Sexo para leer

#SexoParaLeer: La coleccionista ninfómana

Coleccionar objetos antiguos es un hábito que heredó esta chica de sus abuelos. Ella tenía una colección de cajitas de música que esperaban en un viejo armario a que les dieran cuerda. De ahí nace un fetiche sin precedentes

Fotografía: Diana Mayor
Publicidad

Todo en la casa pertenecía a otra época y la bañera de porcelana de los años 50 era la atracción de la casa. Me gustaba llevar a mis pretendientes directo a este lugar y seducirlos. La bañera llena de espuma y rodeada de velas era el escenario perfecto para tener una rica y divertida aventura sexual.

Trabajo de mesera en un famoso restaurante italiano. Conozco hombres todas las noches y la mayoría se interesan en salir conmigo. Siempre fui una mujer fácil de conseguir, si me gusta terminamos en mi bañera el mismo día. Aunque si soy difícil de complacer. Mis exigencias como amante, les dificulta a los hombres la tarea de satisfacerme. La experiencia con tantos hombres ha desarrollado en mí un apetito más selectivo.

Tenía un cliente fijo. Un hombre negro, con mirada intimidante. Él se perfilaba como el ideal para pasar la noche. Siempre soñé con experimentar con un macho de color. Después de varias insinuaciones y toqueteos cayó en mis redes de mujer seductora.

Una noche esperó hasta que el restaurante trancara sus puertas. Al salir, se ofreció llevarme a casa. Yo acepté encantada, me encantaba ese negro. Por la forma en que me comportaba con él —tan fresca y abiertamente— toco mis entrepiernas y me invitó a besarlo. Luego de varios mimos y besos apasionados, lo invite a conocer mi casa.

Al entrar, el ambiente de la casa lo sorprendió gratamente. Él era un coleccionista empedernido. Le mostré mi acervo de cajitas de música y comenzó a darles vida a las bailarinas. Eso me encantó y dio paso a lo ardiente. Lo hacía mientras nos desnudamos con el pretexto de tomar un baño. Sin darme cuenta, agarró una de esos jugueticos y lo llevó con nosotros.

Llene la bañera y encendí todas las velas. Me besó las tetas y quitó mis pantis con sus enormes manos. En frente del espejo, vi como penetraba mis glúteos, se movía de abajo hacia arriba levantando mi cuerpo. Gemía de placer, y eso lo invitaba a darme nalgadas fuertes.

Le pedí que me dejara chuparlo y el me concedió el gusto. Era muy grande y solo pude meterme la mitad. Soy una experta en sexo oral, esto vuelve loco a los hombres. Estaba tan excitada que lo trague hasta el final. Me cargó dejándome caer en la bañera. Entonces se paró a contemplarme con su pene erecto. Yo jugaba con el agua invitándolo a entrar. Me volteé y alcé las caderas, dejando que solo se viera mi trasero mojado cubierto de espuma. Eso lo animó a meterse en el agua.

Me pidió que me pusiera de rodillas y metió su robusto pene dentro de mi delicada vagina. Ser penetrada por un negro es algo que toda mujer en el fondo desea. Al cumplir este deseo, quise llevar más allá el encuentro.

Estando sobre él saqué su pene con mi mano y lo coloque en la entrada de mi trasero. Él lo deslizó hasta el fondo, causando un fuerte dolor al principio. Unos minutos más tarde, mi  afán me llevó a cabalgarlo de manera empedernida. El sonido que producía mis nalgas y el movimiento del agua, acompañaba la música antigua de la cajita mientras la bailarina daba vueltas sin parar. En cada giro, ella observaba nuestros actos.

Este era un súper hombre y sabía qué hacer con una mujer como yo. Tuve sexo con él por horas, cumpliendo a plenitud mi fantasía. Un negro tan puro es difícil de encontrar y como dicen por ahí: una vez que te acuesta con un negro, jamás querrás ir para atrás.

Los coleccionistas somos curiosos y temáticos por naturaleza. Después de esta deliciosa experiencia, mi próxima colección será de negros como este.

Publicidad
Publicidad