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Vinotinto en la Copa América: ¿debe celebrarse un 3-0?

Las reacciones a la derrota en las redes sociales apuntan a felicitar al grupo de jugadores que respondió al llamado de José Peseiro. Pero detrás de la caída hay una historia que desconocemos y que pone en primer plano algo ya visto: en las competencias, en Venezuela siempre falla algo

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Vinotinto
EFE

Era el peor de los escenarios: debut ante la poderosa Brasil y con 8 jugadores apartados por la covid-19. Una pesadilla para cualquier técnico y una prueba muy dura para jugadores que tenían en la agenda un partido contra Puerto Cabello (Francisco La Mantía) y en menos de 24 horas el plan cambiaba para marcar a Neymar y Richarlison.

El enorme esfuerzo de los jugadores generó empatía y solidaridad automática. El equipo hizo lo mejor que pudo en unas circunstancias muy adversas y el público, sobre todo en las redes sociales, lo reconoció. Aunque en algún momento la euforia pareció salirse de su cauce.

Richard Páez, una voz autorizada al momento de analizar a la selección nacional, puso el dedo en la llaga: «La Vergüenza de Venezuela es tener que presentarse con un equipo emergente para jugar por obligación como equipo chico, que todo el mundo está contento porque solo perdimos 3 a 0. Esa realidad me rehuso aceptarla por esa irresponsabilidad injustificable. Dios cuide a La Vinotinto».

En la respuesta al tuit, podemos ver que las palabras del extécnico de la Vinotinto  irreverente, no generó simpatía en algunos fanáticos.

En este punto, no obstante, coincido con Páez. Una cosa es que se reconozca el esfuerzo del equipo que jugó sin conocerse. Los tres errores que propician la victoria son hijos de ese desconocimiento: falla en marca en los dos goles por llegar tarde a los jugadores que reciben o buscan la pelota y una mala entrega que, ante hombres como Neymar, se cambia por balón adentro. Pero el hecho en sí, que Venezuela tuviese que presentarse de esta manera en el torneo, debería imponerse al resultado. No importa si fueron 3, 8 o 1 los goles. Y aquí los reflectores deben apuntar a la Federación Venezolana de Fútbol (FVF).

Explicar por qué le cuesta tanto a Venezuela conseguir resultados satisfactorios es un trabajo extenuante. Porque en el fútbol puedes hacerlo todo bien y perder y, a veces, todo lo contrario. Entonces lo importante es reducir la incertidumbre. No dejar el desarrollo al azar. Si entrenas bien, si tienes el material, los recursos, el apoyo, y un cuerpo técnico capacitado, es probable que los resultados positivos prevalezcan sobre los negativos. O, al menos, se puede competir. La FVF, sin embargo, siempre coquetea con el desastre y de allí que las victorias se cuenten como hazañas.

Al sol de hoy, no sabemos cómo se propagó el coronavirus en el equipo. Casi todas las noticias al respecto llegaron a cuenta gotas y por periodistas u organismos diferentes a la propia Federación, como la Conmebol. Si los contagios fueron o no por lo sucedido en el partido contra Uruguay (encuentro con fanáticos sin protección) o por libertad en el hotel de la concentración (encuentro con familiares y amigos), es algo que tal vez nunca sabremos. Pero se demuestra que no hubo el cuidado responsable que, además de prevenir, le permitiera a José Peseiro contar con toda la nómina original.

¿Sabía el técnico de este desorden? ¿Qué nos dice que los infectados sean los referentes de la selección? ¿El cuerpo médico de la selección no estuvo involucrado en los protocolos? ¿Fallaron las pruebas y uno de los «importados» contagió al resto? Son demasiadas las preguntas que nos llevan al mismo lugar desde los tiempos de Rafael Esquivel: ¿cuándo la FVF va a dejar de hacer las cosas mal para evitar la incertidumbre?

Colombia jugó con 7 cambios con respecto a los dos partidos de eliminatoria (venció a Perú como visitante y empató con Argentina en casa). Con una nómina prácticamente nueva, derrotó 1-0 a Ecuador. No fue su mejor versión, pero sacó el partido adelante. Obviamente, el equipo de Gustavo Alfaro no es el de Tité, pero el punto se establece: hay una competitividad en otras selecciones que a Venezuela le cuesta. Y precisamente, como le cuesta, la FVF debe ser la primera que imponga las condiciones para que a Peseiro no le falte nada.

Los comentarios al tuit de Páez resumen la posición de los seguidores, que se mueven en extremos. Por un lado están los que siempre esperan lo peor. «Juegan como nunca y pierden como siempre», dicen. Y en el otro, los que la defienden como si sus vidas dependieran de ello. «Corazón Vinotinto», gritan. Si por casualidad, en este último grupo, hay personas que trabajan en el fútbol venezolano, la defensa raya en el fanatismo; ergo: si no has visto un Gran Valencia vs LALA, no estás calificado para opinar.

Nos falta madurar. En cualquier otro país, el 3-0 contra Brasil habría tenido una repercusión mayor. No sobre los jugadores que actuaron, sino sobre la organización. El resultado fue la consecuencia de una serie de hechos irresponsables. Ninguna otra selección presentó 13 contagios. ¿Por qué al resto de delegaciones le fue bien y a Venezuela no en la preparación? Esa es la pregunta que siempre nos hacemos, incluso antes de la pandemia.

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