Economía

Unificación cambiaria evitará naufragio fiscal del gobierno

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Comenzó la recaudación de ISR y la misma no augura buenos resultados. No nos llamemos a engaños, las noticias sobre la superación de las metas de recaudación que publica el Seniat carecen de fundamento, toda vez que son cifras abultadas por la inflación. En 2015, la contracción estimada del PIB será mayor de 8 %. Muchas empresas cerrarán el ejercicio fiscal con pérdidas, lo cual sentencia desde ya una baja recaudación de ISR para la zafra fiscal que concluye el 31 de marzo. Por si fuera poco, la necesidad de estirar los menguados ingresos debido a la voracidad inflacionaria, induce a la des-informalización de la economía, lo cual se expresa en un creciente número de operaciones de compra-venta que se hacen sin factura para evitar el pago del IVA, cuestión que agravará aún más la merma del ingreso fiscal en términos reales.

El margen de maniobra para tapar el hueco fiscal se reduce y la única opción que le está quedando al gobierno es vender los dólares más caros. La unificación cambiaria es una medida inevitable para evitar el naufragio fiscal del gobierno. Distintos voceros del oficialismo vienen preparando el terreno y han señalado la  necesidad de simplificar la política cambiaria, lo cual sugiere que primero se unificarán las tasas de Cencoex y Sicad, la cual coexistirá con la tasa Simadi. Pero la existencia de dos precios distintos para la divisa seguirá siendo un incentivo perverso para los especuladores cambiarios y corruptos que ya saben cómo capturar los dólares baratos para después venderlos caros.

La inviabilidad del Presupuesto 2016

Ante la debacle de los precios del petróleo, la irracionalidad de las tasas Cencoex y Sicad recaen con toda su fuerza sobre Pdvsa. La cotización de los crudos no muestra señales de recuperación y, por el contrario,  tiende a estancarse en torno a los 25 $/b. Si Pdvsa es obligada a vender su menguado ingreso en divisas a la tasa de 6,30, eso quiere decir que por cada barril de petróleo de 159 litros obtiene apenas 157,5 bolívares. Es decir, menos de 1 bolívar por litro de petróleo. Y si las divisas que obtiene por cada barril las cambia a 13,50 Bs/$, entonces obtiene 337,5 bolívares. Es decir 2,12 bolívares por litro de petróleo. Por eso, cuando Pdvsa es obligada a convertir su ingreso en divisas a las bajas tasas de 6,30 o 13,50 Bs/$, los bolívares que obtiene no le alcanzan para pagar una nómina de más de 140 mil trabajadores, honrar sus deudas con proveedores y contratistas, transferir aportes a los programas sociales y mantener al día las obligaciones con el fisco. Y, justamente, eso es lo que la lleva a endeudarse con el BCV.

Unificar el régimen de cambios múltiples en torno a la tasa Simadi generaría suficientes bolívares para que Pdvsa pueda pagar la nómina y honrar todas sus deudas y compromisos. Esto eliminaría la presión que se ejerce sobre el BCV, instituto que es obligado a realizar desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo para financia el déficit fiscal, cuestión que se ha convertido en el principal factor propagador de la inflación.

¿Por qué no se tomó antes la medida?

Una de las razones por las cuales el gobierno teme unificar el régimen de cambios múltiples es por el supuesto impacto inflacionario que le atribuye a esta medida. Sin embargo, según los propios datos que con mucho retraso acaba de publicar el BCV, entre septiembre de 2014 y septiembre de 2015, el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas acumuló un descomunal incremento de 254,3%. Dicho claramente, a pesar del supuesto impacto antiinflacionario del anclaje cambiario, en 2015 el precio de loa alimentos subió más de 20 % mensual.

El derrumbe de los precios del petróleo agravó la escasez de divisas y determinó que las importaciones previstas a la tasa de Cencoex y Sicad migraran a las tasas Simadi y dólar paralelo. Ante la certeza de que tarde o temprano esta migración a una tasa de cambio mayor se concretaría para el resto de los rubros, como en efecto ocurrió, el precio de los productos importados a tasa preferencial tendieron a calcularse con base en el dólar paralelo, anulando así el efecto antiinflacionario que se buscaba con el anclaje cambiario de Cencoex y Sicad.

El dogma económico que rige la interpretación oficial atribuye al ajuste cambiario un falso impacto inflacionario, cuando lo cierto es que éste ya ha sido absorbido y prácticamente no hay precio alguno que se calcule con base en las tasas de Cencoex o Sicad. Ni siquiera a la de Simadi, porque el proceso de formación de precios se ha desquiciado hasta quedar gobernado por lo que indique el paralelo. Ya apuntamos que en el sector alimentos -el más favorecido con dólares preferenciales-, la inflación anualizada hasta septiembre llegó a 254,3% y revela la ineficacia del anclaje cambiario como instrumento de política antiinflacionaria.

Incentivos a la corrupción

Cencoex, Sicad y Simadi degeneraron en un perverso régimen cambiario que estimuló la especulación cambiaria  y la corrupción. La brecha se amplía cada vez más y la diferencia entre la tasa Cencoex y el paralelo ha llegado a ser mayor a 150 veces. Esto exacerba una demanda artificial que entorpece la administración racional de las divisas. La demanda insatisfecha se traslada al mercado paralelo y estimula toda clase de delitos cambiarios. Unificar el régimen de cambios múltiples en una sola tasa de cambio corregirá estas graves distorsiones y permitirá calcular el PVP con base en una tasa de cambio considerablemente menor. Esto se traduciría en una desaceleración del ritmo inflacionario e, incluso, del nivel de precios que actualmente han alcanzado muchos productos.

Lejos de tener un impacto inflacionario, la unificación cambiaria erradicaría la práctica de recibir dólares preferenciales para después fijar el PVP con base en el dólar más caro. También eliminaría los incentivos a los especuladores que desfalcan al país a través de empresas de maletín que no importan los productos para los cuales se le asignan los dólares preferenciales. Por si fuera poco, se erradicaría el negocio de los contrabandistas que amasan jugosas fortunas comprando mercancías a precios subsidiados para después revenderlas en el mercado informal o a través del contrabando de extracción. Lo realmente antipopular no es tomar las medidas para estabilizar la economía, sino mantener la inacción que agrava esos flagelos que azotan a la población

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