Viciosidades

Porqué Río 2016 puede ser la última olimpíada “exótica”

Los Juegos de 2020 y muy probablemente los de 2024 se celebrarán en ciudades primermundistas que ya han sido sedes olímpicas, mientras que la edición brasileña es atenazada por la crisis política, económica, sanitaria y criminalística. Un fracaso en 2016 hará todavía más improbable que veamos una antorcha política encenderse algún día en Buenos Aires, Lima, Nueva Delhi, Estambul, Nairobi, El Cairo o quien quita que Caracas

Fotografía: EFE
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El nuevo presidente del gobierno de unidad nacional tiene un dilema con el estadio de La Rinconada: dejarle el nombre Hugo Chávez para evitar conflictos con una minoría que contra todo pronóstico sigue echando bastante broma o bautizarlo con una figura deportiva menos divisiva, tipo Omar Vizquel. En todo caso, allí se efectúa la inauguración de los Juegos Olímpicos. Como en los Panamericanos de 1983, el embalse La Mariposa vuelve a ser sede de la competencia de remo, una vez que le limpian toda la bora.

“Puedes decir que sueño, pero no soy el único”. John Lennon.
Nunca antes ha habido unos Juegos Olímpicos tan cercanos a una crisis política como los de Río 2016. El presidente en funciones desde el pasado mayo, Michel Temer, se parece a Drácula, sus números de popularidad están bajísimos y se dice que aplicará un paquete económico literalmente de temer. La suspendida Dilma Rousseff ha sido invitada al Maracaná para la ceremonia del viernes 5 de agosto, por lo que mínimo habrá bochinche en la inauguración. Además penden amenazas relacionadas con la criminalidad, el zika, el caos en el transporte, la contaminación del agua y quizás el terrorismo.

Para buscar precedentes, llamativamente, hay que retroceder a los únicos Juegos Olímpicos latinoamericanos previos, los de México 1968. Días antes de la inauguración hubo una masacre de estudiantes. Corea del Sur puso fin a la era de los gobiernos militares y tuvo una revolución democrática incruenta un año antes de Seúl 1988. La Alemania nazi, por supuesto, estaba sumergida en tremenda crisis política en Berlín 1936, aunque muchos de sus habitantes no se daban cuenta: Adolf Hitler, que los arrastraría a la Segunda Guerra Mundial, tuvo 44% de apoyo en las elecciones parlamentarias de 1933. En Londres 1948, la población británica todavía estaba sometida al plan bélico de racionamiento de alimentos y había personas que mataban caballos para no pasar hambre (en Inglaterra no tumban mango).

Por supuesto, hay un 99% de probabilidades de que Río 2016 tenga una ceremonia de clausura el 21 de agosto y todo se celebre en santa paz. Todos los Juegos Olímpicos que han empezado han terminado. A pesar de todas las circunstancias políticas y económicas, las encuestas muestran que, en líneas generales, la mayoría de los cariocas apoyan a Río como sede olímpica y habrá tremenda rumba. Del éxito (o al menos el pase de materia con 09 puntos) de Río 2016 podría depender una Budapest 2024. O una Buenos Aires 2028. O una Estambul 2032. O una Nueva Delhi 2036. O una Nairobi 2040. O una Caracas 2052, aunque habrá que ver qué efectos habrá tenido para entonces la superpoblación, el calentamiento global y los avances de genética y cibernética sobre los deportes.

Universidad versus Macoya

Contra la organización de unos Juegos Olímpicos chocan, han chocado y chocarán dos fuerzas opuestas: 1. Por un lado, la apertura a que sea un evento cada vez más universal; 2. El gigantismo. Ha pesar de los esfuerzos para limpiar el programa de competencias, no hay manera de que baje la nómina de 10.000 atletas que se ha vuelto costumbre desde Atlanta 1996. Ergo: unos Juegos Olímpicos no los puede recibir cualquier ciudad. Necesita cumplir requerimientos mínimos de instalaciones deportivas, alojamiento, seguridad y básicamente disponer de mucha plata.

Contando a Río, 23 ciudades han organizado 28 Juegos Olímpicos modernos desde 1896: 16 veces en Europa (57%), 5 en Estados Unidos y Canadá (19%), 3 en el Lejano Oriente asiático (11%), 2 en Australia (7%) y 2 en Latinoamérica (7%). Londres ha repetido ya tres Juegos como sede, y Atenas, París y Los Ángeles dos.
Tokio, sede de 1964, ya fue elegida para 2020 por encima de Estambul y Madrid, es decir, será otra barajita repetida. El próximo 13 de septiembre, en Lima, se hará la votación para los Juegos Olímpicos 2024. Las candidatas serán Roma, París, Los Ángeles y Budapest. Las tres primeras también son barajitas repetidas, y sobra decir que la capital húngara (que a los venezolanos sinceramente nos sabe a casabe) tiene muy poco chance.

Por el camino quedaron regadas otras opciones que al final nunca se concretaron por motivos económicos, sociales, políticos y hasta bélicos: Bakú (en Azerbaiyán), Kiev, de nuevo Estambul, Bangkok, la propia Lima, Durban (en Sudáfrica), Casablanca, Kuala Lumpur, Nairobi, El Cairo, Nueva Delhi, Guadalajara, Dubái, Doha (en Qatar) y una candidatura insólita propuesta de manera conjunta por Arabia Saudita y Bahrein, en la que el segundo país se encargaría de alojar de manera exclusiva los deportes femeninos (que siguen oficialmente prohibidos en la primera nación). Para 2028, se rumora que probablemente Buenos Aires aspirará de nuevo, al igual que lo hizo sin éxito en 1936, 1956, 1968 y 2004.

Es decir, el olimpismo se ha vuelto una macoya: más o menos las mismas ciudades primermundistas de siempre, las que ofrecen la infraestructura, las finanzas y cierto entorno de estabilidad política. Por eso es tan importante que Río 2016 salga más o menos bien. O quizás los latinoamericanos debemos tener otras preocupaciones antes que montar unos Juegos Olímpicos.

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