Voy a describir rápido una sesión de fotografía típica: Una hermosa modelo desnuda explorando ideas junto a otra chica desnuda -o en ropa interior- sosteniendo una cámara, y de fondo un tema indistinguible de rock inglés y nadie más.
Para muchas personas mis fotografías son transgresoras, obscenas e incluso violentas, pero yo no busco satisfacer el concepto típico de las fantasías masculinas, ni perpetuar el rol de hermoso objeto inanimado que se le asigna a las mujeres en el mundo de la fotografía. Soy rebelde por naturaleza (terca dirían algunos), y no me resigno a aceptar el papel tradicional de mujer-cosa carente de opinión o participación con el cual pretenden obligarme a ser solo un actor pasivo de mi propia sexualidad.
Las mujeres debemos someternos a la presión que nos demanda ser hermosas en los parámetros que la sociedad nos impone, y a la vez, paradójicamente, ser objetos sexuales bajo las condiciones de esa misma sociedad. Una total hipocresía que tolera y en ocasiones enaltece al que abusa, acosa y te maltrata justificando su actuación como usual, como un hecho corriente que debemos soportar porque siempre ha sido así, pero que al mismo tiempo castiga cualquier intento por pequeño que sea de vivir y expresarnos en nuestras propias voces, por considerar que las mujeres no tenemos protagonismo alguno en algo tan íntimo como nuestros cuerpos.
Desde hace algún tiempo, muchas hemos decidido revelarnos contra ese contrato perverso. Yo decido crear en la precariedad de mi entorno, y con los pocos recursos disponibles, un espacio seguro en el que las mujeres podamos sentirnos hermosas y expresar nuestra sensualidad de manera libre y sin complejos. No es una tarea fácil, nunca pensé que las voces más críticas serían las de algunas mujeres que consideran que feminismo es igual a la ablación femenina. Que solo la mutilación de todo lo que me hace mujer es necesario para ser libre en un mundo machista. Según ellas, las mujeres debemos suprimir cualquier deseo de admirar nuestros cuerpos, expresar nuestra sexualidad y fantasías bajo la premisa de que solo las zorras o las sometidas pueden promover el goce de su sexualidad.
Y decimos que no, no más cuentos y argumentos del matriarcado y patriarcado. Ante eso y en especial ante ellas: pantis afuera.
No me adhiero a ningún dogma o movimiento, solo deseo brindarles a las chicas la sensibilidad y confianza necesaria para que se expresen como deseen. Estoy intentando hacer de la fotografía una experiencia de vida y cada sesión es una labor de descubrimiento. Sé que estoy lejos del lugar en el que quiero estar, pero apenas comienzo. Esta es mi búsqueda, quiero mostrar la sensualidad de la mujer, no su debilidad porque no somos frágiles. La sumisión y el conformismo es una lacra que a veces de manera muy sutil, corrompe cada aspecto de tu vida.
Ellas anhelan ser libres, mostrarse y ser admiradas. Desean explorar su sensualidad y su belleza porque no aceptan ser objetos o vivir bajo paradigmas superados. Como individuos, hoy no tenemos la libertad que tienen los hombres, no podemos mostrarnos como lo deseamos sin ser juzgadas o que una montaña de dedos nos señale como “putas buscando atención”.
Mi libertad no es “putería”, jamás calificarían de esa manera a un hombre. Las mujeres aspiramos a vernos hermosas y ser deseadas. Yo quiero capturar esa pasión y ofrecerles la libertad de materializar esas efímeras fantasías visuales.
Cuando una chica llega a mí, quiero que se olvide que debe complacerme. Como fotógrafa intento documentar esa experiencia. Ella está allí para ser admirada, quiero que se sienta única y segura. Que se sienta dueña de sí misma, dueña de la situación y yo, convertirme en un instrumento más de su búsqueda.
No tengo una idea fija de lo que busco durante una sesión, y encuentro muy aburrido preparar o diseñar la fotografía, así que me dejo llevar por el momento y lo que la chica me transmita en ese instante. Siempre ocurre algo mágico o diferente que le da sentido a todo o pone todo en su lugar, sin embargo es un aprendizaje constante.
Lo más difícil es ser juzgado por solo intentarlo, pero de la misma manera es lo que me motiva a continuar. La única forma de romper este ciclo nefasto, es no aceptar la realidad de lo “normal” o el estatus quo. Para mover la sociedad hacia adelante debemos abandonar las rémoras que nos retienen.
Y si me van a estigmatizar por eso, como promotora de la putería, entonces aquí los esperaré en pantis y con mi cámara preparada.
Síguela
Laura Colmenares | Instagram: laura_icc | Facebook: Laura Colmenares.
Fotografía y texto: Desireé García | Instagram: banana.co | Twitter: @Duped_94bpm | Facebook: Desire García.
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