Opinión

Maricos somos todos

Lee esto con atención, marico, porque Miliber Mancilla es lingüista y profesora en la Universidad de Los Andes. Y sí, es la tuitera que explica los chistes y con eso hace un chiste dentro de otro chiste. ¿Se entiende?

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¿Qué pasaría si te llaman «marico»? ¿Te ofenderías? Si tu respuesta es un rotundo sí, entonces, posiblemente, tienes más de cuarenta años. Anteriormente el adjetivo marico era usado de manera peyorativa para referirse a un hombre homosexual, pero las palabras son susceptibles de sufrir cambios semántico-pragmáticos, como en este caso.

Las formas de tratamiento de ahora son completamente distintas a las de hace unas décadas. La lengua es heterogénea; es decir, siempre está en constante variación, pues se adapta a las necesidades comunicativas de sus usuarios. Y eso no quiere decir que como la lengua cambia, si tú estás soyao, vas a dejar de estarlo, ¡no! solo que, tal vez, en la actualidad, no le decimos así.

Ajá, pero, ¿qué necesidad había de llamar «marico» a todo el mundo?, te preguntarás. Bueno, quizás se trata de una forma de inclusión de la comunidad LGTB que fue discriminada, insultada y maltratada por tanto tiempo. El término (insulto) se usaba tanto que terminó usándose en numerosos contextos, siendo actualmente una forma de tratamiento nominal descortés, mas no agresiva; todo lo contrario, mientras más «marico» te llamen, más pana te consideran.

Del mismo modo, la lengua da información sobre el hablante: si utilizas la palabra «marico» con tus amigos, posiblemente seas una persona joven (a menos de que seas como mi papá que intenta sentirse cool y les dice «¡épale marico!» a los amiguitos de mi hermano; ellos se ríen).

Ya la palabra «marico» no es sinónimo de homosexual («maricón» sí sigue siendo usado de forma despectiva). Hoy en día la palabra «marico» marca inclusión en distintos grupos. Es usada como adjetivo y como un marcador discursivo. Sería difícil de precisar quiénes y en qué contextos la utilizan, pues parece ser una comunidad de habla realmente grande. Y es que, al parecer, hoy en día ¡maricos somos todos!

Si eres una persona amable, eres marico: «Este marico sí es pana». Si eres gracioso, eres marico: «Ja, ja, ja, sí eres marico». Si estás enamorado, eres marico: «Esa jeva te pone marico». Si eres una persona miedosa, también eres marico: «No seas marico y mata la cucaracha», ¿y si es voladora? Pues, el marico es el otro: «Marico, la bicha vuela, mátala tú».

Si dices algo impresionante y difícil de creer, eres marico con más intensidad: «Maaariiicooo, ¡¿de pana!?». Incluso si te van conociendo, eres marico: «¿Qué más, marico? Un placer». Si de repente te chocan el brazo, eres marico: «Disculpa, marico» (aunque yo creo que si te chocan el carro ni que te llamen «marico» te haría más pana).

Si quieren contarte algo, eres marico: «Si supieras lo que me pasó, marico». Si se quieren solidarizar contigo y darte todo el apoyo, eres marico: «Verga, marico, qué chimbo» o «Coño, marico, te mereces eso y más». Cuando haces algo bueno y quieren agradecerte, eres marico: «De pana, gracias, marico». El saludo es más íntimo, si te llaman «marico»: «¿Todo bien, marico?», «¿Qué pasó, marico?», «¿Qué fue, marico?».

También puedes ser doblemente marico: «Marico, tengo ganas de beber, marico». Y podría seguir… Esto no es solo una cuestión entre hombres, las mujeres también adoptaron el término y se llaman «marica», quizás en menos situaciones.

Debido a mi profesión la gente busca mi aprobación en distintos comentarios, yo muchas veces asiento sin estar de acuerdo: «¡Qué horrible cómo los chamos deforman el lenguaje, ¿verdad?!» (Me imagino a todas las lenguas del mundo como Freddy Krueger, todas desfiguradas); «No se ofenda, pero los muchachos de hoy en día ni siquiera saben hablar» (¡Yo sigo siendo muchacha y usted está hablando conmigo porque me entiende, señor!); «¡Mire, antes sí se cuidaba el idioma, no como ahora!» (Supongo que el idioma ya creció y no necesita que lo cuiden, deje de ser sobreprotector); «Ahorita los chamos ni siquiera se saben tratar, ¡se dicen hasta marisco!» (¿Marisco? Supongo que eso, en lugar de pecado, es un pescado, ¿no? [Risas]); «¡Me imagino que usted como lingüista sufre cuando escucha esas nuevas expresiones!» (No, no, no, realmente yo me lo gozo, y le digo «marico» a casi todo el mundo, señora).

Ojo, todo esto no quiere decir que llamaremos «marico» a cualquier persona que se nos atraviese. El término debe quedar entre amigos, compañeros, personas de edades contemporáneas que lo ven como un trato de confianza y no de manera insultante, en un ambiente rela; en el resto de los contextos, por favor, cero maricoteo. Aunque si estás leyendo esto, tú sí eres bien marico porque marico el que lo lea.

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