Todo está permitido, menos suicidarse en primavera ¿O sí?

Lo primero que decidió Jorge Roig es que quería participar en el festival de jóvenes directores. Le inquietaba mucho arriesgarse, aprender a dirigir. En un principio no pudo aventurarse por restricciones de edad.

Recientemente el límite fue reestablecido hasta 35 años y él pensó que era la oportunidad perfecta. Una vez que había tomado la decisión de participar, la obra ya la tenía.

“La leía desde el colegio, la hice en el colegio. La hacen muchos grupos amateurs pero no tanto profesionalmente. Decidí que si nadie lo iba hacer, debía hacerla yo. Tiene temas muy interesantes y muy vigentes a pesar de haber sido escrita en 1937”.

El escenario es «La casa hogar del suicida». Un sanatorio de almas de un tal Doctor Ariel. Hay una «galería del silencio», un «jardín de la meditación», con varios árboles apropiados para ahorcarse y una amplia galería de armas. Todo sugiere muerte, pero calma también, todo huele a algo más, porque las cosas no son lo que parecen.

Roig admira la irreverencia de Alejandro Casona, el autor, contraria a las costumbres de esos tiempos. Se planteó este montaje como una tarea, como un homenaje que rendiría a su ídolo.

El título impacta: «Prohibido suicidarse en primavera». Hay que explicar que hasta puede dar risa la obra, según la ejecución. A esto apunta este montaje sin ridiculizar el texto, más bien lo eleva, haciéndolo moderno, relacionable. De nuevo, sin fallar al autor y al argumento.

Suicidarse es la salida falsa. El aparente fin que solo da pie a más dolor, pero, “La casa hogar del suicida” es el lugar donde sucede todo. Lugar que, aparentemente, sirve de acopio para personas que quieran suicidarse, cuando en realidad… bueno, no te la voy a contar.

“Ven muerte tan escondida
que no te sienta venir
porque el placer de morir
no me vuelva a dar la vida”.

Esta frase de Santa Teresa juega un papel fundamental en la pieza. También la época, que hace que te imagines el escenario como monacal aunque construido para ser una especie de hotel de montaña, y sí, en cuanto al vocabulario el texto está adaptado al público venezolano pero no se parece a nada que imaginemos alguna vez vivir.

“Si nos vamos a los temas, yo creo que representa una analogía de lo que viven los artistas en Venezuela en el sentido de que dedicarse al arte en este país te puede llevar a querer tirar la toalla”.

Para “tirar la toalla”, según el director, hay que tener determinación y él decidió usar esa determinación para seguir. Usarla para crear. En la obra hay personas que han perdido el rumbo, han perdido la razón de vivir pero empiezan a dudar y esa duda los lleva a algo bueno.

“Por otro lado, soy fanático de la comedia y quería que esta obra se pareciera a mí, a mi sentido del humor. Elegí una comedia, que es un género en el que me siento muy cómodo”.

Como muchos artistas, Jorge y el elenco de “Prohibido suicidarse en primavera” apuntaron a crear un espacio donde las tablas te transporten, te lleven lejos de la situación país, o por lo menos, te pongan contemplativo y hagan que veas los problemas de otra manera.

“Quería lograr muchas cosas. La primera, demostrarme, sobre todo a mí mismo, que no es necesario pertenecer a ningún grupo para formar el tuyo propio. Me formé afuera del país y he trabajado con muchos grupos que te dejan en un limbo esperando si te llaman o no”.

Definitivamente la escena teatral está sectorizada, como muchas “movidas” culturales en Venezuela. En la música venezolana existe la “payola” y en el teatro el costo es conocer y agradarle a alguien en específico. La diferencia es que estos jóvenes (y no tan jóvenes) actores buscan encontrar ese agrado por sus actuaciones, no por sus personalidades.

“Yo quise hacer lo contrario a lo que se acostumbra, me propuse llamar a gente de todos los grupos y gente que hasta conocí en el mismo camino. El entender que alguno puede tener una pauta si se ausenta. No ser castigador ni autoritario dirigiendo. Corresponder el trabajo de los actores. Quería generar este ambiente de confianza, unidad y familia que hemos logrado”.

Beatriz Ticali, Francisco Aguana, Erick Palacios y Raoul Gutiérrez son cuatro actores que ninguno pasa los 30 años pero muestran, según su director, compromiso absoluto, confianza en sí mismos y mucha creatividad.

También participan los experimentados Stephanie Cardone, Nereda Fernández, Nakary Bazán, Theylor Plaza y Rafael Monsalve, quien alguna vez fue “Juan Corazón”, personaje emblemático de la televisión venezolana.

“Hay muchas propuestas. Tenemos una cartelera muy variada, si hay algo bueno que pudiéramos decir de la caída de los canales de televisión, aunque lo condeno, es que ha generado que se active el motor creativo para contar grandes historias en el teatro”.

Es una manera optimista de ver una medida dictatorial, como lo fue el cierre de RCTV. Pero para los creadores, solo queda crear. Más allá de los límites gubernamentales. El público ha respondido a la escena y esta actividad se ha convertido en una de las principales de los caraqueños, no es raro que este vaya al teatro y Jorge cree que esto es muy bueno para el ciudadano.

“Prohibido suicidarse en primavera” fue la única obra que agotó todas las funciones en el festival de jóvenes directores realizado en enero de este año. Por esto, a pesar de no haber ganado el primer lugar, el Trasnocho Cultural les dio una temporada completa. Es la segunda vez que pasa esto y para ellos es una gran responsabilidad estar en la “sala grande”.

“Es mi debut como director en Venezuela. Cuando estudié en Madrid dirigí un musical para niños y también he dirigido muchos cortometrajes. Quiero hacer en el futuro algo más interactivo, también algo más íntimo, con pocos actores”.

También se plantea dirigir una obra que escriba él, aunque esta adaptación es de su autoría. Siente que le queda mucho camino por recorrer, pero esta experiencia le ha dado aprendizaje y oportunidades.

Los personajes

El Dr Roda, interpretado por Rafael Monsalve, es el aprendiz del Dr Ariel, fundador de «La casa el hogar del suicida». Es un hombre muy generoso y bondadoso que está pendiente del bienestar de los demás. Tiene la fiel convicción de seguir con el legado de Dr Ariel de rehabilitar a los posibles suicidas. Una figura paternal.

Hans, su asistente, interpretrado por Francisco Aguana, tiene una obsesión con la muerte y entra a la institución con el deseo de estar constantemente rodeado de la misma.

El amante imaginario, interpretado por Raoul Gutiérrez, es un cajero de banco que se obsesiona con una cantante -a la que vio una sola vez en un concierto- por una supuesta conexión de ojos que hubo y a pesar de ser inalcanzable hace todo lo posible por estar con ella.

Alicia, interpretada por Beatriz Ticali, es una enfermera que está asqueada del mundo por haber trabajado en muchos hospitales y decide alejarse de eso. Ha perdido la fe en la humanidad, no tiene a nadie con quien conectarse, no tiene familia, todo lo que conoce de la humanidad es ese empeño por estar uno encima del otro. Termina en la casa hogar del suicida por “accidente”.

Cora Yacko, interpretada por Nereda Fernández, pudo haber tenido una o dos canciones exitosas y es de esas figuras que no hace shows desde hace mucho tiempo. Nadie habla de ella, ya la prensa no la conoce. El haber pasado de moda es su peor enemigo. Llega a esta clínica para tratar de crear un escándalo mediático.

La dama triste, interpretada por Nakary Bazán, lleva mucho tiempo en la “clínica”, se considera poca cosa como mujer y persona. Nunca ha tenido un gran amor, siente que está en una edad avanzada y se lamenta incansablemente por esto. No toma la decisión de si quiere vivir o morir porque le tiene mucho miedo a la muerte.

Chloe y Fernando, interpretados por Stephanie Cardone y Theylor Plaza, respectivamente, son una pareja de periodistas, investigadores de historias sensacionales. Son los típicos que hacen historias de misterios. Se consideran “la pareja más feliz del mundo”, él es más aterrizado que ella, aunque ella más empática. Demuestran excesivamente su amor y han encontrado una felicidad artificial atendiendo a sus propias necesidades. En ese sentido, Chloe es un poco más esotérica, más espiritual, le gusta contagiar con la alegría. Fernando es apasionado con su trabajo, tiene habilidades de investigador, le gusta llegar al fondo de los asuntos. No se lanza a la locura.

Juan, interpretado por Erick Palacios, es un joven bastante frustrado, siempre ha sido el relegado de su familia, siendo su hermano el favorito de la casa. Esto le ha hecho crecer lleno de envidia, de frustración, siente que su hermano le ha quitado todo, desde el cariño de su madre hasta a su mujer y estos pensamientos se han transformado en rabia. Huye de los deseos de matar a su hermano y por eso llega a esta institución buscando ayuda.

La obra estará todos los viernes, sábados y domingos en el Trasnocho Cultural de Paseo Las Mercedes, desde el 25 de octubre hasta el 15 de diciembre.