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Uruguay se apresta a salir de la izquierda en sana paz

En contraste con las tensiones que experimentan otros países de la región, los uruguayos votaron el domingo en calma para elegir a su nuevo presidente y al nuevo Parlamento. Los candidatos del oficialismo y la oposición cruzaron saludos, todos destacaron el valor de la democracia y no se reportaron hechos significativos de violencia. El resultado, sin embargo, estuvo lejos de ser anodino.

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Tras 15 años de gobierno con mayorías absolutas en el Congreso, la coalición de izquierda Frente Amplio perdió el dominio de la Cámara de Diputados y del Senado. Y aunque su candidato presidencial Daniel Martínez accedió al balotaje que definirá al nuevo presidente como el candidato más votado, quedó en peor posición que el opositor Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, para triunfar en esa votación decisiva el 24 de noviembre.

“El Partido Nacional es el favorito en el balotaje. El mensaje del electorado es un mensaje de cambio. Uruguay camina hacia la alternancia”, dijo a The Associated Press el politólogo Adolfo Garcé.

Los resultados oficiales arrojaron que Martínez obtuvo 38,5% de los votos y Lacalle Pou 28,2%. Ninguno llegó al 50% más uno que necesitaba para ganar en primera vuelta.

En tercer lugar quedó el candidato del Partido Colorado, Ernesto Talvi, con 12,2% y cuarto el excomandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, del partido Cabildo Abierto, con 10,7%.

A pesar de haber obtenido menos votos que Martínez, el favoritismo de Lacalle Pou se basa en que ya antes de la votación tanto Talvi como Manini Ríos habían anticipado que en un balotaje llamarían a votar por el candidato que se enfrentara a la continuidad del oficialismo. Ambos lo ratificaron la noche del domingo.

“Uno de los dos será el próximo presidente de la república y yo espero que sea Lacalle Pou”, dijo Talvi. Manini Ríos llamó a votar por el opositor: “El pueblo quiere cambiar. Y Cabildo Abierto escucha la voz de la gente”.

La magnitud del resultado electoral se pudo apreciar en los rostros de unos y otros durante la noche del domingo. Lacalle Pou, sonriente y emocionado, dirigió un largo discurso a sus seguidores, que lo vitorearon como futuro presidente. Enfatizó que los uruguayos dieron “una clara señal” de que pretenden un gobierno de la oposición y que los partidos opositores sumados tendrán mayoría parlamentaria.

“El mensaje de hoy es de una alternancia plural, no es de un solo partido”, afirmó.

Lacalle Pou agradeció el apoyo de Talvi y Manini Ríos pero también el de dos candidatos de partidos menores que consiguieron votaciones cercanas al 1% y que seguramente contarán con un único diputado en el Parlamento: el empresario Edgardo Novick, del Partido de la Gente, y el centroizquierdista Pablo Mieres, del Partido Independiente.

Lacalle Pou busca una coalición lo más amplia posible y el mayor respaldo parlamentario. Tener de aliado a un partido de centroizquierda, aunque menor, puede ayudarlo además a disipar los resquemores que el derechista Cabildo Abierto despierta en muchos votantes. “Su discurso fue muy bueno. No habló como presidenciable, sino ya imaginándose presidente”, dijo el politólogo Garcé.

En contraste, en la sede central del Frente Amplio los rostros no eran de felicidad. Martínez intentó transmitir entusiasmo a sus votantes con la idea de que los apoyos que recoge Lacalle Pou de otros líderes no necesariamente se traducirán en votos. “Ahora se abre una nueva etapa en la que los ciudadanos van a elegir personas y propuestas concretas”, afirmó.

El candidato oficialista insistió en que el Frente Amplio ofrece “garantías y certezas y no un cheque en blanco”, en alusión a la compleja coalición entre cinco partidos que pretende liderar su rival.

Pero los analistas coinciden en que las urnas dejaron mal parado al oficialismo. “El resultado no es un buen augurio para el Frente Amplio”, dijo a AP la académica Jenny Pribble, del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Richmond, Estados Unidos.

La politóloga afirmó que la coalición que sueña Lacalle Pou probablemente sea frágil en el largo plazo debido a las diferencias que tienen los partidos de oposición en cuanto a políticas sociales y de seguridad pública. “Pero para ganar la segunda vuelta electoral dentro de un mes, los partidos no necesitan cohesión en el largo plazo”, añadió.

La alusión a la seguridad pública no es casual, ya que este tema estará en el centro de la agenda en el mes que resta para el balotaje.

Junto con la elección el domingo se plebiscitó una propuesta para destinar 2.000 efectivos militares a tareas de seguridad pública e instaurar la pena a cadena perpetua, entre otras medidas tendientes a frenar un crecimiento del delito que llevó a que en 2018 se registrara un récord absoluto de homicidios.

Martínez, Lacalle Pou, Talvi y Manini Ríos, los cuatro candidatos que juntos suman casi el 90% de los votos, dijeron que no apoyaban esa propuesta, impulsada en solitario por el senador Jorge Larrañaga, del Partido Nacional.

Sin embargo, la propuesta consiguió un asombroso 46% de votos afirmativos que no le alcanzó para resultar aprobada -necesitaba el 50% más uno- pero que los analistas interpretaron como un clamor de los ciudadanos para que se frene el delito.

“El electorado dio otro mensaje claro: que la seguridad pública es el principal tema de la agenda hoy para los uruguayos. La reforma no salió, pero su votación fue increíble para el escaso apoyo que tuvo en el liderazgo político. Fue un resultado impactante”, sostuvo Garcé.

El Frente Amplio llegó por primera vez al gobierno en 2005 rompiendo una hegemonía de los dos partidos fundacionales, el Colorado y el Nacional, que habían gobernado el país desde su nacimiento a la vida independiente en 1828.

Desde su llegada al poder la economía no dejó de crecer, el poder adquisitivo de los salarios experimentó una fuerte suba y se sancionaron leyes que garantizaron derechos como el casamiento gay, el aborto y la legalización de la marihuana.

Sin embargo, el tercer gobierno del Frente Amplio, encabezado por el presidente saliente Tabaré Vázquez, ha tenido problemas importantes. Una reforma educativa fracasó, el vicepresidente Raúl Sendic debió renunciar en 2017 jaqueado por casos de corrupción, la seguridad pública se deterioró, la economía se estancó, el desempleó subió al 9% y el déficit fiscal alcanzó el 4,9%.

La oposición coincidió en la campaña en que es necesario tomar medidas urgentes para restablecer la seguridad, reformar el sistema educativo y ordenar las cuentas públicas y un gasto estatal que frecuentemente cae en el derroche.

El nuevo presidente asumirá el 1 de marzo de 2020.

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