito de trap que está pegao en todas las estaciones.

Algo me saca de foco… ¿es posible ser feminista y corear los temas del momento aun cuando sean misóginos? ¿Puedo creer en la igualdad entre hombres y mujeres mientras “perreo” al ritmo de “Felices los 4” compuesta por Servando Primera y cantada por Maluma? ¿Es inconexo que coree alguna de las vulgaridades del tipo ‘agárrala, azótala’ y sostenga que las mujeres debemos ser valoradas por algo más que nuestros cuerpos?

Todo esto me confunde y, celular en mano, me dispongo a investigar en mi grupo de amigas que piensan al respecto.

Una de mis amigas sale a la defensa de “Felices los 4” del colombiano Maluma –apodado Pretty Boy- porque “demuestra que ambos están en igualdad de condiciones, ambos deciden ser infieles y seguir con ese juego en el mismo terreno. Ella toma las riendas al mismo nivel que él”. Escudriño la letra, parece ser esa la lectura. ¿Punto para Maluma?

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La canción de Becky G, “A mi me gustan mayores”, la conozco hace relativamente poco, me revuelve un poco –he de confesarlo- porque no entiendo que es lo ‘’mayor’’ en sus peticiones. La mujer pide un tipo romántico, que le lleve flores, que sea ¿culto? Con el que pueda tener conversaciones, ¿la caballerosidad está peleada con el feminismo? ¿Soy una chapada a la antigua si quiero que tengan esos detalles conmigo? ¿Está mal que un reggaetón exalte en alguna medida esos atributos?

Continúo con mi encuesta digital, ¿muchachas está mal si coreo reggaetón puyúo y trashy si creo que GIRLS es un masterpiece del feminismo moderno? ¿Debemos cerrarnos a un tipo de música porque disminuye a nuestro género a meras cosas? ¿Somos incongruentes por tener en el ipod estos temas?

Todas coincidimos en algo, la música es solo una manera de expresarse y que cantar algo no nos hace de una u otra forma misógina, es como decir que un católico no puede ver porno o que escuchar dark metal te hace automáticamente “adorador de Satán y caníbal”. Sin embargo esto no me deja satisfecha, insisto en que existe algo de doble discurso en la manera en la que los medios y por consiguiente, las personas, nos aproximamos a estas cosas. Por ejemplo, Taylor Swif es una bruja que “capitaliza sus guayabos y sus temas son solo maneras de drenar sus despechos y lucrarse hablando mal de sus ex’s” porque así titula la prensa de farándula, en cambio “Maluma es un ganador porque hace que las mujeres quieran ser una de sus cuatro babies”, haciendo alusión a uno de los temas más fuertes de su repertorio.

¿Estamos siendo cómplices de los frenos que se les colocan a las mujeres tan solo porque consumimos algún tipo de contenido que las sigue dejando en entredicho?

Ahí freno la reflexión y pienso que, sea lo que sea, acabar con el reggaetón y sus letras no mejora para nada la condición de las mujeres, aquí la lucha no es con una industria sino con la mente de cada individuo, con las políticas de cada estado o empresa. Aquí no es darle ‘»stop’» a la canción que suena en la radio, sino darle “play” al discernimiento de las mentes que las escuchan.

Beatriz González

Batichica 24/7. Feminista. Melómana. Locutora por accidente. Periodista -de clóset-. Adicta a los covers, las películas intensas, las caricaturas de Liniers. Leo, luego existo.

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